Diablo tomó las dos manos de Zafiro y las llevó a su pecho colocándolas junto a su corazón, luego le dijo mirándola fijamente a los ojos.
— Chiquita no sabes cómo he sufrido estos días pensando que no ibas a recuperar tu memoria. Mis noches en vela me llevaron a reflexionar sobre lo importante que eres para mí.
Tomó una rosa y la colocó en la cabeza de Zafiro mientras el viento jugueteaba con un mechón de su cabello y ella le escuchaba con atención.
— Quiero que cuando todo esto termine seas mi mujer pero no como lo eres ahora entre las sombras, quiero que lleves mi apellido con honor. No es la forma más correcta, ni el lugar indicado pero deseo más que nada en el mundo hacerte mi esposa. ¿Zafiro estarías dispuesta a casarte conmigo?
Zafiro se sorprendió ante tal propuesta, no era de esperarse que el Diablo que era un hombre frívolo y de pocas palabras le dijera algo así. Por eso ella le devolvió una sonrisa tierna y le acarició el rostro.
— Diablo o mejor Cristian. Tú sabes que te amo, no tengo muchos recuerdos claros. Mi mente es un mar de dudas qué debo aclarar pero se que estoy segura que quiero casarme contigo.
Se abrazaron mientras sus labios se fundían en un beso dulce como el aroma de las rosas. Hasta que Santana tosió intencionalmente para dar de aviso que se encontraba en ese lugar.
— Chicos siento interrumpir pero tenemos un maldito problema, hija por qué no regresas a la casa mientras yo hablo con mi querido yerno sobre un asunto pendiente.
Zafiro lo miró con desaprobación pero igual hizo caso.Diablo observó a Santana y preguntó:
—¿Qué ocurre?
—La chica que trajeron con Walter escapó, Gitana está a punto de dispararme, mi hija no me soporta y ahora me pide que le perdone la vida a Walter. Aparte de eso no me pasa nada más.
— No seas paranoico, la chica debe estar escondida en algún rincón de la casa. En cuanto a Gitana deja que yo hable con ella pero con Zafiro si te toca a tí. Por el momento debo ir a reunirme con el general Martínez, al parecer tiene algo muy importante que decirme.
— Diablo ¿piensas irte ahora? ¿qué hago con Walter? Hace unos minutos saliste del garaje queriendo reventar el mundo, a qué se debe tu cambio de humor.
— Con Zafiro mi vida se hace más bella. En cuanto a Walter déjalo donde lo tienes, alimentalo, ve a curarlo si te da la gana, no es mi asunto.
Patricio los observaba con la sonrisa irónica que solía tener en su rostro, se acercó a Santana y le informó que ya había recuperado la chica sin lastimarla pero que había un enorme inconveniente. Al parecer Zafiro la conocía de algún lugar y estaban hablando en el cuarto.
— ¡Maldición! No me sale una últimamente, tendré que bañarme con las ramas de Gitana. Vamos a ver a mi hija.
Llegaron hasta el cuarto pero ninguno se atrevería a tocar. En ese momento apareció Gitana bastante molesta.
— ¿Qué quieren ustedes partidas de ratas? No me digan, ¿también van a tortura la chica?
— Gitana no seas irónica, jamás lastimaría a esa chica. Solo quiero hablar con ella pero dudo que Zafiro lo permita-.
— No creo que lo permita pero no pierdes nada con hacerlo— Sugirió Patricio como quien no quiere la cosa.
— ¡Vamos rata inmunda! entra antes que te mate a escobazos como te lo mereces— amenazó Gitana.
Mientras el debate subía de tono, Zafiro abrió la puerta dejando al descubierto a una Rubí temblorosa.
— ¿Se puede saber qué ocurre?— preguntó Zafiro muy inquieta.
— Creo que estas sanguijuelas quieren hablar con la chica— respondió Gitana con mirada intimidante.
— Lo siento mucho pero eso no se va a poder hoy, Rubí está muy nerviosa y vamos a ver a Walter para que se calme un poco.
— Hija siento contradecirte pero no estás autorizada para hacer eso. Mis hombres no te van a permitir ingresar al garaje.
La discusión se hacía cada vez más acalorada mientras Rubí intervino con voz chillona y en un mar de nervios:
— Déjenme ver a Walter… lo puedo convencer de que colaboré… a cambio que le perdonen la vida.
— ¡Muy bien niña! estamos de acuerdo en algo. Pero debes ir sola Zafiro debe descansar. Patricio te va acompañar— contestó Santana muy a gusto.
La puerta del garaje se abrió y Walter vió a una chica que entró corriendo hacia él, lo abrazó dulcemente y depositó un beso en sus labios amoratados.
— Mi amor ¿te duele mucho?
— Un poco, no te preocupes... ¿Te han hecho daño?
— No. Incluso Zafiro prometió ayudarme. Pero tienes que colaborar tú también
— No seas ingenua, de igual forma me van asesinar.
— No, Walter si tú les colaboras a ellos te van a perdonar la vida. Hazlo por mí yo te necesito, eres lo único que tengo en la vida.
— Rubí no soy un sapo, sal de aquí ahora mismo.
— ¡Walter por favor!
La chica abandonó el garaje en medio del llanto que bañaba sus ojos como fuentes de agua.
Editado: 28.10.2022