CAPÍTULO 26
Rogelio le dió orden a Martin Reinosa de reunir un ejército de hombres para atacar a Santana y al Diablo hasta destruirlos.
Martín elaboró un plan con la ayuda de un infiltrado que tenía en casa de Santana, un amigo que hacía poco había contactado y estaba dispuesto a trabajar con él con la única condición de adueñarse de todo lo que le pertenecía al Diablo incluyendo a Zafiro.
Martín Reinosa tenía todo listo y por fin había llegado el momento tan esperado. No había marcha atrás y la batalla sería sin descanso y a muerte, él sacó su teléfono y le marcó al infiltrado:
— Ha llegado el momento. El patrón no quiere esperar.
— De hecho aquí todo anda revuelto. El imbécil de Walter se torció y está de sapo con el Diablo. Santana está flaqueando su autoridad.
— Patricio escucha muy bien lo que tienes que hacer para ayudarme, no olvides que tú vas a ser el mayor beneficiado de todo esto. Serás el nuevo sucesor del Diablo.
Martín y Patricio planearon detalle a detalle lo que iba a ocurrir esa fatídica noche. No podían haber errores porque el destino estaba escrito y sin duda era a su favor.
En casa de Santana todo era un caos, sus hombres tenían molestias porque era evidente que el Diablo estaba al mando y muchos de los hombres eran leales a Patricio Herrera sin importar lo que Santana opinara al respecto.
Esa noche Santana recibió una llamada de un socio pidiendo que se encontraran en un lugar indicado por él, según el hombre era muy necesaria su presencia y no cabía la posibilidad de posponer el encuentro. Santana estaba un poco preocupado y quería que el Diablo le acompañase pero este había salido de la ciudad sin dar mayor explicación. Cuando estaba a punto de salir se encontró con Zafiro quien le preguntó hacia dónde se dirigía, él la miró con cariño y le depositó un beso en la frente.
— Hija, debo asistir a un compromiso.
— Padre, ¿por qué no le pediste al Diablo que te acompañará?
— Él está fuera de la ciudad. Algo se me presentó con un socio. Al parecer es muy delicado el asunto.
— Ten cuidado, tu sabes que en este momento no debes exponerte.
— Hija, pierde cuidado voy con Patricio.
Santana no tenía otra opción pero asistir con Patricio su hombre de confianza le daba seguridad. Patricio Herrera como siempre aseguró el esquema de seguridad, solo que esta vez solo llevó consigo los hombres que le eran leales a él. Los automóviles partieron rumbo a la dirección indicada y una vez llegado al lugar todo estaba muy silencioso. El lugar era una bodega abandonada a las afueras de la ciudad, los hombres de Santana se habían quedado atrás por orden de Patricio. El primero en descender del automóvil fue Patricio Herrera, seguido de dos de sus guardaespaldas. Él tomó el teléfono un poco nervioso y marcó un número, después de insistir varias veces le contestaron. Hizo un guiño a sus hombres y éstos abrieron la puerta al patrón para que descendiera del automóvil. Santana estaba preocupado y le generaba desconfianza el nerviosismo de Patricio.
— ¿Pasa algo?, ¿por qué no ha llegado mi socio?— preguntó Santana.
— No se preocupe señor, no tarda en llegar— contestó Patricio.
Una voz ronca se hizo paso en medio del silencio de la oscuridad de la noche y la poca luz de la bodega.
— Hasta que por fin tengo el honor de conocerle en persona— habló Martín Reinosa.
— ¿Qué demonios hace este hombre aquí?— preguntó Santana mientras sacaba su pistola. Pero antes de que el reaccionara Patricio le colocó la pistola de él, apuntando a la cabeza del patrón. Santana sintió un frío recorrer su cuerpo, pues ya era un hecho que su hombre de confianza lo había traicionado y todo esto se trataba de una maldita trampa en la que había caído de la forma más absurda.
— Lo siento patrón pero no estoy dispuesto a estar al mando del Diablo, al igual que muchos de mis hombres. Usted dejó de ser el patrón para ser el títere de este imbécil— dijo Patricio.
— Maldito hijo de &#$@ razón tenía el Diablo para desconfiar de tí ¡Eres un traidor!— contestó Santana.
— Todos sabemos que usted no es más que un viejo zorro. Desde que apareció su hija se le ablandó el corazón y en este negocio el sentimentalismo no sirve para nada— repuso Patricio.
Martín Reinosa se acercó a ellos con una sonrisa que no cabía en su rostro, mientras absorbía el humo de un cigarrillo.
— Espero que ya haya terminado su emotiva despedida porque lo que le espera a Santana es bastante impredecible y a ti mi querido amigo, te aseguro que el patrón te va a recompensar por lo que acabas de hacer— les dijo Martin Reinosa.
Luego pidió a sus hombres que ataran a Santana y lo llevaran en el carro. Mientras estrechaba las manos con su amigo Patricio. Su sociedad estaba consolidada y juntos harían grandes cosas. Era el momento de llevarlo a casa de Rogelio López.
Gitana se encontraba muy preocupada, no le gustó para nada la idea que Santana hubiera salido solo en compañía de Patricio. Ella le tenía desconfianza a ese hombre porque el Diablo le había contado lo que le dijo el general Martínez. Empezó a marcar el número del Diablo pero este no le contestaba, su teléfono permanecía fuera de línea ¿Dónde demonios se había metido y qué estaría haciendo? Sin lugar a duda nada bueno. Cada vez que él se perdía, traía consigo algún problema mayor.
Rogelio López, por su parte, esperaba ansioso que Martín Reinosa, le confirmara la buena noticia. Cómo siempre con un trago en su mano y un cigarrillo que le calmaba un poco la ansiedad, sacó del cajón de su escritorio una pistola que era muy preciada para él y que lo acompañaba desde que era joven, el único recuerdo que tenía de un mal amigo traidor. Sin duda había llegado el momento de usarla pero en en contra de aquel desgraciado; desde aquella noche que se enteró del engaño de Santana con su mujer juró vengarse de ambos, ya había acabado con la vida de Amalia pero con Santana era muy diferente, sin embargo esa noche el destino estaba escrito a su favor aunque su venganza no finalizará hasta aniquilar la zorra de Zafiro y el desgraciado del Diablo que se había cruzado en su camino desafiando su autoridad.
Editado: 28.10.2022