Llegado el mediodía Diablo llegó a la casa de Santana, no había dormido en toda la noche y se encontraba exhausto de tanto caminar. Gitana lo recibió muy preocupada por la desaparición de Santana y al parecer ya Zafiro se había enterado de algo porque se encontraba llorando desconsolada en su habitación.
— Diablo hasta que por fin regresas. Las cosas andan muy mal por aquí. Santana y Patricio siguen sin aparecer, Zafiro está encerrada en la habitación de su padre llorando y no abre la puerta, Gato no sabe qué hacer porque los hombres de Santana le exigen una explicación.
— ¡Demonios! desaparezco un día y todo se vuelve un caos. Avísale a Gato que ya regresé. Mi teléfono se descargó y no tengo como comunicar me con él. Voy a ver a Zafiro antes de ir a hablar con Walter.
— No sé qué es lo que le pasa a esa chica pero se ve mal, está encerrada en la habitación de Santana y no quiere abrirme la puerta. Tengo miedo de que cometa una locura.
Diablo continúo su camino rumbo a la habitación de Santana donde se encontraba Zafiro hecha un mar de llanto.
— Zafiro abre la puerta, con llorar no vas a conseguir nada. Déjame entrar.
— ¡Vete!
— Zafiro, ábreme la maldita puerta antes que la tenga que tirar.
— ¡No quiero ver a nadie!
Diablo tiró la puerta con tanta fuerza que rompió la cerradura y al entrar él mismo pudo constatar que ella se encontraba hecha un mar de llanto. Él abrió sus brazos y la trajo hacia su pecho, le besó su rostro y secó sus lágrimas. Con una ternura impresionante.
— ¿Amor me puedes decir que te ocurre?— preguntó el Diablo.
— Acabo de recordar todo. Ese miserable cerdo asqueroso me golpeó hasta hacerme perder a mi bebé — contestó Zafiro.
— ¿Qué te hizo recobrar la memoria?
— ¿No has visto las fotos? Rogelio… asesino a Santana y a Patricio. Ese desgraciado mató a mi padre… pero te juro por mi vida, que yo misma voy a cobrar venganza.
— ¡Demonios! Lo hizo. Mi teléfono está descargado. Zafiro deja que yo lo haga, tú no eres una asesina. ¡Mírame! Te prometo que me voy a encargar de cobrarle cada lágrima que ha brotado de tus ojos.
— Te juro por tus padres, por los míos y por nuestro bebé… por todo lo que ese cerdo asqueroso me hizo a pesar que le suplique me dejara libre… que nos va a pagar todo el daño que nos ha hecho a los dos.
Diablo abrazó a Zafiro mientras le decía palabras de aliento a oído y terminaron llorando juntos. Él le pidió que se calmara y se preparara porque lo que estaba por venir era una guerra a muerte. Diablo estaba dispuesto atacar a Rogelio López sin importar cuál fuese el resultado. Una vez que Zafiro se calmó él fue en busca de Walter acompañado de Gato que era su hombre de confianza y Ranger que rara vez se le despegaba.
— Walter espero que hayas tomado una decisión porque no puedo esperar más — dijo Diablo.
— Sí. Pienso aceptar su propuesta con la condición que si muero van a proteger a Rubí y ayudarle a escapar lejos de este país.
— Dalo por hecho pero no puedes morir. Te necesito con vida al igual que todos mis hombres. Una vez se termine esto, cada quien decidirá qué hacer con su vida. Incluyendote a tí Gato. Les voy a dar el dinero suficiente para tener una vida cómoda y feliz lejos de esta maldita realidad.
Los tres hombres se sentaron a planear la forma con que destruirían a Rogelio López; Santana había muerto y el Diablo lo reemplazaría por qué al fin de cuentas se trataba de su suegro.
Una vez que salieron de ese lugar, reunieron a todos los empleados de Santana y les informaron los nuevos sucesos. Diablo les dejó muy claro que cada quien era libre de tomar la decisión de abandonar su puesto si no querían tenerlo a cargo. Nadie estaba obligado a permanecer con él, pero casi todos los empleados excepto unos cinco continuaron firmes bajo su mando.
Zafiro y Rubí, quienes se habían hecho buenas amigas en los últimos días, se limitaron a escucharlos tras una columna que sostiene los cimientos de la casa. Ellas no pensaban quedarse excluidas del plan. De algún modo se las ingeniaron para ayudarlos así ellos no estuvieran dispuestos a aceptarlo. Por la mente de Zafiro solo pasaba la palabra venganza, todo este dolor que guardaba dentro se convirtió en un odio a muerte en contra de Rogelio López y Martín Reinosa. De esa mirada de la chica inocente y noble quedaba muy poco, el dolor le había desgarrado el corazón y solo el amor por Cristian más conocido como el Diablo, le permitía mantenerse en pie con la mirada firme como una digna heredera de Santana.
Una vez que él Diablo despidió a los hombres, delegó al mando a Gato y Walter, su ex enemigo que ahora trabajaba con él quien lo hubiese creído. Al regresar a la oficina de Santana, encontró a Zafiro sentada en un sillón en un profundo silencio.
— ¿Qué haces aquí amor? Deberías estar en tu cuarto descansando. Aún no estás recuperada del todo — dijo el diablo.
— Quiero que me enseñes a usar un arma. No sé disparar y puedo necesitarlo en algún momento para defenderme.
— Tienes razón pero puedes lastimarte, no es complicado pero si peligroso. ¿En cuál has pensado?
— Quiero la que usaba mi padre.
— ¿Por qué esa? Puedo darte una más fácil de usar, más segura y moderna.
— No. Quiero esa porque con ella voy a cobrar venganza. Mira ya la encontré, la tenía en un cajón de su escritorio con una foto de mi madre. Creo que nunca la olvidó, todavía la amaba a pesar que estaba muerta.
-Sí. Me lo dijo varias veces. El hecho es que ellos al igual que mis padres y nuestro bebé están muertos. Solo nos queda evitar que ese hombre continúe dañando la vida de otras personas.
Esa tarde Diablo estuvo enseñando a Zafiro a disparar el arma que antes le pertenecía a Santana. A pesar que a él le gustaba lo decida que se veía Zafiro, extrañaba la chica de antes que lo hacía reír con sus locuras, ocurrencias y esa sensibilidad que le había tocado el corazón. Era evidente que ella estaba cegada por el odio pero eso no estaba bien, a largo plazo le iba hacer mucho daño así misma como le había ocurrido a él.
Editado: 28.10.2022