Un hombre de Gato colocó en la cara de Martin Reinosa un pañuelo empapado con un fuerte sedante que le hizo perder la conciencia en un instante, mientras Gato le pidió a sus hombres que le colocaran a Martin Reinosa una cinta en la boca, ataron sus manos, pies y luego lo llevaron a la bodega del bar sin levantar sospecha alguna. Una vez allí lo subieron a una camioneta como si se tratara de mercancía o algo por el estilo.
Gato fue en busca del dueño del bar para darle la fuerte suma de dinero acordada a cambio de que éste le prestara su bar para la supuesta subasta. Una vez el hombre recibió el maletín lleno de dinero estrechó la mano de Gato y le dijo que contaba con su absoluto silencio.
Gato salió por la puerta principal del bar sin levantar sospecha alguna, tan solo unas cuantas chicas lo abordaron ofreciendo su servicios pero el supo rechazarlas de una manera muy sutil. Cuando ingresó al automóvil sacó su teléfono y le marcó a Diablo que esperaba ansiosa su llamada.
— Señor, la encomienda va en camino al lugar indicado. La subasta fue un éxito — dijo Walter.
— Voy en seguida, solo que esta vez sí voy a llevar a Walter — contestó el Diablo.
Martin Reinosa fue conducido a una bodega del Diablo, allí lo ataron todavía inconsciente a una silla según instrucciones del patrón.
La bodega estaba fuertemente custodiada, el Diablo, ingresó en compañía de Walter y otros hombres más. Él llevaba su mirada llena de odio y un poco más intimidante de lo acostumbrado, sin Gitana ni Zafiro a su lado, no había quien calmara sus demonios y salía a relucir su peor versión.
— Señor hay tiene su encargo — dijo Gato mientras señalaba a Martin Reinosa.
— En verdad eres muy eficiente y la trampa que Walter nos ayudó a tender le salió perfecta — contestó el Diablo.
— Patrón se puede saber ¿qué piensa hacer con este miserable? — preguntó Walter.
— Muchas cosas, ya vendrá tu momento no te preocupes. Échelen un balde de agua fría, lo necesito despierto.
Uno de los hombres al mando de Gato, trajo un balde con agua helada y la derramó sobre la cabeza de Martín Reinosa y este despertó al instante un poco sobresaltado, aturdido debido al sedante y con con un frío terrible que le llegaba hasta los huesos porque estaba tan solo con su boxer puesto.
— Bienvenido Martín Reinosa, acabas de despertar a tu infierno terrenal, me imagino que tendrás mucho que decirnos pero realmente no se sí me interesa escucharlo — le dijo el Diablo mientras se acomoda en una silla.
— ¿Señor podemos empezar? — preguntó Gato.
— Sí.
Los hombres de Gato trajeron un equipo de corriente eléctrica que adhieren al cuerpo de Martín Reinosa y empezaron hacerle descargas eléctricas mientras gritaba del dolor sin ser escuchado porque la cinta adhesiva no le permitía abrir su boca. Una vez terminada la primera tortura le quitaron la cinta de su boca.
— Malditos hijos de ####, ustedes creen que voy hablar, déjenme decirles que no. Diablo no sabes cómo voy a disfrutar follandome a tu mujer cuando Rogelio López la encuentre — grito Martín Reinosa.
— Cállate idiota, con mi mujer no te metas. Jamás le vas a tocar un cabello porque de este lugar no vas a salir vivo — decía el Diablo mientras le propinaba una golpiza.
Gato se acercó al Diablo pidiendo un poco de calma porque todavía necesitaban vivo a Martin Reinosa.
— Señor, este tipo solo busca que usted le de un balazo para evitar que lo torture — agregó Gato.
— ¿Walter por qué tanto silencio? No sabes cómo gritaba tu mujer el día que le quite su virginidad a la fuerza. A esa perra le gusta que le den duro, todos mis hombres la follaron.
— ¡Maldito psicópata!
Antes de que Walter asesinara a Martín Reinosa, Gato lo detuvo pidiendo que se calmara o tendría que mandar a sacarlo de la bodega por la fuerza.
— Déjenmelo a mí no se preocupen, yo me encargo. Vamos a ver qué les va a decir después de perder lo que tanto le hace alarde. Chicos hagan su trabajo y les sugiero a ustedes me acompañen a tomarme una copa de Whisky porque esto no les va a parecer tan excitante.
Al instante ingresaron tres hombres robustos vestidos con ropas femeninas y usando lápiz labial con lubricantes en sus manos. Gato observó a Martín Reinosa con una sonrisa irónica y le tiró un beso, luego abandonaron el lugar como él lo había sugerido y se dirigieron a una pequeña oficina que había al interior de la bodega dónde se solía coordinar algunas entregas.
— ¿Qué demonios le van hacer? — preguntó Diablo a Gato con la primera sonrisa de la noche.
— Un poco de lo que él está acostumbrado hacerle a las adolescentes, tomarlas en contra de su voluntad — contestó Gato.
— Eres más psicópata que ese maldito, de seguro también es virgen — añadió Walter sonriendo.
— Ustedes también y vi como le clavaron el ojo al Diablo así que debemos tener extremo cuidado — contestó Walter en medio de risas mientras le servía una copa de Whisky al Diablo.
El Diablo hizo mala cara porque no le pareció gracioso el comentario pero enseguida todos soltaron una carcajada que fue interrumpida por los gritos de Martin Reinosa.
Editado: 28.10.2022