Zafiro y Rubí desconocían la hora, aún así estaban seguras que no había pasado mucho tiempo desde el amanecer, el calor en la playa era intenso y el sol brillaba en su esplendor bañando cada rincón de la isla, las aves se volcaban en manadas hacia el mar en busca de alimento. Las pobres chicas cansadas y hambrientas seguían en busca de conseguir una salida en aquel lugar olvidado, no había carreteras, casas ni nada de lo que ellas habían pronosticado en su plan de fuga. Desorientadas y casi exahuastas continuaron avanzando, para esa hora ya debían estarlas buscando, era cuestión de tiempo el ser descubiertas por lo tanto lo único que podían hacer era buscar un refugio seguro.
A las 10:00am aterrizó la avioneta del Diablo en la isla donde se encontraba Zafiro y Rubí, con rapidez descendió el Diablo en compañía de Walter quién se encontraba bastante molesto por la locura de las chicas.
— ¿Dónde las vamos a buscar señor?
— Walter, no tengo la menor idea pero creo que ir a la casa es tiempo perdido.
— Estoy de acuerdo, Zafiro nunca regresaría a la casa, conociendo sus métodos de escape estoy seguro que al no encontrar una carretera, ni un pueblo cercano lo más probable es que busque un refugio para escondersen.
— ¡Walter! Hay una cabaña a unos cuantos Kilómetros de distancia de la casa principal, está oculta en la vegetación y a simple vista suele pasar desapercibida quizás se encuentren allí.
Ambos partieron rumbo a la cabaña en un automóvil que los esperaba por órdenes de Gato, quien ya había asegurado el lugar y tenía todo bajo control en la casa, después que Zafiro en compañía de Rubí escaparan dejando drogado casi todo el personal de servicio. Atrás quedó la única pista de aterrizaje disponible en el lugar, el calor y las pocas horas se sueño de los últimos días hacían de las suyas en los rostros de los hombres que se veían agotados pero con la esperanza de encontrarlas las chicas sanas y salvas, el Diablo a pesar de estar molesto no podía ocultar la felicidad que le producía el pensar en volver a tener a Zafiro en sus brazos.
Cuando apenas desaparecido el automóvil del Diablo aterrizó Rogelio López en su avioneta privada, en campaña de un fuerte esquema de seguridad listo para atacar al Diablo y doblegar a Zafiro quién había pisoteado su orgullo. El también tenía personal a cargo en la isla y contaba con automóviles.
Walter se percató del aterrizaje de la avioneta e informó al Diablo que al parecer tenían compañía no tan agradable, algo le hacía pensar que se trataba de Rogelio López pero no estaba del todo seguro, si bien ya habían comprabado que tenían espías entre su personal no sabían a ciencia cierta de quienes se trataban. Con la presencia de este hombre se hacía mucho más complicado poner a salvó las chicas que aún andaban pérdidas en la vegetación agreste de la isla y a eso había que sumar la cantidad de personal que no se encontraba en condiciones de defenderse de un ataque. Sin duda era el momento de tomar desiciones y crear un plan lo suficientemente inteligente para bloquear el ataque del enemigo.
— Señor, estoy casi seguro que Rogelio López se encuentra en la isla. Escuché aterrizar una avioneta, justo después de nuestra llegada y es mucha coincidencia.
— Tienes razón yo también me percate de su llegada.
— Sí queremos mantenernos con vida y poner a salvó las chicas, es hora de dividirnos. Ir juntos a buscarlas es casi un suicidio. No conozco el lugar por eso coincidero que usted debe ir por ellas.
— Estoy totalmente de acuerdo. Llama a Gato y coordina con él, también pon en sobre aviso al General, quizás sea el momento tan esperado por todos. Tenemos que improvisar, solo sé qué Rogelio López no puede salir con vida de esta isla así me cueste la mía.
— No sé preocupe señor, de eso nos vos a encargar. Confíe en mí lealtad.
Zafiro y Rubí efectivamente se encontraban en la cabaña como lo había pronosticado el Diablo, ya era como el medio día según la posición del sol, estaban debilitadas, exahuastas y hambrientas pero con el orgullo en alto dispuestas a morir de hambre antes que regresar a la casa porque ya no sabían en quien podían confiar.
Gato después de recibir la llamada de Walter puso sobre aviso al personal de la casa y al esquema de seguridad que había llegado para reemplazar el que todavía no se reponía y en ese momento se encontraba recibiendo ayuda médica. Con varios intentos perdidos logró contactar al General quién se encontraba en una reunión muy importante con sus superiores y se vió obligado a inventar una mentira lo suficientemente creíble para no levantar sospechas al abandonar el lugar de inmediato tras la llamada de Gato, si bien al General le parecía una idea un poco descabellada el intentar atrapar a Rogelio López en una isla, aún así desplegó una gran tropa encubierta a su cargo y el mismo se puso a la cabeza de la operación que podía significar para él el logro más grande de su profesión.
Las cartas estaban echadas era cuestión de tiempo para que aquella isla ardiera no a causa del intenso sol sino por las balas.
Rogelio se reunió con sus infiltrados que lo esperaban en una propiedad vecina a la del Diablo, estos tenían en su poder armamento, municiones y las provisiones necesarias para una guerra a muerte entre carteles.
— Señor Rogelio López, estamos muy complacidos de tenerlo entre nosotros. Cómo usted ve estamos preparados para recibir su orden de aplastar el Diablo y su gente, solo tengo una inquietud ¿Dónde se encuentra la señorita Karina?– dijo el líder de del grupo con voz de mando.
Editado: 28.10.2022