El diario de Damiana

Mayo 01. Betty

 

Hoy se inicia un nuevo mes, es un nuevo día.

Pero para mí no trae nada nuevo, nada novedoso, excepto... más malestares y dolencias. El nuevo es un fuerte dolor y rigidez en la nuca. Creo que debe originarse por las muchas horas que paso sentada escribiendo, pero fuera de eso, absolutamente nada más.

 

 

Cuando Daniel me llevó de regreso a casa, era más de media noche; y como siempre, la casa estaba sola y silenciosa, por lo tanto, nadie se percató de mi ausencia, excepto nana-Letty, pero ella solo reparó en que yo llegase con bien. Entré en mi alcoba y me coloqué mi pijama. Me disponía a meterme en la cama cuando escuché a mi hermano entrar en su dormitorio. Salí y me dirigí a su alcoba, cuando entré empacaba una maleta. Al verme se acercó y como siempre lo hacía, me dio un beso en la frente.

¿Dónde estabas? preguntó preocupado.

Donde Caty mentí nerviosa.

La próxima vez que salgas con Catiana, quédate en su casa, no quiero que estés a estas horas por las calles, ¿entendido? asentí, desviando la mirada.

¿A dónde vas? pregunté viendo la maleta en la cama.

A Villa Andrés.

¿La hacienda de los Regueiro?

Así es, voy a pasar unos días allá con Jessica lo miré desconfiada—. Sí, ¿Qué te extraña?, somos buenos amigos aclaró sentándose en la cama.

Sabes, Jonathan... este viajecito me parece muy extraño apunté escéptica—. ¿No será tal vez, que convenciste a Jessica de que te alcahueteara tu estancia allá con alguna amiguita? sonrió travieso—. Pero bueno respiré desinteresada—. Yo quiero hablar contigo de otra cosa informé sentándome a su lado, seria.

¿De qué se trata, por qué tanta seriedad? preguntó preocupado.

¿Por qué no me dijiste desde un principio quién era esa Beatriz, la famosa prometida de papá?

Ah, ya la conociste, ¿tuviste el placer de conversar con ella? preguntó sarcástico

Contéstame, por qué no me dijiste nada

Porque no lo creí conveniente

¿Conveniente?... aún crees que soy una niña a la que se le tiene que ocultar todo reproché molesta—. Aunque tú y papá no lo quieran aceptar, ¡crecí!... hace mucho tiempo... hace mucho que me doy cuenta perfectamente de lo que sucede a mi alrededor.

Lo sé, Dam, no lo hice por eso. Fue todo lo contrario aclaró conciliador—. Quería que la vieras primero. Si te decía desde un principio quién o cómo era ella, de seguro hubieses pensado que mentía.

Sí, tal vez tengas razón, lo siento consintió cariñoso—. ¿Desde cuándo la conoces?, ¿Cómo la conociste?, ¿Quién es ella?, ¿de dónde salió?, ¿Cómo la conoció papá?, ¿dónde...

Calma... me tomó de los hombros—. ¿Por qué tantas preguntas?, ¿Qué sucedió?

Cuando la vi llegar del brazo de papá, te juro, que creí que era la hija de la dichosa señora Valcárcel, o alguien por el estilo; rogaba porque no fuera la tan mencionada y maravillosa dama que papá me había descrito. Al verle su maquillaje recargado, su vestuario tan particular, puedo asegurarte que pensé encabezaba una de las funciones del circo, parecía más un payaso que una dama, que... me detuve—. Es muy hermosa, no lo pongo en discusión, pero igualmente es bastante desagradable.

Te entiendo, pero ¿Qué es lo que deseas saber?

Todo, necesito entender por qué papá está así y por qué tú estás tan molesto con esa relación, presiento que no son las mismas razones mías.

Dam, escúchame enfatizó muy serio—. Todo este asunto entre Víctor y yo, es muy delicado. Existe una razón muy poderosa por la cual no te he involucrado en todo esto.

Jon, por favor... necesito saber, no importa. Tu silencio, tu reticencia es lo que definitivamente empeora la situación, debo saber de qué se trata todo esto, dime, ¿no crees que es justo?

Lo justo no siempre es lo correcto.

¿Según quién? me miró pensativo.

Escucha, no estoy seguro de hacerlo, pero... respiró profundamente—. Tienes razón, debes saber a qué y a quién te estás enfrentando.

Me lo contarás entonces asintió disconforme.

¿Recuerdas a Betty? asentí confundida—. Ella es Beatriz lo miré perpleja—. Ella es aquella muchacha de la que te hablé, la que traje un día a casa y te la presenté, ¿recuerdas? asentí—. La conocí hace poco más de cuatro años en un seminario que se llevaba a cabo en la universidad y mantuvimos una relación por unos meses.

Pero Betty tenía el cabello negro, Beatriz es rubia y extremadamente delgada, Betty no. Yo no la recuerdo muy bien, solo la trajiste a casa una o dos veces, pero recuerdo a una persona completamente diferente.

Pues en algo tienes razón, no son la misma persona. En ese entonces Beatriz era completamente diferente a lo que es ahora. Era una mujer sencilla, tierna, muy alegre, llena de sueños; poseía una mirada ingenua pero inquietante, perturbadora. Desde el primer momento en que la vi no pude dejar de pensar en ella.

Tú la amabas recordé confusa.

Me enamoré como un loco confirmó impasible—. Hice todo para conquistarla, no fue fácil, pero lo logré sonrió irónico—. No pensaba nada más que en ella, vivía solo para ella. Beatriz no tenía muchos recursos económicos, pero a mí nunca me importó, es más, trataba siempre de ayudarla, de procurarle todo lo que ella necesitaba... pero casi nunca aceptaba nada más allá de lo necesario. Yo creía que no existía una mujer en este mundo mejor que ella, íntegra, correcta, honesta, que me amaba por lo que yo era, no por lo que le podía proporcionar.



#7 en Joven Adulto
#172 en Novela romántica

En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 13.04.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.