El diario de Damiana

Mayo 04. París

 

Mi relación con Daniel marchaba mejor de lo que yo jamás llegué siquiera a imaginar.

Él era sencillamente maravilloso. A su lado pasaba instantes mágicos, momentos inolvidables. Era la primera vez que me enamoraba y lo había hecho de tal forma que sentía y aún siento que nunca más amaré igual. Es que, Daniel era sumamente especial, encantador, indescriptiblemente fascinante, no solo por su atractivo físico, sino por esa extraordinaria manera de tratarme, de hacer de cada momento juntos algo que ha quedado imborrable en mi mente y en mi corazón.

Llegó a mi vida y le dio el sentido que por diecisiete años yo no le había encontrado; le dio color a una existencia que hasta entonces había sido para mí insípida y descolorida. Cada momento, cada detalle, cada palabra, cada gesto, cada mirada, cada abrazo, cada caricia le inyectaba vitalidad y energía a un amor desmedido que día a día crecía y crecía por y para él.

Al principio tenía muchas dudas, innumerables temores. Temía ser muy inmadura para alguien como él, podría parecer torpe e infantil, mojigata, en fin... temía igualmente que todo aquello no fuese real, que en cualquier momento todo aquel universo se comenzase a resquebrajar y terminara por partirse en mil pedazos. Pero no fue así. Ninguna, ninguna de mis dudas, ninguno de mis temores, tuvo fundamento; Daniel poco a poco fue sofocando cualquier llama de inseguridad que osara o intentara arder. 

Me hacía sentir respetada, casi venerada. Hacía que mi corazón latiese al ritmo de sus besos, de sus palabras que eran para mí un elixir para cada uno de mis sentidos; de sus caricias que poco a poco iban despertando en mi piel deseos y pasiones nunca antes siquiera concebidos o imaginados.

A su lado todo carecía de importancia.

No me importaba mi padre y su futuro matrimonio. No me importaba Catiana y su desenfrenado comportamiento. No me importaba Karla, ni dónde pudiese encontrarse, ni por qué se había marchado. No me importaba Jonathan y su nueva y misteriosa relación. No me importaba nada... todo quedaba por fuera del círculo mágico que Daniel construía a nuestro alrededor y aunque conversábamos y tratábamos todos estos temas, era como si él hiciese que desaparecieran, que se esfumaran todas y cada una de mis angustias y mis preocupaciones.

Igual esos temas tan indeseables los trataba mejor con Harry. Con Harry estaba libre de todas aquellas pasiones que me distraían.

 

 

Una tarde, días después de que Catiana me contara de su accidente con Andrés, conversábamos juntas en la piscina de su casa. Estaba relativamente tranquila, cosa realmente positiva, debido al estado en que se encontraba últimamente, aunque el tema de conversación era uno solo: Andrés. Una que otra vez, tocábamos temas relacionados con otras cuestiones, pero su interés principal era Andrés.

Ayer almorcé con Harry me contaba entusiasmada—. Hablamos un rato y después me llevó a la universidad.

Me alegra que se estén llevando tan bien loé complacida—. Yo sé que su amistad puede ayudarte, reconfortarte.

En lo único realmente que él puede reconfortarme y en lo que quiero que me ayude es con Andrés sonrió distante—. Cuando almorzábamos lo llamó Silvana, esa novia desagradable que él tiene, y parece que se molestó porque quería que Harry fuese a buscarla inmediatamente, pero él le dijo que no, que estaba conmigo y que más tarde pasaría por ella. No sé cómo se la soporta, es bien desagradable.

Yo la conocí hace poco comenté de acuerdo—. Harry y yo nos veíamos una película en su apartamento cuando ella llegó. Me sentí bastante incómoda pues no disimuló el disgusto que sintió al verme ahí. Harry la invitó a que nos acompañara, pero dio media vuelta y se fue.

¿Qué hizo Harry?

Se sentó a mi lado y seguimos viendo la película sonreímos divertidas—. Él me dijo que ella era así, que no me preocupara, que cuando se le pasara la pataleta regresaría.

Pues que mal comentó molesta—. Harry es un ser maravilloso no se merece una mujer así a su lado.

Van a casarse dentro de poco contradije neutral—. Deben amarse o sino no seguirían adelante con los planes. Además, según lo que él me ha dicho, llevan una relación ya bastante larguita, o sea que se entienden.

¿Te ha dicho que la ama?, porque yo le pregunté y solo sonrió.

La verdad es que no con esas palabras reconocí intentando recordar—. Nunca ha mencionado las palabras mágicas.

Ese es mi punto... por ejemplo tú... es solo que te diga Daniel y la palabra amor se te desborda por todos lados sonreí divertida—. A eso me refiero.

Cada quien tiene su manera de amar. Tal vez para ellos esa es la que tienen. No tiene por qué ser la correcta o la "adecuada".

El amor es amor, Dami, se siente, se nota, se observa, se aprecia a simple vista. Mírame, no crees que tengo cara de estúpida, que digo, de enamorada reímos animadas. Entonces sonó el teléfono. Era Daniel—. Contesta, yo te espero.

¿Dónde estás? preguntó cariñoso.

Con Caty, ¿quieres venir?, de paso se conocen por fin.

No puedo declinó rápidamente—. Estoy algo ocupado en estos momentos, no puedo ir cortó serio—. Necesito hablar contigo urgentemente informó. Se oía un poco intranquilo, algo preocupado—. Hay algo que tengo que comunicarte.



#7 en Joven Adulto
#172 en Novela romántica

En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 13.04.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.