El diario de Damiana

Mayo 06. La Boda

 

Pasaron los días… diez, para ser exactos y llegó el tan mencionado y poco añorado matrimonio.

Daniel y yo nos veíamos constantemente. Algunas veces iba a su apartamento después de la escuela y almorzábamos juntos; otras veces nos veíamos por las noches; en algunas ocasiones solo íbamos a su apartamento, cenábamos y charlábamos hasta que llegaba el momento de regresar a mi casa. La idea del matrimonio de mi padre me era realmente desagradable, para nada placentera y eso ocasionaba muchas caídas en mi estado de ánimo. Daniel era el bálsamo para toda aquella sobrecarga emocional; era la otra cara de la moneda; junto a él todo lo demás carecía de importancia, todo, absolutamente, todo perdía validez, solo éramos él y yo.

Paralelamente, Harry y yo en esos días afianzamos nuestra amistad, nos veíamos frecuentemente; casi siempre después de que terminaba sus turnos en la clínica; compartíamos un rato realmente agradable. En algunas ocasiones Daniel nos acompañaba, en otras, Catiana lo hacía, pues también para ella, la compañía de Harry resultaba realmente amena y placentera. Hablábamos de muchas cosas, algunas triviales, nimias, intrascendentes, solo disfrutábamos de la mutua compañía, pero otras veces, inevitablemente, tocábamos ese tema que me producía tanto escozor. Harry me escuchaba y de una manera u otra me hacía siempre, ver la realidad de una forma diferente y con sus palabras lograba mitigar aquella tormenta que caía precipitada dentro de mí.

- ¿Por qué no hablas con Beatriz? –sugirió una tarde, en una actitud conciliadora– Tal vez, en realidad ama a tu padre. Debes darle una oportunidad.

Y eso hice.

Días antes de la boda fui a su apartamento. Fue difícil obtener la dirección o por lo menos, su número telefónico; nunca antes había hablado con ella, ni siquiera por teléfono, al parecer a la honorable prometida nunca le interesó entablar algún tipo de relación con la hija de su futuro esposo; pero torturé tanto a Jonathan hasta que accedió a darme la dirección. Él no estaba de acuerdo con que fuera a hablar con Beatriz, según él, esa conversación no tenía lógica, ya que, para él, ella era una farsante. Sin embargo, fui decidida a hablar con ella. Lo había pensado bien y coincidía con Harry en que Beatriz merecía ser escuchada y yo estaba dispuesta a hacerlo.

Cuando llegué a su apartamento y fui anunciada por el conserje, la visita la tomó tan de sorpresa que durante unos segundos permaneció en silencio antes de autorizar mi ingreso.

- ¿Qué quieres? –preguntó una vez abrió la puerta.

- Hablar contigo, obviamente, ¿puedo pasar? –trataba de mantenerme tranquila, pues entendía que la prometida ya manejaba suficiente tensión y predisposición– Seré breve –me miró inquieta– No estoy para nada de acuerdo con este… matrimonio –su rostro se enrojeció y se cruzó de brazos– Sé que fuiste novia de Jonathan y sé cómo terminó todo y la verdad es que… –respiré profundo pues comenzaba a alterarme– La verdad es que todo me parece repulsivo.

- ¿Qué es lo que quieres, niña? –preguntó molesta– ¿Quieres que no me case con Víctor? –sonrió burlona– ¡Eso ya está decidido!

- Lo sé –contesté seria– Sé que eso no tiene vuelta de hoja.

- Entonces, ¿qué es lo que quieres?

- Beatriz… solo quiero hablar contigo –me miró preocupada, me senté a un lado haciéndome espacio en el sofá de la sala, el cual estaba repleto de paquetes– Yo solo conozco la versión de Jonathan, Víctor solo me ha desdibujado sus porqués, pero no sé qué pasó contigo… no sé… pensé que tal vez… mereces ser escuchada antes de ser juzgada –me miró perturbada, claramente conflictuada con mis palabras– Yo no vengo para que me cuentes lo sucedido –aclaré amable– Solo quisiera saber si tus sentimientos hacia Víctor son sinceros, si realmente lo amas a él, o a lo que él te ofrece.

- Sabes… –sonrió bajando las barreras– Cuando Víctor me hablaba de ti, siempre te imaginaba como una niña de cola de caballo y jardinera; a pesar de que evidentemente eres ya una mujer, definitivamente para él sigues siendo una niña. De hecho, yo te recordaba solo como eso, como una niña, de cuando fui con Jonathan a tu casa –quitó uno de los paquetes y se sentó– No voy a discutir contigo los motivos que me atan a tu padre, no porque no quiera, sino porque sencillamente son tan complejos que no terminarías de entenderlo –me miró fijamente– Sé que mi edad te confunde, eso es lógico y mis antecedentes, como lo has mencionado, pueden resultarte repulsivos –sonrió nuevamente– Pero no soy del todo la bruja que Jonathan te ha hecho creer, con el tiempo tú misma te darás cuenta. En la vida suelen cometerse errores que se pagan caros o que demandan una gran pérdida, tal parece que ese es nuestro caso.

- Sabes, Beatriz, escucharte me desconcierta –confesé sinceramente– La primera vez que te vi, te noté tan vacía y superficial que realmente pensé que en tu cabeza los pensamientos no se coordinaban –sonrió divertida.

- Suele sucederme –admitió sin resentimientos.



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En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 13.04.2024

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