Mayo 08. 9:15 a.m.

… Otro día más…

Son las 9:15 de la mañana.

Hoy es… es… no lo sé, no sé qué día es hoy… no sé.

¡Quién sabe! ¡Qué importa!…

Para mí los días no tienen ningún sentido porque no estás a mi lado.

Tu ausencia hace insoportable esta soledad que cada día me devora mucho más.

Te fuiste sin avisar y pasan los días y las noches sin tener noticias de tu regreso. De ti solo me han quedado los recuerdos y esta tristeza que me carcome sin piedad.

A tu lado… cada instante era sublime, cada momento era prodigioso; las horas, los minutos, los segundos… tenían un tibio sabor a ambrosía. Pero ahora… el tiempo es insulso, trivial, ilógico… cada tic tac es doloroso, pesado, agobiante… insoportable.

Por las noches… el silencio, el frío, la oscuridad… todo me tortura porque estaba acostumbrada a tu compañía. La agonía me impide conciliar el sueño… un sueño que deseo eterno, vacío, interminable.

Luego llega el día y… no soporto escuchar el sarcástico canto de los pájaros, no soporto la energía de los rayos que se cuelan cínicos por mi ventana… desprecio y aborrezco la dicha de quienes afuera sonríen… ¿Por qué sonríen?, ¿por qué?… Tú no estás… no estás y todo es tan oscuro, tan absurdo, tan falso… tan desierto, tan vano…

Los días siguen pasando y no me importa porque no vivo su transcurso a tu lado.

Y sin ti, Daniel… nada importa.

¡Nada!