El diario de Damiana

Mayo 27

Hace tres días ya, que Harry me llevó a rayos X.

Desde entonces no intercambiábamos más de dos palabras y solo las estrictamente necesarias.

- Lo siento, Damiana -se disculpó esta mañana cuando vino a examinarme- Sé que no debo presionarte de esa manera. Me alteré un poco y por eso actué de esa manera. Nuevamente, lo siento -lo miré conmovida. No me gusta estar disgustada con él.

- Yo también te ofrezco mis disculpas. Reconozco que suelo ser un poco grosera, algo malcriada, pero no tengo que serlo contigo -le ofrecí mis manos y las sujetó fuertemente- Tu compañía es lo único que tengo y no quiero perderte.

- No es así, no es lo único que tienes -insistió discreto- Pero eres tú misma quien tiene que entenderlo -guardé silencio- Mírame -pidió dulcemente, agachándose frente a la silla de ruedas- Debes dejar de ser tan testaruda y caprichosa -sonreí triste. Acaricié su mejilla.

- Y tú debes dejar de ser tan latoso -sonreímos divertidos.

- Si te digo las cosas es porque realmente me importa tu bienestar. Me preocupo porque mejores, porque por fin salgas de este lugar.

- Lo sé -lo abracé fuerte, muy fuerte y besé efusivamente su mejilla. Harry correspondió a mi abrazo y besó tiernamente mi mejilla- A propósito... últimamente me he sentido mucho peor de lo normal -asintió reservado, incorporándose- Me has recetado una cantidad de medicamentos que aún no logro digerir del todo y esos exámenes tan extraños -lo miré recelosa- Dime, ¿qué pasa conmigo?, no puedo salir en las tardes porque las luces fuertes me producen mucho malestar; los dolores de cabeza son insoportables y ni hablar de los vómitos, de la somnolencia... en fin, dime, ¿de qué se trata todo esto?

- Solo puedo decirte que estoy trabajando para que esos malestares y dolencias pasen pronto; para que te mejores y te sientas completamente aliviada.

- Pero...

- No insistas, no te diré nada más -cerró terminante- Debo irme -huyó abriendo la puerta- Tengo asuntos pendientes que debo atender. Te prometo que cuando sanes completamente hablaremos al respecto.

No logro explicarme por qué me oculta lo que tengo. ¿Será acaso tan grave que por eso teme decírmelo?, ¿será acaso que estoy al borde de la muerte?, No, no creo tener tanta suerte; solo una vez la tuve y fue cuando conocí a Daniel, pero irónicamente, se marchó junto con él.

Pero entonces... ¿por qué se niega a decirme la causa de todos mis malestares?, ¿por qué de una vez por todas no es franco conmigo y me informa de mi estado actual de salud?

Me inquieta mucho su silencio.

No me agrada que me guarde ningún tipo de secreto, porque por culpa de los malditos secretos perdí a Karla, a mi padre, casi pierdo a Jessica y... Catiana..., bueno, pasó todo lo que pasó con Catiana.

No quiero más secretos.

¡Estoy harta de los secretos!

 



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En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 13.04.2024

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