El diario de Damiana

Junio 04. El padre que yo conocí

Hoy el cielo está nublado.

No necesito verlo para darme cuenta. Es extraño en esta época del año que el cielo se inunde de nubarrones. Pienso tal vez que él siente mi dolor y hoy lo refleja en todo su esplendor.

Este día nublado me ha llevado a recordar una mañana de invierno, hace muchos años atrás.

Es cómico. Cualquier cosa, cualquier sonido, cualquier situación, me hace, inmediatamente, evocar recuerdos pasados, muchos recuerdos que a veces creía completamente borrados de mi memoria.

Es así como hoy recuerdo cuando yo tenía alrededor de 5 o 6 años y sentada en las piernas de mi padre, contemplábamos el caer de la lluvia. Recuerdo perfectamente su rostro tranquilo, sobrio, lleno de calma y con una agradable expresión. Recuerdo también que algo me decía, las palabras no las logro recordar, pero no me importaban las palabras, era feliz en sus brazos, era dichosa solo escuchando el timbre de su cálida voz.

Desde entonces, desde tan corta edad, yo ya lo admiraba, lo respetaba, casi lo idolatraba. Sentía por él un cariño infinito y a pesar de los duros golpes físicos y emocionales recibidos por él mismo, nunca dejé de sentir ese gran amor que aún me acompaña.

Desde que tuve uso de razón, se convirtió en mi ejemplo a seguir, en mi inspiración. Quería ser igual a él, quería ser una triunfadora, una mujer exitosa, segura de mí misma, inteligente, ágil y talentosa en el mundo de los negocios, en fin, quería ser su mayor orgullo, porque él para mí lo era todo.

Pero un día... cambió.

De un momento para otro se convirtió en un hombre completamente diferente, muy distinto a lo que siempre fue y solo Dios y él conocen las verdaderas razones de su abrupto e inesperado cambio.

Tal vez el amor que sentía por Beatriz cegó su razonamiento, tal vez el temor a perderla lo hizo cometer tantos errores y lo llevó a comportarse de aquella manera. Tal vez siempre fue así...

No lo sé...

Solo sé que nunca dejé de amarlo, en ningún momento y bajo ninguna circunstancia.

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La penúltima vez que lo vi, fue días antes del regreso de Catiana.

Una tarde por casualidad me encontré con él nuevamente. Jonathan y yo habíamos salido de compras esa tarde a un centro comercial; salíamos de un almacén de ropa infantil cuando chocamos con Víctor y con Beatriz, quien, para nuestra sorpresa, estaba embarazada. Al verlo una fuerte emoción contrajo mi pecho, al mismo tiempo que la tristeza lo embargaba y un nudo lastimaba mi garganta.

Hola -exclamé al salir de mi asombro. Pero no recibí respuesta verbal alguna, solo sus ojos nos miramos a Jon y a mí, con un profundo desprecio y un desconocimiento apabullante.

Hola, Elizabeth -fue Beatriz quien saludó.

Vamos -ordenó Jonathan y sujetándome fuertemente me sacó de aquel desagradable encuentro.

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Hoy... lo recuerdo con especial cariño.

Todo este tiempo aquí en el hospital me ha ayudado a borrar de mi corazón cualquier asomo o vestigio de rencor que pude en algún momento sentir.

Trato siempre de recordar al padre amoroso, cariñoso, tierno, comprensivo, entregado, respetuoso, amable, admirado; pues, en realidad, para mí ese siempre fue Víctor, el padre que yo conocí, que amé y al que en esta profunda soledad extraño y añoro.

 

 

 



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En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 13.04.2024

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