El diario de Damiana

Epílogo

 

La noche está fría. Las calles están solitarias y una tenue lluvia cubre toda la ciudad. Enfrente una farola titirita intermitente. Me abrigo un poco más con mi manta acolchada, una fría brisa se cuela por la ventana del balcón donde observo distraída cada gota caer.

—¿Qué haces aquí? —Harry llega, me abraza por la espalda y besa dulcemente mi cuello. ¡Dios! Qué bien se siente.

—Contemplo la lluvia, sabes que la amo —contesto recostándome a él y descansando mi cabeza en su pecho.

—Sí, lo sé.

—¿Sabes que me gusta más que la lluvia? —doy media vuelta y quedo frente a él, abrazando suavemente su espalda y acercando mis labios a los suyos.

—¿El helado de chocolate? —bromea acariciando con su mano mi mejilla.

—Sí, también —sonrío encogiéndome de hombros. Lo abrazo un poco más fuerte— Tú me gustas mucho más —susurro en sus labios y luego los beso con dulzura.

Harry me atrae aún más a su cuerpo y corresponde a mi beso con ternura y pasión. Yo estoy sumergida entre el repiquetear de las gotas en mi ventana y el exquisito placer que siento en los brazos de Harry. Él despierta en mi cuerpo una pasión nunca antes experimentada. Hace que mi piel y mis sentidos enloquezcan con el simple roce de sus manos. Y eso me cautiva y desborda mi corazón.

Con Harry no solo hay ternura, dulzura y amor, sino una pasión desenfrenada y descontrolada que hemos despertado entre los dos.

—Daniel Ricardo, está con los abuelos, estará con ellos todo el fin de semana —comenté mirándolo insinuante.

Con su mirada intensa y sus labios curvados en una risa cómplice, me levanta por las caderas y sin espera enrollo mis piernas en su cintura, compactándonos en un abrazo febril y besos ávidos y ansiosos.

No solo lo amo profundamente, sino que lo deseo absurda e incontrolablemente.

Tal vez porque a su lado no hay secretos, no hay intrigas, no hay engaños, ni mentiras. A su lado me siento confiada, amada, respetada, adorada y valorada. Él puede ver a través de mi mirada y yo puedo leer perfectamente la suya. Nos conocemos demasiado bien y nos entendemos mucho mejor.

Toda nuestra historia juntos hizo posible este momento. Este momento sublime y maravilloso en donde he comprobado una vez más que el amor es definitivamente vida, luz y esperanza.

La felicidad que una vez se alejó de mi vida y se extravió por muchos años, por fin encontró la ruta directa hasta ella y ha llegado para instalarse definitivamente. Ya ha quedado radicada y nacionalizada, ya hace parte de mi existencia.

Por fin soy plenamente feliz y no pienso soltarla esa felicidad nunca más. Con Harry a mi lado, sé que puedo enfrentar cualquier cosa que la vida me depare. Juntos, podemos superar cualquier obstáculo y hacer realidad nuestros sueños más anhelados.

La lluvia sigue cayendo, pero ya no me importa. Estoy en los brazos de Harry y eso es todo lo que importa. Juntos, podemos enfrentar cualquier tormenta y salir victoriosos. Y así, cerrando los ojos, me dejo llevar por la pasión y el amor que siento por él.

Nos besamos apasionadamente mientras la lluvia sigue cayendo, formando un telón de fondo perfecto para nuestra pasión. Harry me lleva en brazos hasta el dormitorio, donde nos deshacemos de nuestras ropas con ansia y urgencia. La pasión y el deseo se apoderan de nosotros mientras nos entregamos el uno al otro, sin inhibiciones, sin temores, solo con amor.

—Te amo, Damiana —dice Harry, acariciando mi cabello.

—Y yo te amo a ti, Harry —le respondo, con el corazón latiendo cautivado en mi pecho.

Hacemos el amor con entrega, perdidamente enamorados, dándonos todo lo que sentimos, sin reservas, sin miedos, sin temor. Luego, nos quedamos abrazados, sintiendo el calor mutuo de nuestros cuerpos y la dulzura de nuestro amor. Hablamos en susurros, sobre nuestros sueños y esperanzas para el futuro, sobre cómo nos hemos transformado mutuamente en personas más fuertes y felices.

—Estoy tan agradecido por tenerte en mi vida, Damiana. No puedo imaginar mi vida sin ti —dice, acariciando mi cabello con ternura.

—Yo también te amo, Harry. Eres mi razón de ser y mi todo —le respondo, abrazándolo con más fuerza.

Me aferro a él contra su torso, sintiendo cada latido de su corazón en mi pecho.

La lluvia sigue cayendo, creando una sinfonía suave y melancólica que nos arrulla y nos envuelve en su magia. Nos quedamos en la cama, disfrutando del calor y la cercanía del otro, hasta que nos quedamos dormidos, abrazados uno al otro.

A la mañana siguiente, nos despertamos juntos, con los rayos del sol filtrándose a través de las cortinas. Harry me besa suavemente en los labios.

—¿Qué te parece si hoy salimos a caminar juntos y exploramos la ciudad? Quiero mostrarte algunos lugares que aún no conoces.

—Me encantaría, Harry. Contigo cualquier cosa es maravillosa —le respondo con una sonrisa.

Y así comenzamos un nuevo día juntos. Enamorada y agradecida por tener a Harry a mi lado, por el amor que nos une y por el futuro que tenemos por delante. Nos pertenecemos el uno al otro, sin reservas ni secretos, solo amor y pasión. Sé que él y yo podemos enfrentar cualquier obstáculo y superarlo con la fuerza de este sentimiento que día a día crece más y más.

 



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En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 13.04.2024

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