El Diario De Diana

8.

Ayer había tenido el sueño más maravilloso del mundo y yo que creía que todo era real, pero Diana nunca estuvo ahí, fue Fernanda. No entendí el porqué me levanté de la cama dormido y porque volví a sentir esos sentimientos que solo la chica que amo me puede hacer sentir. Recuerdo que cada vez que ella me besaba con mucha ternura, sentía como todo a mi alrededor desaparecía y no había nada que me hiciera sentir una paz en mi interior. Ayer me hizo sentir eso de nuevo, pero no era Diana, era Fernanda. Quizás es porque todavía está vivo el recuerdo del último beso que le di a ella.

 

⁘⁘⁘

 

Diana y yo nos besábamos con mucha pasión. Le tomé la cintura como solía hacer antes de que todo se viniera abajo. Ella comenzó a acariciarme el cuello. Me pegué más a ella y coloqué mis manos bajo su blusa que, si no me equivoco, era color rosa. De repente me dejó de besar y trató de empujarme.

 

—Esto no... Está bien... No me quieras... Volver a engañar —me dijo tratando de alejarme, pero mi agarre era más fuerte. Ella trataba de no verme a la cara.

 

—¿Cómo te hago entender que lo que siento por ti es verdadero? —le pregunté con tanta tristeza. Ella me vio a los ojos y pude notar dolor en su mirada.

—Yo ya no puedo confiar en ti... No después de lo que hiciste —me respondió. Entonces suspiré y apreté los ojos, luego los abrí y ella me veía confundida. Tomé su mano.

 

—Diana, por favor; siente cómo late mi corazón —ella no quería, pero no dejé de soltarla. Ella se sorprendió al sentir que mi corazón latía a mil por hora por ella—. ¿Ves?... Este corazón late por ti.

 

Ella comenzó a llorar y me dolió verla así.

—No puedo con esto, lo mejor es que te vaya —se soltó de mí y empezó a caminar hacia la puerta pasando por su cama porque estabamos en su habitación, pero yo la detuve. Sin embargo, ella se resbaló y caímos en la cama; yo sobre ella.

 

Ella cerró los ojos y yo coloqué mis dedos para secar sus lágrimas con delicadeza, también quité un mechón de su hermoso cabello que estaba en ese rostro tan bello. Y ella abrió los ojos y nos vimos por un par de minutos. Empecé a acariciar sus mejillas y luego me acerqué un poco más; y la besé de nuevo. Ella también me besó hasta el momento en que ella ya no podía más y me empujó, luego me gritó que me fuera y obedecí. No la seguí para no presionarla más.

 

⁘⁘⁘

 

—Fernanda yo… —ella me interrumpe.

—No te preocupes, entiendo y no diré nada de lo que pasó —dice apenada—. Mi error fue haber entrado sin permiso a tu casa.

 

—Es cierto, ¿cómo entraste a mi casa? —le pregunto.

—Me encontré a Alejandro afuera de tu casa y estuvimos platicando; él fue quien me abrió la puerta y es que necesitaba hablar contigo —responde nerviosa. Nos quedamos callados y yo volteo a mi cama, veo el diario de Diana y rápido trato de esconderlo.

 

—¿Qué necesitas, Fer? —le pregunto y ella se queda callada por un rato.

—No, ¿sabes qué? Fue un error haber venido, mejor me voy —dice toda nerviosa y sale corriendo. Me levanto rápidamente para seguirla y saber por qué estaba actuando así, pero ya no la alcancé.

 

Me empiezo a cuestionar las actitudes de esas chicas, regreso a mi habitación y veo el diario, entonces decido leerlo para conocer mejor a Diana de una vez por todas.

 

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Querido Diario:

 

Te quiero contar que hoy fue el día más hermoso de mi vida. Lucas me había invitado a pasear después de clases. Me invitó a un acuario. Jamás había ido ahí y me encantó mucho la sorpresa. Me dijo que eso podía ayudarme al proyecto de biología. Tenemos que hacer un ensayo sobre la vida de los animales y pues es una buena idea entregar una con el tema de los animales acuáticos.

Estuvimos caminando bajo el túnel viendo como pasaban cada especie de peces y otros animales. Todo era increíble. Entonces le agradecí muchas veces a Lucas por esto. Coloqué mis manos sobre su cuello y le sonreí. Él me veía extraño y luego me preguntó qué estaba haciendo, le dije que él es el novio perfecto para mí.

Lucas se tensó y no sé por qué, pero eso no importa; después de eso me sonrió y me besó. Lo amo demasiado diario. Es tan bello. Soy tan afortunada de tener un novio como él.

 

Te escribe tu amiga, Diana.

 

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Guardo el diario de Diana en la gabeta y me recuerdo de ese momento del cual me siento culpable. Bajo las escaleras para cenar y noto a Juan, mi hermano, con los pies sobre la mesa leyendo una maldita revista de chicas en bikini. Ruedo los ojos; siempre es lo mismo con él. No sé ni a qué horas entró a la casa. Juan es mi hermano mayor.

 

—Hola hermano, qué bueno que sales de tu cuarto... ahí te dejé tu cena y no olvides tomar el dinero que está sobre la refrigeradora para mañana; además les dejé preparado el almuerzo, se hacen el desayono y la cena —entra Erick, mi otro hermano mayor, a la cocina todo apresurado para ir a trabajar. Él viaja mucho igual que mis padres.

 

—Está bien hermano, gracias —le digo. Él sonríe.

—Bien... los dejo que ya voy tarde para tomar el vuelo... Juan cuida a tu hermano y baja los pies de la mesa —dice como padre autoritario tomando su mochila. Erick ocupa ese lugar en auscencia de mis padres Juan obedece sin dejar de ver esa revista y él toma esa postura cuando se va mi otro hermano. Entonces Erick se acerca, le quita la revista y lo tira a la basura—. Deja de leer esas porquerías, búscate una novia, tarado, o busca algo productivo que hacer.




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