El Diario De Diana

12

Eran las dos de la mañana y tenía que irme antes de que los padres de Diana nos encontraran desnudos en la cama de ella. Diana se encontraba durmiendo; así que me levanté con cuidado, pero antes le di un pequeño beso en su espalda desnuda. Me vestí y con cuidado me acerqué a la ventana. Sin embargo, Diana se despertó de todos modos. 

—¿Ya te vas? —me preguntó triste. 
—Sí, no quiero que te metas en problemas con tus padres por culpa  —le respondí. 
—Está bien, ¿Te veo más tarde?  —ella hablaba como afirmando, pero más bien era una pregunta. 

—Quizás en la universidad —le respondí y ella asintió. Me volvió a decir que me amaba y yo solo pude decirle. —Igual, adiós. 

⁘⁘⁘ 

Si mi memoria no me falla, podía jurar que eso le dolió a Diana y cuando estaba camino a casa, me sentí tan fatal y empecé a cuestionarme qué me estaba pasando. ¿Por qué me sentía mal por ella si siempre he sido así con todas las mujeres? Realmente era un idiota. Ahora que ya no tengo a Diana, me parte el corazón. 

—¡Hermano, abre la puerta! —grita Juan desde el otro lado de mi habitación. 
—¡No quiero hablar con nadie! —exclamo desanimado. 
—¿Ni siquiera con Diana? —me dice y algo en mi se enciende. Rápidamente guardo el diario de ella en la gaveta y abro la puerta. 

—Vaya, por Diana si haces lo que sea —me dice Juan burlón. 
—¿Estás bromeando? —le pregunto molesto. 
—No, Diana si está allá abajo, aunque dice que es Cindy —me dice. 
—¿Entonces qué esperas? ¡Dile que suba! —le dije emocionado. 
—Ella no quiere subir, así que tendrás que bajar y yo me quedaré aquí para no estorbar —me comenta. 

—Bien, gracias —y voy corriendo a la sala donde creo que ella está. La veo sentada en el sofá y mi corazón se acelera. ¿Será que me extrañó por no estar en la universidad? Se sintió tan largo el día y apenas eran las tres de la tarde del día sábado. 

—Diana... hola  —le digo nervioso parado frente a ella. 
—Hola Lucas, soy Cindy, no Diana... Solo vine para dejarte los cuadernos que los profesores me pidieron que te los diera de lo contrario no vendría —me comenta. Me entristezco al saber que ella solo vino por ese favor que le pidieron. 

—Ah... gracias  —le digo. Ella se levanta y suspira. 
—Bueno, yo ya cumplí, así que me tengo que ir —me dice. Yo me pongo frente a ella para que no camine. 

—No tienes que irte  —hablo triste. 
—Debo irme antes de que vengan tus amigos para la fiesta y además no quiero estar aquí contigo —me comenta. 

—No habrá fiesta —le digo y ella me mira sorprendida porque sabe que siempre hago fiestas los fines de semana—. Por favor quédate conmigo. 

—No, yo no puedo quedarme contigo, menos sabiendo que me confundes con otra mujer —me dice dolida. 

—Por favor perdóname, yo te amo; deja de decirme que no eres Diana, te conozco —le suplico. 

—¡Por favor Lucas, ya no te engañes más; tú no la amas realmente, solo te sientes culpable por lo que hiciste y estás obsesionado con ella!  —exclama. Entonces agarro sus hombros con desesperación. Ella se asombra. 

—¡Eso no es verdad Diana, yo te amo de verdad y es cierto que me siento culpable por lo que te hice, pero eso es muy aparte de lo que siento por ti y me enoja que sigas fingiendo que no eres ella —comienzo a llorar. Jamás había llorado delante de una chica—. Por favor, tienes que creerme que estoy enamorado de ti. 

Ella me quita la mirada y trata de no llorar, pero sé que ella aún me ama como yo la amo a ella; ella era Diana. Hubo un silencio.  

—¿Por qué crees que soy Diana? —me pregunta. 
—Porque actúas y dices cosas igual que ella —respondo.  
—Diana debería de decir la verdad —susurra muy bajo, pero la escuche.  
—Hazlo, di la verdad —le pido.  
—Lucas, no soy Diana, entiéndelo de una vez por todas; me estás candando —me dice. 
—Y si no eres ella, ¿Entonces dónde está? ¿Por qué me hablas como si la conocieras a ella? —le cuestiono.  

—Lucas, no te engañes más; lo mejor es que te olvides de ella porque lo suyo ya no va a poder ser  —me dice ignorando mis preguntas y eso parte mi corazón en mil pedazos. Ella se aleja de mí hacia la puerta, pero antes de que salga le hablo. Yo estoy de espaldas hacia ella. 

—Antes de que te vayas...Solo quiero que sepas que no me rendiré hasta volverte a conquistar; no me importa si pierdo todo por ti y que todo el mundo sepa que te amo; hasta que no me demuestres lo contrario de que no eres Diana, seguiré creyendo que lo eres  —le digo llorando. Ella suspira exasperada. 

—Lucas por favor...  —la interrumpo y me doy la vuelta. 
—No me importa; arriesgaré todo por ti, aunque tú no quieras  —le comento. 
—No hagas esto, Lucas  —me dice preocupada. 
—No te preocupes por mí, estoy enamorado y no me rendiré  —le digo y ella trata de decir algo, pero no puede y se va. Yo me siento en el sillón a llorar porque me siento muy mal al saber que ella me rechaza. Sin embargo, yo no voy a descansar hasta volver a conquistarla.  

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Querido Diario: 

Desperté y me recordé de lo que pasó anoche con Lucas. Jamás pensé que llegaría a tanto con él. Lo amo demasiado, aunque hay veces que no sé quién es él realmente. Hoy que lo vi en la universidad, parecía que me estaba evadiendo pero no podía evitarme porque nos toca varias clases juntos. Así que traté de hablar con él y me dijo que no había problema, pero parecía raro. Sin embargo, aún así sentía que había algo que no estaba bien con él. Sentía como si había indiferencia conmigo. ¿Será que no le gusto lo que pasó anoche?  Tenía que hablar con Lucas, así que le dejé una nota en su casillero de que lo quería ver en su refugio. Llegué al lugar y creí que él no iba a ir. Así que cuando estuve a punto de irme, él apareció y me empezó a besar con desesperación. Traté de detenerlo, pero él no era Lucas en ese momento y entre besos me decía que lo volvía loco, que lo había embrujado y que no podía dejar de besarme, pero luego se fue sin decir nada más y me dejó sola en esa pequeña casa. La verdad no entiendo diario, él me confunde demasiado y no sé qué hacer. 

Te escribe, la confundida Diana. 


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Querido Diario: 

Han pasado varias semanas y Lucas ha actuado muy extraño. Desde que pasó aquella noche conmigo, me habla un día y otro día no. Me está molestando su indiferencia y su forma extraña de actuar, así que decidí enfrentarlo para aclarar todo. Entonces fui a su casa un viernes por la noche y olvide que él hacía sus fiestas. Toqué la puerta y me abrió la estúpida de Clara. Me preguntó que se me ofrecía y por qué estaba buscando a Lucas. Yo le contesté que tenía que hablar de un trabajo con él y ella no iba permitírmelo hasta que apareció Lucas. Él muy alarmado salió conmigo a la calle;, me tomó del brazo muy fuerte. Así que me solté y me enojé tanto que le grité que me dejara en paz si ya no quería nada conmigo. Que si le daba vergüenza; mejor la dejábamos hasta aquí. Entonces me empezó a gritar de que yo lo estaba dejando por alguien más. Me hizo otra vez un escándalo de celos y me dijo que nadie podía acercarse a mí porque era suya. Yo le comenté que no pertenezco a nadie, él intentó besarme pero lo empujé y lo bofeteé.  Empecé a caminar para regresar a casa y él no dejaba de perseguirme. Le grité que no me siguiera, pero en cuanto llegamos a un callejón oscuro; él me tomó del brazo y me empujó hacia la pared. Me comenzó a besar como loco y yo no pude resistir sus besos. Sentía que esto se iba a tornar más intenso, pero al fin lo detuve  y me fui corriendo. De verdad que yo no puedo con esto, diario. Él se está convirtiendo en algo extraño para mí. 

Te escribe, la desesperada Diana 
 




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