Día 35

Otro mes pasó en la comunidad.

Josefina, mejor conocida como la abuela, se enfermó.

Ella lo desestimó, dijo que se le pasaría enseguida y que no había de qué preocuparse. Nosotros le hicimos caso, total no era más que un simple resfrío.

Pero la cosa empeoró mucho. Al final lo que tenía derivó en una infección, y finalmente en una neumonía. La comunidad no contaba con los recursos necesarios para ayudarla, no tenía el material médico necesario. No había broncodilatadores, ni ningún antibiótico útil. Era casi un hecho que, si no lo hacía por mérito propio o por un milagro, no sobreviviría.

Alicia y Santiago nos ayudaron en todo lo que pudieron, que no era mucho en realidad. Hasta se ofrecieron para viajar a alguna ciudad en busca de material médico, que por otro lado también beneficiaría a la comunidad, pero Charlie les negó el permiso. Según él era peligroso salir en ese momento.

—Es un imbécil —Decía Alicia un día, mientras colocaba un paño frío en la frente de la abuela—. Un idiota egoísta, ¡cómo me gustaría golpearlo algún día!

—Lo peor es que la gente le tiene miedo —Continuó más tarde el mismo día—. Ellos tienen las armas, los recursos. Si hubiese un levantamiento no tendríamos oportunidad contra ellos. Somos muy pocos los que de verdad nos animamos, los otros están aislados por el miedo. Y no podemos hacer nada para convencerlos, ya lo intentamos varias veces.

—La única salida sería huir... —Dijo Santiago— Aunque por lo menos acá tenemos seguridad y comida, aunque no sea abundante.

—Antes las cosas no eran así... no iban tan mal.

Alicia y Santiago eran de los pocos que valían la pena en ese lugar.