Día 37

Lo primero que pensó Charlie cuando mamá le dijo que no, fue que había sido idea de Carlos. O eso es lo que escuché al otro día de la muerte de la abuela, mientras lo espiaba. En ese momento casi me descubren, por lo que decidí volver con Alberto.

Si me hubiese quedado solo un minuto más, habría escuchado que Charlie planeaba matar a Carlos, sacárselo de encima.

Si hubiese.

Unos días después de eso, retomamos las salidas nocturnas con los chicos, que habían parado cuando la abuela enfermó. Salimos a eso de la una de la madrugada por la cerca rota sin que nadie se diera cuenta. Llevábamos un poco de comida, lo justo para engañar al estómago.

Llegamos al bosque y nos acomodamos cerca del lago. Hacía frio, por lo que estábamos bien abrigados. A Adrián le dieron ganas de ir al baño y se alejó del grupo. Era típico de él, así que no nos preocupamos y comenzamos a preparar todo.

Pasó un buen rato, todo estaba listo, pero Adrián no había regresado.

— ¿Estará bien? —Se preocupó Lima.

—Supongo que sí, no escuchamos ningún ruido extraño... —Contestó Alejo encogiéndose de hombros.

— ¿Y si se perdió? —Pregunté.

—No lo creo —Respondió Lima—. Recorrimos este camino un montón de veces, ya debe sabérselo de memoria. Aparte, el bosque no es muy grande que digamos.

—Está oscuro y no se llevó ninguna luz. —Repliqué, cada vez más seguro de que se había perdido.

—Estoy con Ethan —Dijo Alejo—. Capaz se desorientó por algún motivo, como sea, voy a buscarlo. Cuando aparezca nos enteraremos qué pasó.

Lima estaba por responderle, cuando Adrián salió de entre los árboles, pálido.

—Tenemos que volver rápido. Después les explico. —Dijo, y sonaba tan nervioso que le hicimos caso sin pensarlo dos veces. En menos de diez minutos estábamos en el colectivo, y Adrián despertaba a mamá.

Ahí casi morimos todos, pero supusimos que había pasado algo muy grave si tenía que llamarla, por lo que lo dejamos hacer.

— ¿Qué pasa? —Inquirió ella con voz adormilada.

Y Adrián le contó todo. Nos contó todo.

—Estaba ya volviendo con los chicos cuando escuché pasos —relató—, por eso decidí esconderme y ver qué pasaba. Primero lo vi a Eduardo y me pareció extraño, pero no me acerqué. Un segundo después apareció uno de los hombres de Charlie —Carlos se movía inquietamente mientras lo escuchaba hablar—. Se le acercó por detrás sin que lo escuchara... y lo... y lo mató. Le clavó un cuchillo por la espalda —Susurró lo último, con lágrimas asomándose en sus ojos—. No pude hacer nada. Por un momento creí que había sido un error, que quizás lo habían confundido con una de las criaturas... Pero no fue así. El tipo agarró una radio que tenía en la cintura y dijo algo así como: "Ya está hecho, nos deshicimos de Carlos", y la voz de Charlie respondió del otro lado.

— ¡Qué hijo de puta! —Exclamó Carlos.

—Lo cubrieron con tierra y se fueron, eran dos. Esperé un poco y me acerqué a Eduardo para ver si había alguna posibilidad de que estuviese vivo, pero no. Así que regresé corriendo con los chicos.

—Pero... ¡¿Por qué?! —Exclamó mamá, furiosa— ¡¿Cómo pudieron confundirlo con Carlos?! ¡¿Y qué hacía él ahí?!

—Hace unas horas Charlie me mandó a llamar —Contestó Carlos—. Me dijo que tenía que decirme algo muy importante, que me esperaba en el bosque a la 1:30, y que no podía en otro horario ni en otro lugar. Yo contesté que iría, e iba a hacerlo, pero la comida de anoche me cayó muy mal y me dolía mucho el estómago. Así que Eduardo se ofreció a ir por mí, o al menos avisarle al sorete este porque no iba yo. Supongo que lo confundieron conmigo, quizás en la oscuridad no lo notaron. Aunque no sé el motivo.

—Yo sí sé el motivo, creo —Dije cuando terminó, y todos me miraron sorprendidos. Les conté lo que había escuchado unos días antes.

Charlie quería sacarse a Carlos de encima, y creía haberlo logrado. Teníamos eso a nuestro favor, aunque nos haya costado la vida de otro amigo.