El diario de Ethan (híbridos 0.1)

Día 42

No paramos hasta estar seguros de que estábamos lejos de la comunidad y de W.U.U.C. Necesitábamos un descanso, salimos a toda velocidad sin poder respirar ni siquiera un segundo. Y tampoco sabíamos qué hacer a continuación, cómo continuar.

¿Íbamos a la ciudad en busca de combustible? Era lo único que no habíamos conseguido en la comunidad, y lo único que nos hacía verdadera falta. Pero, ¿qué hacíamos si nos encontrábamos con algún híbrido?

¿Nos arriesgábamos a seguir hasta quedarnos sin nada? Existía la posibilidad de que nos estuviesen siguiendo, por no querer dejar cabos sueltos. Pero si nos llegábamos a quedar en la mitad de la nada, o pasaba algo y no teníamos cómo huir…

Aunque quizás sí nos alcanzaría hasta llegar a algún lugar seguro. Alguna nueva comunidad, o un lugar en donde empezar de cero.

Las dos opciones tenían su encanto, y sus riesgos, aunque finalmente optamos por ir a la ciudad primero. Era lo más seguro. Ya lo habíamos hecho antes, además de que teníamos armas con las que defendernos.

Cuando llegamos, las cosas no estaban muy distintas a como habían estado cuatro meses atrás. El lugar parecía haberse congelado en el tiempo, con algún que otro vehículo abandonado por ahí, una puerta abierta por allá… Nadie pasaba por la zona desde hacía años. Era tan extraño encontrar una ciudad transcurrida como esa completamente vacía. Muerta.

Nos reunimos dentro del colectivo para discutir qué hacer. Había demasiadas dudas. ¿Dónde conseguiríamos lo que necesitábamos? ¿Vaciábamos los tanques de los autos que todavía tenían, si es que tenían? ¿Íbamos a una estación de servicio? Y lo principal: ¿Quedarían híbridos escondidos todavía? ¿Estarían siguiéndonos desde la comunidad?

¿Podíamos seguir corriendo de un lado a otro, sin importar quién o qué quedara atrás? Sí, podíamos hacerlo. Porque nuestro único objetivo era sobrevivir.

Decidimos no separarnos demasiado. Dos o tres de nosotros se bajarían de los vehículos mientras los otros los cubrían, así podrían comprobar si los autos que quedaron abandonados por las calles tenían algo que pudiésemos usar. Alicia y Santiago sabían qué lugares habían sido registrados y cuáles no, lo que redujo bastante nuestra zona de búsqueda.

Logramos hacer cuatro viajes exitosos a zonas no exploradas. Ya habíamos conseguido lo que necesitábamos y más, hasta pudimos guardar algunos bidones para el futuro, así que dándonos por satisfechos decidimos emprender viaje.

Nos faltaba poco para abandonar la ciudad, cuando Carlos vio algo extraño y nos hizo detener.

— ¡Frena! —Gritó, y mamá obedeció al instante. Los que estábamos más cerca del frente del colectivo tuvimos que protegernos con las manos para no quedar dibujados en el vidrio.

— ¡¿QUÉ?! —Exclamó mamá alarmada, creyendo que se trataba de un híbrido o alguna amenaza.

— ¡La pared! ¡Hay algo escrito ahí! —Contestó él, mientras señalaba la pared en cuestión con entusiasmo.

— ¡¿Me hiciste frenar de golpe para que vea un Grafiti?! ¿Vos sos pelotudo? Se quejó mamá.

— ¡Pero mirá! —Carlos agarró a mamá por los hombros y la orientó hacia la pared.

Yo también giré a verlo:

*HEAVEN, COMUNIDAD SEGURA*

La frase estaba escrita en grandes caracteres negros sobre una pared blanca, algo manchada por el tiempo. Debajo había una dirección en letra más pequeña. Nos miramos. El mensaje era simple y claro, no había duda alguna sobre lo que decía.

Detrás de nosotros sonó la bocina de la camioneta, como estaban atrás no sabían qué pasaba. Mamá les hizo señas para que se acercaran.

Era hora de una reunión imprevista.

— ¿Qué opinan? —Preguntó mamá una vez estuvimos todos al tanto—. Por lo que sabemos, el lugar podría ya no existir. Y en el caso de que siga estando, hay que ver qué tipo de gente hay, cómo son sus reglas. No queremos otro Charlie.

—Si no vamos a ver nunca vamos a saber qué pasa —Opinó Lima—. Deberíamos ir a ver qué onda.

—Podría ser muy peligroso —Argumentó Adrián, sorprendentemente contradiciendo a su amiga—. No estamos como para arriesgarnos por nada. Yo digo que tenemos que irnos con lo que tenemos lo más lejos posible… de todo. Podemos empezar de cero en algún lugar y hacerlo seguro.

—Coincido. —Thalía asintió, apoyándolo.

—Yo estoy con Lima —Dijo Carlos—. Si ahí no hay nada para nosotros, no perdemos nada con solo mirar.

— ¿Votamos? —Preguntó mamá en nuestra improvisada democracia de vagabundos. Todos asentimos—. Bien. Levanten la mano los que estén a favor de ir a la dirección y ver qué hay.

Ella, Lima, Alejo, Carlos, Santiago, Alicia y yo levantamos las manos. Adrián y Thalía fueron los únicos en contra.

—Espero que sepan lo que hacen. —Comentó Adrián, negando con la cabeza.

— ¿En qué momento te volviste tan melodramático? —Contestó Lima, robándole una sonrisa.

— ¿Plan? —Preguntó Carlos.

Acordamos que nos estacionaríamos a unas pocas calles del lugar, y que solo tres de nosotros irían a ver qué pasaba. Carlos, Alicia y yo nos ofrecimos a ir.

Carlos fue el primero en levantar la mano, mamá se quedaba. Alicia se ofreció en seguida. Y por último me ofrecí yo, adelantándome a los demás. Mamá estuvo a punto de negarme la partida, pero le recordé que ella misma había dicho que era un buen espía, también me quejé argumentándole que ya no era un niño chiquito y que tenía los mismos derechos que los demás en participar en ocasiones como esa (esto último en privado, por supuesto, no quería que los demás me tildaran de caprichoso. Sobre todo Lima)

Finalmente terminó accediendo por pedido de Carlos, y sintiéndose un poco más reconfortada cuando le recordó que él y Alicia irían conmigo.

Ya casi era de noche, así que decidimos que iríamos al otro día.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.