El diario de Ethan (híbridos 0.1)

Día 43

Últimamente me cuesta más de lo normal dormirme por las noches. Si no es porque las pesadillas me sacan el sueño, hay noches en que simplemente no consigo dormirme. Finalmente caigo por agotamiento a muy altas horas de la madrugada, pero como debo seguir con la rutina no puedo descansar un rato más para recuperar las horas.

Esto ocasiona que tenga miedo de quedarme dormido sobre el escritorio, o hacerlo en algún mal momento, aparte del hecho de que la falta de sueño hace que mi mente trabaje más despacio. ¿Qué pasaría si un día me olvido el diario en algún lugar vulnerable?

Aunque la pregunta exacta no es ¿qué pasaría?, sino, ¿cuánto tiempo tardaría en pasar?

A un par de cuadras de la dirección señalada, Carlos, Alicia y yo nos bajamos de la camioneta y continuamos el recorrido a pie con mucha precaución. No vimos nada que nos llamara la atención.

Pasados unos minutos llegamos al lugar, y nos miramos sin saber qué decir.

Un edificio de tres pisos, probablemente residencial, se alzaba ante nosotros. Gris, con claras marcas de algún antiguo incendio y aspecto malherido, parecía suplicar ayuda. De hecho, recuerdo que las ventanas del frente combinadas con las puertas abiertas de par en par asemejaban mucho un rostro gritando. Junto a la boca había una placa con la dirección, precisamente la que nosotros buscábamos.

—Bueno, bueno…  —Dijo Alicia, incomoda— ¿Qué habrá pasado acá?

— ¡La reputisima madre que me parió pasó acá! —Exclamó Carlos con furia—. Al final Adrián tenía razón, tendríamos que habernos ido bien a la mierda en vez de venir acá a perder el tiempo como la manga de pelotudos que somos. —Y te aseguro, lector, que había muchísimos insultos más, como para llenar una página entera, y esta es prácticamente una versión censurada.

— ¡¿Y qué esperábamos?! ¡Si el puto mundo está en contra nuestra! —Gritó unos cuantos insultos más, y pateó con furia una maceta que había en el suelo, destrozándola. Aunque me pareció extraño el hecho de que de ella surgiera una plantita muy bien cuidada como para estar abandonada por ahí.

— ¡Espera! —Lo frené antes de que mandara la maceta más lejos aún de otra patada—. ¿Qué es eso?

Al romperse la maceta, un pedazo de plástico con unos papeles había quedado al descubierto entre la tierra.

Alicia también lo vio, y lo agarró antes de que Carlos entendiera qué pasaba.

— ¡Hay un mapa y una nota! —Exclamó con alegría.

— ¿Qué dice? —Pregunté, contagiándome de su entusiasmo.

—Comunidad Heaven… —leyó— Nos alegra que hayas encontrado el camino a nosotros. Teníamos algunas dudas sobre si funcionaría esconder la verdadera dirección, pero no podíamos arriesgarnos a que los híbridos, o personas indeseadas, nos descubrieran tan fácilmente.
Somos una comunidad de gente que se formó hace tiempo, casi desde el principio, para poder sobrevivir… —Algo así decía el texto, entre otras cosas, no lo recuerdo todo por la emoción del momento. Lo que más me interesó fue el mapa.

Guardamos el tesoro encontrado y volvimos lo más rápido posible con los otros para decidir qué haríamos a continuación. Al final no había sido todo en vano. Y fue divertido ver el berrinche de Carlos.




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