El diario de Ethan (híbridos 0.1)

Día 50

Ayer tuve que dejar de escribir abruptamente, ya que mi esposa golpeó la puerta de mi oficina. Me preguntó si quería tomar unos mates, ya que la nena se había dormido y estaba aburrida. Eso no había pasado antes. Creo que los organizadores están tratando de averiguar qué estoy haciendo, si es que no lo saben todavía, o están intentando pincharme de alguna forma.

Decidí guardar todo e ir al living con ella, diciéndole que ya había terminado mi trabajo. No tengo idea si esto se va a implementar a la rutina, o si solo fue cosa de un día.

Espero que solo haya sido ayer, porque si no tendré menos tiempo para escribir.

Dos meses después del incidente en la ruta tuve una discusión realmente fuerte con Estrella. No podía aguantar más la espera. Me quería ir, y estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para conseguirlo.

Marc me había propuesto irnos nosotros dos solos, pero yo lo había frenado porque quería intentar convencer a Estrella de que nos ayude, o de que por lo menos me indicara el camino para no perderme. Ella se negó siquiera a hablar del tema, por lo que fui decidido a hablar con mi amigo a decirle que preparáramos las cosas para irnos.

En un principio lo que queríamos hacer era ir hacia el lado de la ruta, casi llegando al campamento de los híbridos, o animahumanos, y analizar al enemigo. Averiguar cuáles eran sus puntos débiles, y sus puntos fuertes. Ver si había algún lugar por el cual escabullirnos.

Siendo nosotros dos solos no sería tan difícil meternos. Marc pasaría sin problemas, pero conmigo se corrían más riesgos, ya que el olor podía delatarme. Aunque confiábamos que, al convivir con los híbridos, se me hubiese pegado algo de su aroma. Bueno, para ellos. Yo no me daba (ni me doy) cuenta si alguien huele o no a humano.

Estuvimos un mes puliendo todos los detalles en secreto. Recolectamos bastante comida, abrigo y todo lo que podríamos llegar a necesitar. También hablamos con varios híbridos exploradores para armarnos un mapa mental sobre el camino que teníamos que seguir, intentando no ser tan obvios.

El camino hasta el refugio al que me llevó Estrella cuando me salvó lo recordaba bastante. Pero a partir de ahí ya no tenía ni idea de a dónde ir. Por suerte, Marc conocía gente que había estado por la ruta antes a la cual le sacó información. Mientras nos mantuviésemos juntos, no nos perderíamos.

Antes de partir, le pregunté una y otra vez a Marc si estaba seguro de que quería venir, recordándole lo peligroso que podía ser, y que no tenía que hacerlo. Él me contestaba una y otra vez que lo estaba, y que no iba a dar marcha atrás.

Fue bueno saber que no estaba solo, porque no tenía idea de qué hacer sino.

El día llegó. Marc había dejado los bolsos preparados en el bosque, escondidos. Todo estaba listo ya, y nos moríamos de ganas de partir.

Habíamos decidido no decirle nada a nadie, ni siquiera a Estrella. Aunque antes de irnos me dio un poco de culpa, así que le dejé una nota explicándole todo, y agradeciéndole lo que había hecho por mí. La dejé sobre mi cama. Sabía que no iba a leerla hasta que ya estuviésemos en camino.

Nos levantamos con el sol, agarramos los bolsos, y nos fuimos a paso ligero, bromeando y riéndonos. Confiados en que la cosa seguro no iría tan mal.




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