Día 73

No había supuesto que recibir la notificación de que sería parte de las casas me afectaría de tal manera. Después de haber perdido a mamá y haberme separado de las personas que amaba, pensé que nada podría ser peor que eso.

Me equivoqué.

Fue como un baldazo de agua helada el día más frio del invierno.

De parte de la rebelión me ofrecieron huir, aunque rechacé la propuesta. Ya estaba cansado de correr. Sí, tenía muchísimo miedo, pero no podía irme. A pesar de que ser parte de los rebeldes me había ayudado a sentirme menos culpable, todavía sentía que tenía una deuda que pagar. Además afuera estaban mis amigos, y podía ponerlos en riesgo. ¿Para qué?

Por todos los que murieron durante el proceso, por los que ya se fueron en estas casas, y por los que vendrán.

Lo que sí les pedí a mis compañeros fue no perder mis recuerdos. Ellos me ayudaron a conseguir todo lo necesario y a explicarme cómo debía actuar para poder escribir y esconder el diario, describiéndome los posibles puntos ciegos y cómo darme cuenta de ellos.

Juan intentó disuadirme más que todos, en vano.

Acá estoy ahora, ¿no?

A la semana de haber sido notificado me llevaron a los campos de entrenamiento. Casi un año entero desperdiciado, en mi opinión. Mi voluntad flaqueó un millón de veces, aunque al final la culpa me hacía seguir.

Deseo tanto que en algún futuro esto se termine. Es increíble que justo nosotros que podemos razonar (entre las demás especies) y pensar en el riesgo que conllevan nuestras acciones, nos caguemos en todo. Los híbridos "humano-amigables" son la prueba de que se puede evolucionar y convivir en paz. Nosotros tendríamos que seguir el mismo camino, o extinguirnos y dejarles el mundo a ellos.