Katy se paseaba de un lado a otro en su habitación, su armario abierto con ropa tirada por todos lados como si un tornado hubiese pasado por ahí. Se detuvo frente al espejo, ajustándose por enésima vez el pantalón negro que había elegido.
¿No es demasiado simple?
Pensó, mirando su camiseta gris suelta. Tocó la tela entre sus dedos, intentando convencerse de que se veía bien, pero los nervios no la dejaban en paz. Era la primera vez que Lina la había invitado a su casa desde que habían vuelto a hablar, y no quería arruinarlo.
"¿No tienes otra cosa que ponerte?" se dijo a sí misma, soltando un suspiro frustrado mientras volvía a rebuscar entre la ropa.
Finalmente, tras revisar cada opción y darse cuenta de que ninguna la convencía del todo, decidió quedarse con lo que tenía. Su reflejo le devolvía una imagen que no le satisfacía, pero no quería llegar tarde. Se echó un poco de perfume en las muñecas, recogió las llaves de su casa y salió corriendo, esperando que Lina no notara lo nerviosa que estaba.
Al llegar a la casa de Lina, Katy se quedó de pie frente a la puerta, con las manos sudando. Antes de que pudiera pensar en una excusa para no tocar, la puerta se abrió y Lina apareció, luciendo un polo de manga larga hasta el cuello de un color rosa pastel que se ceñía a su figura y una falda negra que resaltaba sus piernas delgadas. Katy se quedó helada; nunca la había visto vestida así y por un momento, se le olvidó respirar.
Es que dios, enserio, Lina era una rubia muy guapa.
"¡Katy!" exclamó Lina con una sonrisa, dejando la puerta abierta mientras su perro, un pastor alemán, se lanzaba sobre ella.
Katy se agachó para acariciar al perro, agradecida por la distracción. Cuando levantó la mirada, vio cómo la tela rosa del polo se ajustaba al cuerpo de Lina, y sintió el calor subirle a las mejillas. Trató de despejar su mente, pasándose la lengua por los labios de manera nerviosa.
Concéntrate Katy, es solo ropa.
Se repitió, pero la imagen de Lina se quedó grabada en su cabeza. Ni siquiera podía respirar correctamente, sentía que perdía el aliento con tan solo verla.
"¿Vas a quedarte en la puerta o qué?" preguntó Lina riendo, jalándola del brazo para que entrara. La llevó directamente a su habitación, donde comenzó a abrir cajones uno por uno. Katy, sin saber qué hacer, se quedó de pie, fingiendo admirar los posters de la pared, pero de reojo no podía evitar fijarse en las piernas de Lina cada vez que se agachaba.
Vaya monumento de mujer, con una esbelta figura y rostro precioso, de delgadas piernas y estrecha cintura. Incluso desde niña la rubia siempre había destacado por su apariencia física.
Finalmente, Lina sacó un pequeño frasco de perfume de marca y lo levantó con una sonrisa triunfal.
"¡Lo encontré!" dijo, acercándose a Katy y esparciendo un poco en el aire, justo delante de ella. El aroma fresco y varonil invadió el espacio, y Katy se quedó quieta, intentando no mostrar lo que realmente pensaba: Lina se veía perfecta.
"Puedes usarlo cada vez que vengas" agregó Lina mientras dejaba el perfume en su velador. Katy, incapaz de decir algo coherente, solo asintió.
"Gracias… es… es bonito" dijo Katy, rascándose la nuca. Lina, con una mueca de satisfacción, cerró el cajón y la tomó de la mano, guiándola fuera de la casa.
"Pero nada de planes aburridos hoy, ¿ok?" declaró Lina mientras caminaban. Katy la miró sin entender, mientras era arrastrada hasta la puerta.
En un primer momento quería sentarse en la sala mientras observaba cada rincón de la casa, porque a pesar de que habían pasado tantos años aún parecía tener esa sensación de familiaridad con la que una vez ese hogar había estado envuelto.
"¿Películas? No, hoy no. Quiero hacer algo diferente, y no te preocupes por la cuenta, yo invito." Lina le sonrió, haciendo que Katy se sintiera como si acabara de ganar la lotería. No discutió, y después de una breve charla, terminaron en una pollería.
Ambas pidieron un pollo entero, acompañado de ensalada, papas y una botella de Inka Kola. Se sentaron en una mesa cerca de la ventana, y mientras esperaban, Lina sacó su teléfono y rápidamente tomó una foto del momento. Al revisar la imagen, se echó a reír al ver la expresión confundida de Katy.
"¡Mira tu cara!" exclamó Lina entre risas, mostrando la pantalla a Katy, quien no pudo evitar sonreír.
"No sabía que ibas a tomar la foto tan rápido" protestó Katy, pero en el fondo le encantaba ver a Lina reír así, libre y despreocupada.
Le recordaba esa etapa en su infancia donde regresó de lo más feliz a su casa después de que la rubia le confesara que ella era la única persona con la que podía ser ella misma.
La comida llegó y Lina comenzó a comer con una delicadeza que sorprendió a Katy. Sus movimientos eran suaves y elegantes, como si estuviera en un restaurante cinco estrellas, aunque no era de extrañarse teniendo en cuenta que venía de una buena familia. De todas formas, verla manejar los cubiertos de esa manera seguía siendo un deleite para los ojos.
"Comes con mucho estilo, ¿lo sabías?" comentó Katy mientras tomaba un trozo de papa. Lina la miró y sonrió de lado.
"Mi abuela siempre decía que una señorita debía saber comer bien." Lina hizo una pausa, bajando la mirada como si algo la incomodara, pero antes de que Katy pudiera preguntar más, Lina cambió de tema rápidamente, volviendo a reír.
En un movimiento torpe, Katy derramó un poco de Inka Kola en su camiseta, manchándola.
"¡Ah, maldición!" exclamó, poniéndose de pie y excusándose para ir al baño. Lina se quedó en la mesa, observándola alejarse con una sonrisa divertida.
Vaya que se había sorprendido al verla en la puerta de su casa dudando si tocar, al notar que estaba nerviosa decidió dejar de eaconderse en el segundo piso tras las cortinas y bajar a abrir la puerta, así pudo verla más de cerca y darse cuenta que realmente ese estilo de pantalones sueltos le caí muy bien, combinaba a la par de su corte de cabello.