El diario de Katy.

Bajo la red.

Con el diario de Katy en su poder, Lina se dirigió al centro comercial más cercano para comprar un regalo para la alta.

Si estaba segura de algo, es que Katy iba a ganar el partido de vóleibol y ser seleccionado para ser jugadora principal, porque si eso no pasaba, el resto del equipo lo iba a pagar muy caro.

Estaba con Fabiana, la chica de tercero que se había vuelto su asistente personal dentro del colegio. Era prácticamente la chica que había estudiado en ese colegio desde primaria, así que digamos que si tenía una buena cantidad de información.

"¿Qué sabes sobre ese tal Mauro?" cuestionó con curiosidad.

A raíz de lo que había sucedido el otro día con Francisco, bien que podría ser que el chico haya querido hacerse pasar por el héroe. Al final, la mayoría de personas siempre hacían algo para su propio beneficio.

"La verdad que él pasaría desapercibido si no fuera porque es guapo, aunque claro que si es bueno en eso de la música. Al menos para tocar lira, fácilmente te quedas hipnotizada escuchándolo. Si te soy sincera, me parece genial que sea capaz de componer canciones, sería mi tipo pero es algo solitario, apenas tiene amigos y prefiere pasar el tiempo encerrado en el taller de música" habló emocionada.

Acerca de los rumores, Fabiana también quería saber si Lina le había gustado Mauro después que haya sido salvada por él prácticamente.

"Los callados son los peores" soltó la rubia con sorna.

Eso de que alguien que casi siempre estaba solo le recordaba a alguien, hace años. De esa niña que se burló del color de su cabello, de aquella niña que no solía tener amigas hasta que ella decidió que sería su compañía. Claramente ese tal Mauro le recordaba en cierta parte a Katy de niña, era un pequeño deja vu.

Sin embargo, Fabiana pensó que quería saber aún más sobre Mauro, así que continuó con su discurso

"Desde que se integró al colegio llamó la atención por su apariencia si, pero lo que lo convirtió en un chico popular fue que nunca se le vio algo cercano a alguna chica. Incluso, una vez, una chica que también asistía al taller de música, se le declaró y vaya que fue rechazada. Todo eso fue visto por alguien y el caso se extendió por todo el colegio, lo que lo convirtió en algo así como un reto, de quién pudiera salir con él" articuló asintiendo, como si estuviera afirmando sus propias palabras.

La rubia se giró brevemente, lo último dicho captó su atención. Detestaba cuando las chicas volvían el conquistar a una persona un mero reto. Era prácticamente lo que habían hecho con ella, y de forma más cínica. Chicas de quinto año que se volvieron sus amigas en un primer momento y después mostraron sus verdaderas intenciones.

Tal vez por eso detestaba a las lesbianas.

Tal vez por eso detestaba los colegios femeninos, que era todo una cuna de la homosexualidad.

Para ella, el volver a un colegio mixto, significaba poder controlar mejor el ambiente.

"¿Qué te parece esa tienda de ropa?" preguntó Fabiana, señalando el establecimiento de Zara.

Lina alzó la vista y asintió, parecía ser la mejor opción hasta ahora.

Ingresó con total familiaridad, ignorando la mitada de confusión del guardia por entrar a una tienda de marca aún con el uniforme escolar, peor aún; con la ropa de un colegio estatal.

Su acompañante se percató rápidamente de la situación, pero no se inmutó. Sabía que su amiga tenía suficiente dinero para comprar algo, así que debían tratarla con respeto.

La rubia se dirigió a la sección de mujeres y agarró un jersey rojo vino de cuello polo y maga larga con cremallera metálica, no lo pensó mucho antes de llevarlo a la caja.

"Serían 179 soles, señorita" masculló la empleada de forma deseñosa.

Fabiana se pasó la saliva algo temerosa, mirando a la contraria, expectante a cualquier emoción en su rostro.

"¿Efectivo o tarjeta?" continuó la chica con un aire de superioridad.

Eso fue suficiente, con sus ojos azules y auténtica Barbie, Lina sacó su billetera donde tenía múltiples billetes de 50 soles. Ella agarró y aventó dos billetes de 100 soles, con actitud altanera.

"Quédese con el vuelto, empleada" expresó, haciendo incapie en lo último.

La recepcionista se quedó helada, pero su compañero ya había envuelto la ropa y le estaba dando a Fabiana en una bolsa de la marca.

No bastó mucho para que ambas chicas salieran del lugar, con la acompañante de Lina luciendo como una cargadora al tener que llevar la cartera y las bolsas de la rubia.

"Cierto, también debería comprar una barra de chocolates blancos" recordó Lina, girando al lado contrario.

"Como tu digas" respondió Fabiana, siguiéndola.

Sin embargo, no encontraron chocolate blanco. Aunque si bombones de chocolate surtido de la marca Helena.

"Es una caja de 28 unidades y tiene el precio de 65 soles, es ideal para su novio, señorita" opinó el encargado de la tienda, mostrándole el empaque del producto.

Para ese punto, Fabiana ya estaba alucinando. Era consciente de que su amiga provenía de una familia rica, pero eso de pagar sin siquiera preguntar el precio e ir directamente por el producto aún le parecía difícil de asimilar. No es como si sus padres no le dieran propina, por supuesto que lo hacían, pero no tanto para gastar tal cantidad en solo un día. Aunque conociéndola, aquello solo era un gasto de esa hora, ya en la noche, después de ver el partido de Katy, ella gastaría aún más. Ok, la gente de dinero definitivamente tenían otro estilo de vida.

"Quiero eso y una barra de chocolate más pequeña" ordenó la rubia, mirando a Fabiana.

Ella entendió y agarró la caja y el envoltorio, mientras agradecía al empleado. Luego se dirigió hasta la caja donde la rubia ya la estaba esperando, con su billetera entre sus manos.

"Esto es para ti, para que no te quedes con las ganas" dijo Lina, extendiendo la prqueña barra de chocolate en su dirección.

Fabiana la miró con ojos de total admiración y le sonrió. Claro que se le había antojado comer chocolate al ver toda la fila de estantes que presumían todo tipo de chocolate en diferentes presentaciones.



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En el texto hay: diario, lesbiana, chicas amigas

Editado: 06.12.2025

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