Al final del día, cuando la bibliotecaria cierra las puertas y el silencio inunda el lugar, una figura encapuchada aparece entre las sombras, recorriendo los estantes con lentitud.
La figura observa cada rincón de la biblioteca, y aunque nadie está presente, parece que algo invisible llama su atención. La entidad se detiene frente a una estantería y, en un susurro que resuena en la quietud del lugar, murmura:
—Siempre habrá alguien más… alguien que leerá y temerá…
El susurro se desvanece, y la biblioteca queda en silencio. El diario yace entre los estantes, esperando a su próxima víctima.