Llegamos a las siete y media al aeropuerto, teníamos el tiempo justo para facturar las maletas y sacar los billetes.
_Estoy asado_ dijo Beni una vez que estuvimos en la sala de espera.
_Pues factura y no te pongas tres kilos de ropa encima_Le respondí.
_Te los voy a poner a ti, eres más delgado, seguro que te quedan más desahogados que a mí.
Miré una de sus chaquetas.
_Me pones eso y lo voy arrastrando.
María y Gabriel se rieron.
_¿Cuánto queda para que embarquemos? _pregunté.
_Tienen que estar pa punto de llamarnos. ¿Por qué, estás nervioso?_ dijo Gabriel.
_Por desgracia.
_Todos lo estamos un poco_ dijo Beni_. ¿ Habéis oído lo del reciente accidente de avión en Turquía?
_No, calla, cambia de tema_ salté.
_Vale, ¿habéis oído el de Argentina?
Abandoné mi sitio junto a Beni para ocupar el que estaba junto a María. Me senté junto a ella con los brazos cruzados sobre el pecho mientras miraba a Beni con reproche. Gabriel me miró y luego se dirigió a Beni.
_Lucifer tiene razón, mejor dejamos ese tema.
Entonces se escuchó una voz femenina por el megáfono anunciando que era la hora de embarcar.
_Ese es el nuestro_ dijo Gabriel levantándose.
_Vamos _ dijo Beni soltándome una palmada en la espalda que casi me hizo caer al suelo.
_Muchacho, que te lo cargas_ dijo Gabriel.
Beni y María se rieron. Mostramos los billetes a las encargadas y bajamos hasta un pasillo, donde estuvimos un buen rato.
_Ahora sí que me arrepiento de haber estado hablando de esos accidentes _ dijo Beni.
_Yo al final acabo vomitando _ dije_, esto de volar me pone muy nervioso.
_Según he investigado, eso es muy malo para la úlcera de estómago _dijo Gabriel.
_Ya, ¿ me lo dices o me lo cuentas?
De repente sentí el dorso de una mano rozando el mío para luego agarrarla con suavidad. Miré a mi lado, donde estaba María y, al bajar la mirada, vi que era su mano la que cogía la mía. Imite su gesto.
_Tranquilizate, no va a pasar nada.
Yo le sonreí.
_¿Qué asiento tenéis? _preguntó Beni de repente.
María y yo sacamos el papel donde lo ponía.
_Yo tengo el 25 C_ dijo Gabriel.
_25 D_ dijo María.
_25 E.
_Bien, vamos los cuatro juntos.
Empezamos a subir al avión. Resultó que la teoría de Beni no era del todo cierta.
_¿En serio? _ exclamó enfadado.
_¿Qué pasa? _pregunté desde detrás.
_Que vamos separados, María y tú vais en una fila y Gabriel y yo en otra.
_Bueno, pero los asientos están más o menos juntos.
Beni se volvió y me sonrió.
_Cierto.
Nos sentamos en nuestros respectivos asientos, por desgracia me tocó en el medio, entre María y otra mujer. Sin embargo, no tardé en oír las voces de Beni y Gabriel en los sitios de detrás. Me volví y allí los vi, sentados.
_¿Pero qué hacéis aquí? _les pregunté con una sonrisa que no pude contener.
_Le hemos cambiado los sitios a aquellas chicas_respondió Beni_. De todos modos, mírate, ya tienes bastantes mujeres a tú alrededor.
Yo le sonreí. Entonces la azafata pasó por nuestro lado, inspeccionando que todos llevábamos el cinturón puesto.
_Vamos a despegar en breve_ dijo Gabriel.
_No hace falta que me describáis el proceso paso a paso _ dije.
Él avión comenzó a moverse y las azafatas procedieron a explicar cómo actuar en caso de emergencia.
En unos minutos estuvimos en el aire.
_Me encanta el despegue, verlo por la ventanilla _ dijo María con una sonrisa.
_Pues habérmelo dicho y te habría cambiado el sitio.
_Da igual.
Al final tantos nervios para nada, no se notaba que íbamos en avión, era casi como ir en coche, solo que un poco más aburrido pues, esta vez no contaba con la ventanilla y María, agotada después de tan largo día, se había dejado vencer por el sueño. En cambio, a mí los nervios me jugaron una mala pasada.
Desde el asiento de atrás me llegó un olor como a comida. Me volví para ver lo que era, Beni acababa de pedirse un menú completo.
_¿En serio? _ dije una vez que la azafata se hubo ido.
_Tengo hambre, ¿quieres?
_No, por favor, ni me hables de comida.
_Los nervios te han jugado una mala pasada.
_Me encuentro fatal.
_¿No tienes nada para calmar el dolor?
_Sí, pero sólo tengo una pastilla aquí, y el viaje es largo, prefiero aguantar un poco más.
_Tú sabes lo que haces.
Me volví de nuevo hacia delante, me recoste contra el respaldo del asiento y puse mis manos sobre el estómago.
_Te aburres como una ostra, ¿ verdad Lucifer?
_Un poco, sí.
_Por poco tiempo.
_¿Y eso? ¿Turbulencias?
_Puede, depende de ti. Ya te avisaré.
Volví a mi posición inicial y cerré los ojos. A penas habrían pasado quince minutos cuando Beni me clavo el dedo en el lado.
_¡Ay! ¿Qué? _ dije volviéndome _. No me hagas eso, que me duele.
Pero él pareció ignorar mi queja. Señaló al asiento que ocupaba María.
_Recogele la cabeza a esa o se hará daño.
Yo me fijé en que estaba colgando fuera del asiento, forzando el cuello. Rápidamente la agarré del hombro y luego puse mi mano en el lado izquierdo de su cara para subirla sin hacerle daño. Al sentir mi mano entre abrió los ojos un poco y me miró.
_¿Hemos llegado?
_Aún no, sigue durmiendo_ dije mientras apoyaba su cabeza en mi hombro.
En seguida pasó su brazo por debajo del mío y su mano se agarró a mi costado derecho. Tardé un poco en reaccionar, pero pronto pasé mi brazo rodeando sus hombros y la acerqué más a mí.
Me quedé un momento mirándola, como hipnotizado, tal vez lo estuviera.