El diario de Matvey

CAPITULO CUATRO: 20 de octubre

20 de octubre de 1948

Nuevamente, repitiendo la rutina de cada mañana, me levanté con algo de dificultad y empecé a alistarme para la escuela. El dolor en mis piernas aún no desaparecía por completo después del partido del día anterior, pero era algo que podía soportar sin mostrarlo demasiado.

Al llegar a la escuela, me dirigí directamente hacia Kirill. Esta vez no estaba sentado ni dibujando en su pupitre, se encontraba apoyado en una de las esquinas del pasillo, con la libreta entre sus manos como siempre. Me acerqué con una leve felicidad que intenté disimular. Noté que las chicas no estaban por allí, y él mantenía una expresión seria, concentrada en aquello que estaba dibujando, ignorando todo el alrededor en absoluto.

Dejando eso de lado, lo saludé. Guardó la libreta con cuidado en el bolsillo de su pantalón y me dedicó una sonrisa breve al verme. Conversamos un rato, y como era de esperarse, me preguntó con tranquilidad por la llamada de ayer.
No supe bien qué decirle, así que terminé mintiendo y le comenté que, al final, me había encontrado ocupado. Kirill asintió despacio, como si lo hubiera entendido sin necesidad de más explicaciones, y no preguntó nada más sobre el tema.

Con eso dejamos la charla en pausa y fuimos al aula, ya que Kirill no quería llegar tarde. Me miró con una sonrisa burlona, algo confusa, sorprendido de verme tan animado a esa hora de la mañana, preguntándome si acaso era por las clases. Por supuesto, negué enseguida, odiaba artes. O, mejor dicho, como él solía decir en broma, odiaba casi todas las asignaturas.

Ya dentro del aula, nos sentamos en nuestros lugares. Kirill sacó de su mochila su gran libreta de dibujos y los lápices de colores que siempre llevaba para esa materia. Acomodó cada cosa con la misma delicadeza meticulosa de siempre, como si todo tuviera un orden importante. Yo, en cambio, solo pensaba sacar mis útiles cuando la profesora llegara.

Cuando terminó de ordenar sus cosas, conversó un poco más conmigo. En un momento hablamos sobre el domingo, sobre esos días tranquilos que parecían pasar más rápido de lo que uno quisiera. No tardó en acercarse Shura, seguida de Zenya. Ellas propusieron que, a la salida, saliéramos los cuatro juntos. Aceptamos sin pensarlo demasiado, y tras eso volvieron a sus asientos porque la profesora había entrado al aula.

La profesora comenzó a explicar un tema nuevo y, cuando terminó, nos pidió realizar una actividad en grupos de cuatro. Las chicas se acercaron enseguida a nuestras mesas y nos acomodamos. El ejercicio consistía en dibujar el rostro de la persona que teníamos enfrente. Zenya quedó frente a Kirill y Shura frente a mí. Estaba seguro de que Kirill lo haría perfecto, de vez en cuando lo miraba de reojo, observando cómo se concentraba en los detalles, sin distraerse.

Yo no podía evitar charlar y reírme con las chicas mientras dibujábamos. Kirill, en cambio, permanecía absorto en su trazo, silencioso. Pasado un buen rato, la profesora pidió que dejáramos los lápices ya que el tiempo se había terminado y debíamos mostrar los dibujos a la persona retratada.
Y no me equivoqué. El dibujo de Kirill era precioso, lleno de pequeños detalles, tan bien logrado que parecía casi real. Zenya lo halagó sin dudarlo, sorprendida y encantada.
En comparación, mi dibujo de Shura era un desastre. Ella se burló de mí, diciendo que parecía hecho por un niño de cuatro años. Kirill soltó una pequeña risa contenida, yo sabía que pensaba lo mismo.

Shura cambió el tema de repente y le preguntó a Kirill si entre él e Irenka había algo. Yo lo miré de inmediato sin pensarlo. Kirill respondió igual que conmigo, evitó el tema, como si no quisiera darle importancia. Por aquella pregunta, yo y las chicas comenzamos a criticar en voz baja al grupo de Irenka, mientras él permanecía en silencio, observando su cuaderno.

La clase transcurrió casi en silencio, solo se escuchaban murmullos suaves. Kirill, sentado a mi lado, me pidió con calma que dejara de bromear tanto para evitar que la profesora nos llamara la atención, y también les pidió lo mismo a las chicas.

El resto del día fue como cualquier otro con recreos tranquilos junto a ellas, esas mismas clases aburridas de siempre y nuestras conversaciones discretas. Nada parecía diferente, pero aun así, había algo en el ambiente que me hacía sentir bien.

A la salida, me quedé con Kirill a un lado de la puerta mientras esperábamos a que las chicas salieran del baño. Él estaba bebiendo algo que había comprado y, mientras tanto, hablamos sobre el examen que habíamos tenido. Le comenté que me había parecido difícil. Me preguntó si había estudiado y me recordó que esa profesora no daba segundas oportunidades, su tono era serio, como si quisiera advertirme. Me puse algo nervioso. Él sabía bien lo exigente que era esa materia, el año pasado le había costado superarla. Solo deseé que todo me saliera bien y que no me pasará lo mismo que el.

Después de un rato de haber conversado, llegaron las chicas y nos fuimos juntos a pasear. Esta vez fuimos a un parque distinto del que frecuentaba con mi otro grupo. Nos sentamos, comimos, reímos y hablamos de cualquier cosa. El tiempo pasó casi sin darnos cuenta, sin que el alrededor importe.

Disfrutaba demasiado estar con ellos. Me hacía bien sentirme parte de algo, compartir esos momentos simples. Con ellos no había peleas ni discusiones, solo tranquilidad, aunque para mí, los domingos siempre tenían algo especial, cuando solo estaba con Kirill.

En un momento miré el cielo y noté que estaba oscureciendo, eso me puso nervioso. Me despedí con prisa. Shura y Zenya parecían preocupadas por mi apuro ya que querían despedirse bien, pero no les di tiempo. Kirill me miró de forma extraña, como si intentara comprenderme. Solo esperaba que mi comportamiento no le pareciera sospechoso.



#549 en Thriller
#179 en Suspenso
#4825 en Novela romántica

En el texto hay: #boyslove, #secretos, #asesinato

Editado: 27.12.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.