El Diario de Maxine Borage | Rd Hogwarts

Septiembre 15 de 1994 Parte II | La Manzana de la Discordia

Parte II

Continuando su camino con calma, sin apresurarse, Maxine se dirigió hacia la ubicación donde recordaba haber dejado su libro y en el trayecto, se cruzó con los Gemelos Weasley.

—¿Por qué llevas una cámara? —preguntó Fred, con su característico tono juguetón.

—¿Quieres una foto con nosotros? —añadió George con una sonrisa traviesa.

—Owww, eso es adorable —bromeaban los gemelos al unísono, tratando de molestar a Maxine.

—Ahh, solo es para recuerdos. Así podría mandárselas a mi... —comenzó Maxine con alegría, caminando junto a los gemelos, pero un recuerdo repentino la hizo entristecerse. Su hermano ya no estaba en este mundo, y no tenía a quién enviarle las fotos. A pesar de la tristeza que la invadió por un momento, Maxine forzó una sonrisa.

—A mi mayordomo —concluyó, intentando recuperar la alegría.

Fred tomó la iniciativa y sacó la cámara de Maxine.

—A ver, déjame —dijo, mientras George le quitaba la cámara. —Yo la saco...—decía George. Todos posaron para la foto como si se tratara de una selfie improvisada. Maxine sonreía con felicidad, Fred hacía muecas juguetonas, y George mostraba una sonrisa más serena.

—Oh, puede ser otra. Quisiera una para mí —propuso Fred Weasley al ver el resultado de la foto.

—No lo creo, deberán pagarme 1 galeón si quieren otra —bromeó Maxine, sosteniendo su cámara.

—¿Por qué quieres más dinero si ya tienes mucho? —preguntó George Weasley.

—Ahh, nunca es suficiente —respondió Maxine, riendo.

—Ricos —dijeron los gemelos al unísono, moviendo sus cabezas con una expresión de desilusión. Aunque decían que no tenían dinero, aseguraban que lo tendrían en el futuro. Maxine, siguiendo el juego, les respondió.

—Ya sé, ya sé —les dijo, y los gemelos intercambiaron miradas extrañadas y luego se acercaron con una expresión traviesa en el rostro.

Mientras continuaban caminando por los pasillos, los gemelos Weasley, intrigados por el comentario de Maxine, preguntaron al unísono:

—¿Cómo sabes eso, Maxine?

Maxine, sintiéndose un poco nerviosa, respondió:

—Oh, es que... tienen un aura demasiado empresarial. Apuesto a que tendrán éxito.

La respuesta pareció persuadirlos, y ambos gemelos se enderezaron, adoptando una postura que podría compararse con la de empresarios seguros de sí mismos.

—Ya lo sabemos —dijeron al unísono, añadiendo un toque de humor a la conversación.

Después de caminar un rato, los gemelos Weasley invitaron a Maxine a visitarlos durante las vacaciones, prometiendo diversión. Maxine, recordando la actitud menos amigable de la hermana de los gemelos, mencionó que a ella no le caía tan bien. Sin embargo, los gemelos, en tono bromista, aseguraron que no importaba y que no permitirían que nadie molestara a su amiga. Aunque se mostraban un tanto insistentes, Maxine les dijo que lo pensaría y que sería divertido verlos en vacaciones.

Con despedidas alegres, los gemelos Weasley se alejaron mientras Maxine se encaminaba hacia su sala común, disfrutando de la amistosa interacción.

En el camino de vuelta a su habitación, Maxine seguía sumida en sus pensamientos sobre los mortífagos. Una ligera molestia comenzó a atacarle la cabeza. Al llegar a su dormitorio en Slytherin, se encaminó directamente hacia su cama y tomó el libro necesario para la clase de Hagrid.

Sin embargo, su atención se desvió al descubrir un paquete cuidadosamente colocado en la parte superior de su cama. La sorpresa quedó reflejada en sus ojos mientras leía la tarjeta adjunta.

"Ama Maxine, fue un poco difícil; tuve que llamar a la tienda de Moscú, a Kuznetsov. Es una reliquia, me informó. Y disculpe, pero ya no se hacen muchas como esta, Ama. Recuerde a su hermano antes de abrir el paquete. Firma: Nurglet."

El nombre "Nurglet" le resultaba familiar; era el elfo doméstico que servía a la familia Borage. La mención de su hermano aumentó la intriga y la nostalgia. Maxine, con cuidado, desató el paquete.

Con anticipación y emoción, Maxine abrió el paquete que reposaba sobre su cama. Una sonrisa iluminó su rostro al descubrir que contenía una capa de Hogwarts, esas elegantes capas negras sin asignación de casa, y se sorprendió por la ingeniosa elección de Nurglet. Agradeció internamente tener un elfo doméstico tan inteligente.

Las palabras "recuerde a su hermano" resonaron en su mente, llevándola a la conclusión de que esta capa podía ser algo más especial. Animada por la idea, Maxine no perdió tiempo y, con determinación, apuntó su varita hacia la capa, pronunciando las palabras:

—¡Revélate, Luther Borage!

La capa, como respuesta, se transformó ante sus ojos, adoptando la apariencia de una capa común de invisibilidad pero con un diseño antiguo y refinado. La felicidad brillaba en los ojos de Maxine mientras observaba cómo su mano desaparecía al pasarla por la tela. Satisfecha, guardó rápidamente la capa debajo de su colchón, ocultándola de miradas curiosas.

Aunque un poco tarde para su siguiente clase, se apresuró a salir de su habitación, guardando bien la nueva posesión que, sin duda, le proporcionaría aventuras únicas en el futuro. Sintiendo que las fuerzas la abandonaban, comenzó a marearse mientras caminaba por el pasillo de la sala comun. Se apoyó en la pared, reflexionando en voz alta:

—Ahh, creo que socialicé mucho hoy... y apenas es mediodía.

Las náuseas empezaron a apoderarse de ella, y en medio de la desagradable sensación, se planteó varias posibles razones: el estrés, la agotada batería social o los recuerdos de su hermano que la asaltaban. Su tez, de manera preocupante, tomó un tono amarillo.

Decidió seguir caminando, intentando vencer la sensación de mareo. Mientras salía de la sala común, se apoyó nuevamente en la pared, sosteniendo su libro con firmeza. En ese momento, el prefecto de Slytherin, observándola con preocupación, se acercó y preguntó:




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