PARTE II
—Oye, Draco —bajó la voz—, no deberías hablar así de un profesor... —Maxine miraba hacia atrás por si pasaba algún otro profesor.
—¿Qué? ¡Si es verdad! Si supieras lo que una de sus asquerosas bestias me hizo el año pasado. ¡Casi muero, Maxine! —exclamó Draco con vehemencia.
Se sentía intrigada por las palabras de Draco, quien expresaba su descontento con el profesor de la materia. Aunque la charla transcurría en un tono animado, Maxine no podía evitar estar atenta a su alrededor, consciente de la importancia de mantener ciertas conversaciones en privado.
—Lo sé, sí... —Maxine respondió antes de volver a comer.
—¿CÓMO QUE LO SABES?
Draco, visiblemente sorprendido, elevó la voz. Maxine recordó el incidente en el que Draco fue atacado por un hipogrifo y perdió bastante sangre. Sin embargo, se dio cuenta de que no debería haber admitido que lo sabía; simplemente quería que Draco bajara la voz. —En fin, dime qué criaturas vieron —cambió rápidamente de tema, confiando en su persuasión.
Maxine suplicó con su cara más carismática, y Draco, a regañadientes, detalló lo que habían hecho en clase. Notó que no era un tema muy complicado y le indicó a Maxine que debía leer algunas páginas específicas para la próxima semana. Incluso sonrió con alegría, algo inusual para él. —Y... esa cara tierna, Draco, ¿qué pedo? —se burló Maxine. Sabía que su provocación molestaría al hurón de Draco y lo haría poner una cara de amargado y de chico bully, lo cual hizo. Maxine disfrutaba molestando a Draco y notó que, a pesar de su expresión seria, él se levantaba para ir a clase con una pequeña sonrisa. Tal vez le gustaba que ella jugara de esa manera con él.
Aunque Draco aparentaba molestia, Maxine detectaba un atisbo de complicidad en sus interacciones. Luego, a lo lejos, avistó a su salvador. Corrió hacia la puerta del comedor. —¡Hyeong Jun! —le gritó— ¡Moon! ¡Ahí estás! ¿Sabes que eres el chico más inteligente y bueno que he conocido? —comenzó a adularlo excesivamente.
—Buenos días, Maxine. Estaba preocupado —sonrió alegre—. Ayer fui a visitarte, pero estabas tan inocente durmiendo que pensé que no debía despertarte —se rió. —Ah, lo sé, lo sé, pero... —la miró sospechosamente cruzándose de brazos.
—Solo... quería pedirte la tarea de Aritmancia, Moon —dijo ella, suplicando.
A medida que Maxine se acercaba a Hyeong Jun, se podían ver las mesas y sillas vacías, indicando que el desayuno ya había concluido para muchos estudiantes. La luz del sol filtrándose por las altas ventanas destacaba la arquitectura mágica del castillo.
Él miró a otro lado molesto y resopló cuando una mirada de malicia apareció en su rostro. —Ahhh, creo que no he escuchado suficientes elogios, Maxine...
Maxine le pegó con el libro que tenía, molesta, pero luego aclaró su garganta y le sonrió amable de nuevo. Entre dientes, le dijo —Ahh, alguien tan listo como tú no necesita tantos elogios, Hyeong Jun... tú sabes que eres demasiado adorable, ¿no es así?
Él se emocionó al ver que le dijo "adorable", pero seguía serio, ya que sabía que solo lo hacía por su tarea, y sentía que su persuasión no funcionaba tan bien con él. Maxine suspiró, y él aceptó diciendo que le daría su pergamino para que lo copiara, pero no las respuestas de los ejercicios. Ella le agradeció radiante; después de todo, era su mejor amigo, o eso quería creer. Agarró su brazo para caminar, y él fingió ser un caballero de épocas antiguas. Realmente no le molestaba ni lo veía nervioso para nada. Caminaban alegres y como viejos amigos hasta el salón de Historia de la Magia.
El pasillo por el que caminaban estaba adornado con antiguos retratos mágicos que observaban con curiosidad a los estudiantes. Mientras iba del brazo de Moon, como dos "amigas" que pasean en el recreo, o al menos eso era lo que Maxine percibía. Vio al niño "fantasma" correr por una esquina a lo lejos. Ella pensaba "Ay no..." en verdad no quería distraerse con él en ese momento, así que fingió no verlo, ya que el niño tampoco la vio.
Maxine siguió hacia el salón de Historia de la Magia y se sentó al lado de Draco, como de costumbre. Sin embargo, se sumió en algunas reflexiones con respecto a él que seguramente repetirá en otros días. Sobre algunas cosas que él hará en el futuro, ¿sería mejor dejar que sea "malo" y que la línea de tiempo siga su curso para evitar cosas no planeadas... pero y si acaso puedo evitar el sufrimiento de algunas personas pero conseguir consecuentemente un futuro incierto? ¿O permitir que Draco y otros sufran por un bien mayor, poder predecir más fácilmente qué hacer? No, definitivamente haría todo lo posible por evitar que sus amigos sufran lo menos posible, incluso si pueden pasar cosas impredecibles. ¿Pero y si acaso más personas sufrieran por sus "actos de bondad"?
El profesor, un espectro etéreo, hablaba en un tono monótono mientras los estudiantes tomaban asiento. La luz tenue proveniente de las ventanas altas iluminaba el aula, creando una atmósfera tranquila y solemne. Mientras Maxine reflexionaba, el resto de los estudiantes se sumía en la lección, ajeno al dilema que ocupaba la mente de la joven bruja.
Mientras se enredaba en sus pensamientos, miraba a Draco con amabilidad, y él, dándose cuenta, le devolvió la sonrisa inocente. Ambos continuaron tomando apuntes mientras el profesor Binns continuaba su monólogo monótono sobre hechos históricos mágicos.
—Maxine, vamos —Draco la movió en su asiento cuando la clase finalizó y se dio cuenta de que eran los únicos que quedaban en el aula. Maxine asintió y salieron juntos. Draco se adelantó un poco mientras ella intentaba recordar algo importante que debía hacer al mediodía, pero la memoria le jugaba una mala pasada.
Caminando hacia el patio de Transformaciones, decidió tomar un breve descanso y se sentó para contemplar el cielo. El patio estaba rodeado de arbustos y flores, la luz del sol filtrándose a través de las nubes creaba sombras fascinantes en el suelo de piedra.
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Editado: 18.02.2024