El Diario de Maxine Borage | Rd Hogwarts

Septiembre 17 de 1994 Parte I | Travesura Realizada, Bombarda Rose

Tracey Davis ya estaba instalada en el cuarto de Slytherin con su uniforme cuando Maxine la vio. La seriedad de Tracey contrastaba con la sonrisa de Maxine al saber que su compañera ya se encontraba allí saludable. Aunque no intercambiaron palabras, la presencia de Millicent Bulstrode generaba un sentimiento de compañerismo y confianza en el ambiente.

Una vez cambiada, Maxine se sentó en su cama y recibió un mensaje de Emiliano Ouschan. Al abrirlo, se encontró con un "¡Buenos días Maxi!" y una foto adjunta de Emiliano junto a Lucas Martínez. En la imagen, Lucas sonreía con una pierna extendida enyesada, mientras Emiliano levantaba el pulgar y mostraba una sonrisa bromista. La alegría invadió a Maxine al ver que Lucas estaba bien y que su amigo Emiliano seguía siendo el mismo de siempre, sin olvidarla en absoluto.

Respondió al mensaje expresando cuánto los extrañaba y manifestando su deseo de firmar el yeso. Sin embargo, una sensación de alivio la invadió al pensar que, al no formar parte de las firmas, evitaba posibles bromas o insultos que pudieran escribir en el yeso de Lucas.

En el tranquilo y sombrío cuarto de Slytherin, sumida en la compañía de sus propios pensamientos. Una sonrisa jugueteaba en sus labios mientras sostenía su teléfono con cariño, sumergida en la conversación con sus amigos de Castelobruxo.

—¿Qué sucede, Maxine? —intervino Millicent Bulstrode, detectando la expresión alegre de Maxine. Un destello de diversión iluminó los ojos de Bulstrode, como si especulara sobre alguna situación romántica o similar.

—Son mis amigos de Castelobruxo —respondió Maxine, compartiendo su alegría. Sus palabras resonaron en el cuarto, mientras le mostraba la foto de ellos y relataba algunas de las travesuras y ocurrencias cómicas de sus amigos. Aunque el cuarto estaba impregnado de una atmósfera de misterio y elegancia, la risa de Millicent aportó una nota de amistad.

Millicent Bulstrode, a pesar de su aparente seriedad y mirada ocasionalmente enfadada, se mostraba como alguien agradable. Sus gestos y reacciones evidenciaban una disposición para apreciar el lado divertido de las situaciones.

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En el aula de Encantamientos, Maxine se movió con rapidez para tomar asiento al lado de Theodore Nott. Evitó deliberadamente sentarse junto a Harry, expresando una preferencia que dejaba entrever su naturaleza algo vengativa. A pesar de sus palabras a Dumbledore sobre acercarse más a Harry, Maxine parecía disfrutar de la posibilidad de demostrar su independencia. No obstante, dejó una puerta abierta a la disculpa, sugiriendo que podía mostrar piedad si se disculpaba por su comportamiento.

El aula de Encantamientos estaba impregnada con la esencia mágica característica de Hogwarts. Libros de hechizos y pergaminos estaban esparcidos en los pupitres, y las ventanas dejaban entrar la luz tenue que resaltaba el polvo mágico en el aire. La atmósfera vibrante del aula ofrecía un escenario perfecto para la práctica de la magia.

El profesor Flitwick se preparaba para enseñar el hechizo Bombarda, una elección que intrigó a Maxine. La joven bruja reflexionó sobre la naturaleza del hechizo, inicialmente considerándolo más apropiado para Defensa Contra las Artes Oscuras. Sin embargo, rápidamente descartó la idea, convencida de que no guardaba relación con dicha asignatura. La perspectiva de destruir algunas cosas parecía emocionarla, y Theodore Nott la observaba con curiosidad mientras se reía de su entusiasmo.

En un salón más amplio que el de Encantamientos, repleto de barriles dispuestos para la práctica del hechizo, Maxine se encontraba llena de entusiasmo. La sala, con su atmósfera cargada de anticipación, ofrecía un contraste emocionante con la típica estructura de las clases aburridas de teoría, con barriles dispuestos alineados estratégicamente.

Maxine, moviéndose con vitalidad, se estiraba y movía el cuello en preparación para su turno. Su expectativa resonaba en el aire, desafiando su idea preconcebida de que Hogwarts sería aburrido. La magia flotaba alrededor de la habitación, imprimiendo un sello especial en el ambiente.

El hechizo Bombarda, objeto de la lección, se presentaba como una oportunidad emocionante para explorar las habilidades mágicas de los estudiantes. Maxine se preparó con determinación, y su turno llegó con la promesa de una pequeña explosión controlada.

Observó mientras sus compañeros practicaban el hechizo, algunos logrando resultados más exitosos que otros. Neville, en particular, apenas lograba lanzar chispas.

Finalmente, llegó el momento de Maxine. Con confianza, utilizó el hechizo Levioso para elevar el barril en el aire. Giró con gracia y apuntó con determinación, como si se tratara de un duelo.

—¡Bombarda! —exclamó, desencadenando una pequeña explosión.

La explosión resonó en el salón, pero, afortunadamente, ninguna astilla lastimó a nadie. Flitwick, lejos de reprender, desprendía un aire emocionado. —¡Solo Bombarda! Borage. Excelente, el que sigue —anunció el profesor, lanzando una mirada alentadora hacia Maxine.

Fingiendo una pequeña tristeza por no poder utilizar más hechizos, Maxine miró hacia el suelo y se dirigió al final de la fila. Theodore Nott, más alto y con una expresión curiosa en sus ojos verdes, la detuvo tomándola del brazo.

—Maxine, ven —le instó Theodore en un tono que sugería que tenía algo importante que contarle, como si estuviera a punto de compartir un secreto. —Max, eso fue genial. ¿No crees que deberías unirte al Club de Duelo? —añadió Theo, pero su expresión, en lugar de ser de admiración, mostraba preocupación y seriedad.

El salón de práctica brillaba con la luz mágica y estaba salpicado de destellos de las explosiones controladas. Los barriles, ahora dispersos y algunos ligeramente chamuscados, contaban la historia de la sesión de práctica. La atmósfera era eléctrica, cargada con la emoción de la magia en acción.




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