Despertándose, Maxine se percató de que la inocente rosa aún reposaba en su escritorio, por lo que decidió darle un lugar seguro en un delgado jarrón con agua. Sea quien sea que la hubiera enviado. Lista para comenzar el día, descendió por las escaleras de metal verde.
—Buenos días, Max —saludó Theodore Nott, apoyado cerca de la escalera. Ella lo vio y le devolvió el saludo con cierta alegría; parecía como si él la estuviera esperando. Se acercó, sugiriendo tácitamente que fueran juntos al gran comedor, pero no pronunció palabra alguna. Mientras caminaban juntos, Maxine saludó al prefecto. Era importante hacer buena impresión ahora.
Maxine saludó con entusiasmo al Prefecto mientras ascendía la escalera, su postura erguida denotaba un ánimo juguetón. Matteo Sallow, el Prefecto en cuestión, le devolvió el saludo con desdén, las manos cruzadas detrás de su espalda. Maxine, sin poder contenerse, se alejó unos pasos más y comenzó a reírse de él, encontrando hilarante el pequeño gorro que ocasionalmente usaban los estudiantes de Hogwarts.
—¿De qué te ríes? —inquirió Theo, mostrando curiosidad, con una sonrisa pero sin comprender del todo la situación.
—Es que —siguió riendo, mirando hacia atrás— se ve realmente patético con ese gorro —dijo tapándose la boca mientras continuaba avanzando por la escalera. Fue entonces cuando se percató de que Theo la observaba.
—¿Qué?
—No, nada —respondió Theo, alternando su mirada entre uno y otro ojo de Maxine, esbozando una sonrisa antes de dirigir su atención al frente. Aunque ella lo miró con sospecha, no pudo evitar reírse nuevamente al recordar la imagen de Sallow con el gorro.
En el camino, el silencio predominó entre Maxine y su acompañante, sin abordar apenas ningún tema de conversación. Mientras ascendía por otras escaleras, aprovechó para revisar su celular. El mensaje que había recibido de su amigo Emi el día anterior aún permanecía sin abrir, generando cierta aprehensión en sus ojos ante la posibilidad de un descontento por parte de su amigo de la infancia.
Al llegar a la parte superior de las escaleras, finalmente abrió el mensaje. Una foto mal tomada de Emiliano Ouschan sosteniendo su varita y amenazando a su compañero Lucas Martinez, quien sonreía mientras Emiliano adoptaba una expresión malévola.
"Tu querido Lucas está bien... por ahora", rezaba el mensaje. Maxine soltó una risa, encontrando la situación más inmadura que preocupante. Meneó la cabeza con una sonrisa, incapaz de contener su diversión ante la peculiaridad del mensaje.
—Ah, Theo, hazme acordar que tengo que devolver el libro de Susan a la biblioteca —le decía Maxine, mirando el celular y recordándolo.
—¿Qué? Ni siquiera me acuerdo de lo mío, ¿cómo quieres que recuerde tus cosas? —decía Theo, mirando hacia atrás con disgusto.
—Ah, solo si te acuerdas... —decía Maxine, mirando hacia arriba— "Biblioteca, libro", solo dime eso —le sonreía mientras se adelantaba alegre hacia el comedor.
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Al llegar al comedor, Maxine se acomodó junto a Theo, con Pansy Parkinson sentada justo enfrente de ella. Después de unos minutos, Draco Malfoy se unió a la mesa, tomando asiento al lado de Pansy. Al fondo, pudo ver al prefecto acomodándose, y Maxine volvió a reír al ver su gorro.Su sonrisa se borró de inmediato cuando cruzo miradas sin querer con Peregrine Derrick quien la miraba molesto y ella también le devolvió el mismo trato.
Theo comenzó a contarle a Maxine sobre un truco que había aprendido.
—¿Un truco? —preguntó ella, intrigada.
Él asintió. —Oh, ¿como los de magia Muggle? —comentó Maxine, notando que Theo sacaba una moneda un poco grande de su túnica.
—Exacto, pero este tiene un toque especial. Sin magia, lo juro —aseguró Theo mientras realizaba hábilmente algunos movimientos con las manos.
Sonrió y, con un gesto teatral, empezó a ejecutar el truco. Sus manos se movían con gracia, y Maxine observaba cada movimiento con creciente fascinación.
—Ahora, presta mucha atención —advirtió Theo con una mirada traviesa.
En un movimiento fluido, acercó su mano a la oreja de Maxine, como si estuviera atrapando un susurro en el aire. La joven sintió un cosquilleo en su oreja, y cuando Theo retiró la mano, reveló una sorpresa: la moneda había aparecido, reposando delicadamente en la palma de su mano.
—Ohh, es increíble, tenía un amigo muggle que hacía eso. Es realmente difícil —expresó Maxine, sorprendida y sonriente.
—Estuve practicándolo por aburrimiento en vacaciones. Parece que valió la pena, ya que te gustó mucho. Supongo... que tendré que idear trucos mejores y más grandes para impresionarte. —comentó Theo, apoyando los codos en la mesa y tomando un sorbo de chocolate caliente. Maxine no pudo escuchar bien lo último, ya que Theo bajaba la voz gradualmente.
—¿Tienes un amigo muggle? —interrumpió Draco, disgustado, con sus ojos brillando en tono rojo.
—Ummm, sí, ¿ustedes no? —Maxine se giró abruptamente hacia Draco, mientras el resto de la mesa la observaba en silencio—. Vivía cerca de mi casa.
Draco, disgustado, no dijo nada; parecía solo decepcionado por algo. La joven solo se encogió de hombros y siguió comiendo. ¿Cómo no se relacionaban con muggles? Era algo imposible de creer. La mesa retomó la conversación, poco a poco.
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Ya se levantaban todos para ir a la clase de Historia de la Magia, y al acercarse al salón, Pansy se sentó rápidamente al lado de Draco. Maxine solo se sonrió para sus adentros al ver la situación, encontrándola algo divertida. Draco se dio cuenta después al verla subir para ubicarse al fondo del salón con Theo. No hubo enojo ni reacción alguna, ya que Maxine había desarrollado un gusto por observar a Draco, pero no podía hacerlo sin que fuera evidente. Así que, si estaba lejos, podía mirarlo más seguido sin que nadie la viera de manera extraña, aunque tenía que disimular ahora que Theo estaba a su lado.
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Editado: 18.02.2024