Pase la hoja del periódico en busca de un trabajo y alguna habitación para irme de este lugar. Había pasado una semana desde que se había ido y sentía que una hora era un año… Casi no podía dormir pensando en el que hará. Tuve que emplear métodos para dormir, como las pastillas, música relajante, estudiar hasta que mi cerebro exija un respiro.
Ya no sabía qué hacer.
La verdad es que fácilmente podría tomar un avión e ir con él. Pero no hay quien me apoye ahora, si tan solo tuviera padres que se preocuparan por mí, todo sería muy diferente.
Hasta el momento no tenía ni una llamada de él o algún mensaje. Eso no hacía más que molestarme, pero solo quería un mensaje diciendo que ya tenía amigos o que le iba bien… Aunque yo tampoco le había enviado un mensaje y eso era malo. No quería incomodarlo mucho…
¡Maldición! Debo pensar de forma calmada, así no podré lograr nada.
En algún lugar de mi habitación comenzó a sonar mi celular. Aquí va el enigma. ¿Dónde diablos lo metí? Busque por la cama, debajo de los papeles, en mi escritorio y nada… ¡El baño! Corrí hasta llegar y conteste rápido.
—Hasta que al fin contestas cariño. — Reí.
—No sabía dónde estaba el celular. — Conteste. — ¿Qué paso?
—Te conseguí trabajo. —Sonreí como tonta. Cubrí mi boca para evitar gritar de la emoción, no quería despertarla.
—Gracias. En serio, muchas gracias. —Sonreí. — ¿Dónde es? — La emoción albergaba mi pecho, sentía que iba a vomitar.
—Y aquí va la mejor parte. —Sonreí. — El trabajo es de camarera en un restaurant súper lujoso. — No me gusta la gente rica, pero no importa, trabajo es trabajo. — Te pagaran novecientos dólares al mes. —Sonreí.
—Te amo. Tienes mi corazón y toda mi lealtad April. — Al fin me libraría de este infierno. — ¿Cuál es el horario?
—Es de cinco de la tarde hasta las diez de la noche. —Suspire. — Te darán un día de descanso a la semana. — Sonreí.
—Gracias, eres la mejor April. Siempre me sacas de los apuros, con ese dinero podré sacar mis papeles del colegio. — No dejaba de sonreír. — ¿A qué hora debo estar ahí?
—Tienes que estar ahí a las tres de la tarde para conversar con la señora. — Aseguro. —Me tengo que ir, suerte cariño. — Dijo con mucho ánimo
—Gracias April. Cuídate
Al fin una buena noticia… Desde las doce de la mañana hasta los cuatro trabajo en un supermercado que paga bien, pero necesitare ahorrar más para los libros, cuadernos, la universidad y el departamento.
Son las doce tengo que cambiarme para ir y conseguir el empleo o tal vez ya lo conseguí. Que el universo conspire para darme una buena carga positiva.
***
—Te dije que lo convencerías — Reí—, felicidades Kira. — Dijo emocionada.
— Gracias April, esto te lo debo a ti —Tomo un sorbo de su café — ¿Qué tal te fue a ti? No me has contado. — Sonreí.
—Ya hice los trámites para la universidad y todo está en orden —Sonrió —, en dos meses estaremos en la universidad.
—Lo sé, esperó que pasen volando. — Sonreí. — Mas emocionada no podría estar ahora.
— ¿Y Kendall? Me entere que ya se fue a Alemania. — Asentí. —Espero que no haga más estupideces. — Dijo con resentimientos. Aunque yo también lo espero.
—No lo sé, hasta ahora no llama— Suspire. —, ojala llame porque si no tendré que fingir morir para que vuelva.
— O puede ser que sea castrado…— Susurro con ironía. —, pero tranquila seguro esta con eso de los trámites. Ya llamara te lo aseguro. — Sonó totalmente segura.
—Yo también espero eso, pero tengo algo más que contarte. — Sonrió. Mis ojos viajaron a la puerta de la cafetería. — Verás… — Tyler entro con una chica súper linda. — Quiero alquilar un departamento con alguien y esperaba que me ayudes a buscar un compañero. — Concentrarme se me hacía difícil.
—Me la pones difícil cariño… —Susurro. No me veía hasta el momento, pero tenía que desviar la mirada de él. — Buscare a una amiga o amigo que esté interesado en un departamento. — Sonreí hasta que mi celular comenzó a vibrar.
—Un momento, por favor — Asintió y me puse de pie.
No iba a salir de la cafetería por que la maldita campanita sonaría y lo último que quiero es llamar la atención. Me dirigí al baño y conteste el número que estuve esperando toda la semana.
—Sabes que te amo, ¿cierto? — Blanquee los ojos. — Sí, lo sé… soy una mala persona, debí enviarte un mensaje por lo menos; pero me robaron el celular en… en el aeropuerto. — Reí.