Todo comenzó desde muy pequeño, siempre fui un niño tímido, bien educado y criado por una excelente familia de acogida, mis verdaderos padres me abandonaron a los 3 años, apenas podía recordar sus rostros, solo me dejaron un collar de oro que aún conservo guardado en un pequeño cajón dentro de mi armario, tiene mis iniciales H.R, aunque no estoy seguro de que mi verdadero nombre sea Harry, tal vez mis nuevos padres lo decidieron así para que me fuera más fácil asociarlos con mis anteriores recuerdos, no estoy completamente seguro.
La señorita Clara y el señor Thomas han hecho un buen trabajo a pesar de todo, al menos pude conocer lo que se siente crecer en el seno de una “buena” familia, aunque todo no siempre fue color de rosas, Thomas era alcohólico y casi siempre se metía en problemas, tenía serios problemas de conducta violenta, lo echaban de los trabajos una y otra vez, al parecer siempre se embriagaba y discutía con sus compañeros, estuvimos dos veces a punto de perder la casa, Thomas y Clara se habían quedado en bancarrota y éramos tres bocas para alimentar, yo recuerdo que tenía 6 años y estaba en mi habitación y escuché una de las tantas peleas de Thomas y Clara, en esta en especial se referían a mí, al parecer Thomas nunca quiso adoptarme y solo fue Clara quien le pidió hacerlo, todo para sanar el dolor que ellos traían consigo de antes, para nada es fácil la pérdida de un par de mellizos, ambos ya habían sufrido una perdida así, y me adoptaron como un reemplazo a su dolor insuperable. Escuché perfectamente como Thomas le decía a Clara que lo mejor era devolverme a mis padres biológicos y en caso de no encontrarlos dejarme en el orfanato más lejano posible de la ciudad, aunque los gritos de Thomas eran muy elevados Clara jamás permitió que pasara semejante acto cruel, ya para ella yo era su hijo. Thomas no pudo hacer nada, se tuvo que tragar sus propias palabras y ofensas. Por otra parte yo me sentía mal, a pesar de que a los 6 años uno no es tan consciente de las cosas, sentía que solo podía contar con Clara, ella siempre se encargó de mí, era la que me llevaba al colegio y siempre me traía de vuelta, no puedo negar que no había un día en el que no temiera que Clara no me fuera a recoger y me abandonara como hacía años ya habían hecho mis verdaderos padres, pero no, por suerte para mí ella jamás faltó, siempre fue puntual, y antes de llegar a la casa siempre pasábamos por el parque y me decía que siempre estaría orgullosa de mí, y que no habrá un día en el que se arrepienta de haberme hecho parte de su familia, mi infancia tuvo muy agradables momentos acompañados de ella, todo hasta que enfermó, justo a mis 12 años la diagnosticaron con cáncer pulmonar, ella no era de fumar mucho, solo lo hacía en ocasiones de estrés, el médico nos explicó que no solo es por el cigarro también existen otros factores que influyen, incluso puede ser una enfermedad hereditaria, y ahora que lo recuerdo la mamá de Clara también padeció cáncer de pulmón hasta que de un momento a otro falleció.
Yo no entendía mucho pero sabía que nada bueno estaba pasando, Thomas estaba muy triste al igual que Clara, yo no hacía nada más que llorar, así estuvimos tiempo, la casa estaba cubierta por una desesperante tristeza, cada semana acompañaba a Clara a las consultas, cada día que pasaba se le dificultaba más respirar, era una tos constante que no se le quitaba, por lo que el médico decidió ingresarla de urgencia, aunque le rogaba a Thomas que me dejase ir a verla al hospital siempre me decía que no.
Me parecía todo tan injusto, yo sabía que él solo me veía como a la persona que le robo la atención de su mujer, siempre con mucho odio, pero no era justo que no me dejara verla, en una de esas me escapé y llegué solo hasta el hospital, por suerte para mí no estaba lejos de nuestra casa, una vez llegué y entré a la sala donde se encontraba Clara inmediatamente me desmoroné al verla devastada por completo, parecía una rosa marchita, se me encogió el corazón inmediatamente. Su reacción fue curiosa, no se podía casi ni creer que me había escapado solo para ir a verla.
Ella siempre intentó ser lo más sincera posible con respecto a su enfermedad, me decía que ya yo me estaba convirtiendo en un hombrecito y que me merecía saber las cosas como son en realidad, el médico le comunicó que el cáncer era irreversible, que le quedaba poco tiempo de vida.
Como crees que se le explica a un niño de 12 años que su madre va a morir, fue duro para Clara y hasta para mí, cuando se acercaba la hora de irme Clara me detuvo con su brazo desde su camilla y me dijo que le diera un beso de despedida que posiblemente sería nuestra última vez juntos, a lo que yo le respondí que no, que estaba seguro de que pronto nos volveríamos a ver. Si dependiera de mí esta no sería la última vez que me escaparía para visitarla.
Al llegar a casa traté de entrar por la puerta trasera y sigilosamente entre a mi habitación y justo cuando creí que todo me había salido bien, detrás de la puerta se encontraba Thomas y esta vez con una muy mala cara.