Los moretones esta vez fueron mucho más intensos, mis súplicas no fueron suficientes para que Thomas se detuviese, se notaba que disfrutaba pegándome con su cinturón.
Una vez ya satisfecho con la golpiza que me dio, Thomas decidió clausurar mi ventana, impidiendo así la vista al exterior de la habitación, pero eso no fue todo, me castigó una semana sin ver la televisión, él perfectamente sabía que una de las cosas que más me dolía era eso, pero igual no le importó.
Al día siguiente me miré en el espejo y estaba completamente cubierto de moretones demasiado visibles, por suerte no tenía amigos, así no pasaría vergüenza al tratar de intentar cubrir mis heridas. Me eché a llorar y no paraba de preguntarme por qué Thomas era así, por qué la necesidad de hacerme tanto daño.
Por fin era lunes y Thomas tenía que salir a hacer la compra, tarea que realizaba Clara antes de ingresar en el Hospital. Al menos tendré una hora de paz cuando Thomas salga; eso pensé, pero no fue así.
A Thomas se le ocurrió que lo mejor era tenerme vigilado, así que me obligó a ir con él. Obviamente no me pude negar, preferí ir con él a que me diera otra golpiza.
En el centro comercial, las personas se me quedaban mirando muy preocupados, supongo que no entendían como en pleno verano había un niño con abrigo, gorro y pantalón, pero claro ellos no sabían lo que verdaderamente ocultaba, tenía ganas de salir corriendo, pero sabía que las consecuencias serían devastadoras para mí.
Al regresar a casa Tomas recibió una llamada del Hospital, advirtiéndole que tenía que pagar el ingreso y la medicación que le proporcionaban a Clara, o de lo contrario la trasladarían a un centro de mínimos recursos donde seguramente moriría más rápido por una infección que por el propio cáncer.
Thomas se enfureció mucho, gritó un sinfín de palabras prohibidas en la calle, semejante acto me hizo sentir muy avergonzado, más de lo que ya estaba.
Al llegar a casa Thomas me sentó en un pequeño sofá y me dijo muy descaradamente que me llevaría a ver a Clara, pero con la intención de que me despidiera, ya que no contaba con el dinero suficiente para seguir pagando la estadía de Clara en el Hospital.
Mi reacción fue de inexpresividad instantánea, no podía creer lo que estaba escuchando de su boca, sus palabras me hirieron como nunca sus golpes lo habían hecho. Y ahora me pregunto qué tan despreciable puede llegar a ser un ser para hacer y decirme semejante atrocidad. Pero claro, tendría que ser Thomas, de él me esperaba cualquier cosa.
Comencé a llorar e inmediatamente empezó a justificarse que de todas formas Clara iba a morir, que si yo era un hombrecito y estas cosas son cosas que pasan en la vida real, que tenía que ver el mundo de la forma que es, osea un lugar cruel donde se paga un precio muy alto por la atención médica, entre otras cosas.
Fueron tantas las frases de “padre protector y sabio” que intentó darme, que me llené de rabia y le dije a gritos que si Clara se iba al cielo yo prefería morir también. Thomas no dudo un segundo en golpearme nuevamente, esta vez no fue como quiso, me dio tan duro que perdí el conocimiento y a pesar de ser un mal tipo no dudó en llevarme a urgencias.
Thomas andaba muy desesperado y un poco ebrio también, a pesar de la dura situación nunca dejó de beber ni tan solo un minuto, él sentía que se estaba haciendo un favor, pero lo único que conseguía era hacerle daño a sus seres cercanos e inclusive se hacía daño a sí mismo.
Inmediatamente los doctores al revisar mi cuerpo se sorprendieron tanto que no dudaron en llamar a la policía y con intenciones de ayudar le preguntaron a Thomas el porqué de mis marcas, no eran unas pocas, sino más bien cubrían casi todo mi cuerpo; Thomas se sentía intimidado, actuaba con desesperación, apenas podía sostener su cuerpo gracias a los graves efectos del alcohol. En pocos minutos llegó la policía en busca de Thomas e intentaron tomar declaraciones pero este se negó a hablar, y sin más se lo llevaron directo para la comisaría hasta que decidiera declarar.
Por otro lado los médicos no saben qué hacer, se desesperan al ver mi pequeño cuerpo maltratado, no tienen idea por dónde empezar, mientras alistaban el salón para atenderme ocurrió lo más triste que pudo pasar…
Justo a las 4:18 pm los médicos reportaron que dos personas habían fallecido, y fue algo un poco curioso porque nunca en ese hospital había ocurrido lo que esa tarde ocurrió.
Clara no resistió a los tratamientos y a pesar del esfuerzo del personal de salud se despidió de este mundo susurrando la palabra <<amor>>.
Obviamente Clara no se refirió a Thomas, sino más bien a mí, ya que en ese instante yo la ayudé a dormir.
Sí, yo también perdí la vida, y lo curioso es que no pude nunca despertar, quería poder haberme despedido de Thomas y agradecerle por hacer mi deseo realidad.
Abrazar a Clara me dio mucha alegría y sobretodo aún más el saber qué de mi lado nunca más se alejará.
¿Te preguntque pasó después con Thomas?
Thomas fue condenado a pasar el resto de su vida bajo prisión, sufrió de abuso, se convirtió en el lacayo de muchos reclusos, hasta le amputaron un brazo para que nunca más se atreviera a golpear a un niño inocente. Se conoce que la cifra de niños fallecidos anualmente por violencia doméstica oscila entre 7 y 8 menores de edad. A pesar de los malos tratos que en su día Thomas me hizo pasar, solo en una cosa tuvo razón.
Sí, en que la vida real es muy cruel y está poblada de seres inhumanos que no quieren a sus seres queridos y mucho menos se quieren a ellos mismos.