El diario de secretos

Cap. 7: Maestra

 ¿Me enseñarás? —preguntó con inocencia mirando a su madre a los ojos.

—No sé como hacerlo hija, no sos como los demás y es más difícil así —dijo la mujer de cabellera rubia. <<Lo siento, no logro entenderte.>>

Belén movió ligeramente a Candy para despertarla, ella se quejó y se removió incómoda en el poco espacio que le dejaba su amiga para dormir. Había sido una mala noche, no por los problemas que estaban teniendo, eso era lo de menos, lo peor fue escuchar a Belén hablar durante 9 horas seguidas sin parar. Recién cuando ella se despertó hace 20 minutos había podido dormir.

—Vamos, Candy, tenemos que ir a la biblioteca —habló suavemente. Parecía de mejor humor, se notaba un toque de entusiasmo en su voz—. ¿Por qué estás tan ojerosa?

—Ash, 10 minutos más —dijo dormida sin responder la pregunta—. Mamá no puedo hacer esto, vos misma lo dijiste... 

Belén entrecerró los ojos y le dio un golpe en la cara a su compañera, ella se despertó molesta y le respondió con un golpe en la cabeza. Siguieron golpeándose, pelearon por un rato. Guadalupe entró a la habitación, no se dieron cuenta de su presencia hasta que habló.

—Dejen de pelear —le dijo mientras sacaba una película de su mochila.

—No quería despertarse —le dio un empujón haciendo que caiga sobre la cama—, tenía que haber dormido bien.

Se subió sobre ella, notó que comenzaba a dormirse, quiso pegarle, pero ella le detuvo la mano y comenzaron a forcejear.

—No porque vos duermas bien significa que todos lo hicimos. ¡Cuando duermes hablas demasiado! —intentaba frenar el puño de su compañera.

—En serio, paren que se lastimarán —repitió. La colorada cayó y se escuchó el sonido seco de su cabeza golpear contra el suelo.

—Le estoy ganando —dijo Belén con una sonrisa tirada encima de su contrincante y agarrando con fuerza sus muñecas mientras que esta intentaba librarse de su agarre.

—Con que jugamos sucio. ¿Eh? —la de abajo silbó y su pequeño azulejo salió como una flecha de su mochila y le picoteó la cabeza para intentar atacarla.

— ¡Ay! —exclamó soltándola y agarrándose la cabeza—. ¿Qué te cuesta pelear conmigo mano a mano? No vale usar magia en esto, vos tenes, pero yo no.

— ¿Magia? —dijo ella extrañada. La verdad nunca lo había calificado como ello, sonaba extraño. No se lo había planteado de esa manera... pero no era una mala definición—. Yo no tengo magia sólo objetos que me ayudan, sin ellos no soy nada.

— ¡Hey! —Guadalupe atrajo la atención de ambas—. Tengo una película, vamos a verla y luego a la biblioteca, después de todo las cosas que nos suceden son muy extrañas, quiero olvidarme del mundo por un rato, al menos antes de que explote.

— ¡¿Qué?! —exclamó Belén incrédula—. Hay locos detrás persiguiéndonos y quieren ver una película. ¿Están de chiste?

—La verdad no me importa lo que me suceda, en caso de que algo malo pase úsenme de carnada y salgan corriendo —dijo Candy encogiéndose de hombros con una sonrisa.  <<Toda mi vida hubo locos persiguiéndome, no hay mucha diferencia. Simplemente el número aumentó. Quizás no haya aumentado ¿me habrán estado siguiendo desde antes? No, eso es darme un mérito que no merezco... ¿Pero que tal Guadalupe?>> Pensó.

— ¿Candy estás ahí? —habló Guadalupe.

—Sí —le respondió saliendo de sus pensamientos.

—No vuelvas a decir eso, nunca te usaremos de carnada. Nos quedaremos a tu lado, como sé que te quedarás con nosotras, eso es amistad —dijo Belén seria, sin quererlo se le escapó una sonrisa sincera, una que de verdad salía de su corazón—. Veamos la película —le despeinó el cabello sonriendo y ella bufó.

~Y~

—Creo que esta noche no podré dormir —dramatizó Guadalupe.

—Vos querías ver la película —Candy se encogió de hombros mientras agarraba su morral marrón con sus cosas—. Además no daba tanto miedo, quizás incomodidad, pero no miedo.

—No daba miedo, ni incomodidad ¡Daba asco! —le corrigió Belén. Le daba arcadas recordar esa cinemática.

—No me dio asco, tenía una pésima trama.

—Amiga —dijo Belén apoyando una mano en su hombro—. En serio estás perturbada. Bueno vamos, prometo que cuando volvamos te conseguiré un buen psicólogo.

— ¿Si sabes que los odio? —su compañera se río y no entendió la razón. Lo había dicho en serio.

Ese era el problema de estar siempre sonriendo, nadie te toma en serio luego.

Dándole las indicaciones al padre de Belén fueron a la biblioteca. 



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En el texto hay: demonios y angeles, diarios magicos, guerras magicas

Editado: 28.04.2020

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