El diario de secretos

Cap. 8: Planeando una fiesta

<< ¿Otra vez lo olvidaron por trabajar? >>pensó sola en su habitación. <<Creí que me querían. Mentirosos>> 

— ¡Hey, Can! —dijo Guadalupe llamando la atención de su amiga.

— ¿Eh? ¿Qué sucede? —preguntó volviendo de donde quiera que haya estado.

—Te preguntamos cuándo es tu cumpleaños y te quedaste tildada —le mencionó Ainara con un deje de preocupación en su voz.

Ahora todas la miraban con algo de atención. Estaban al tanto de la herida de la niña y a cada nuevo síntoma.

—Ah... Cierto estoy algo cansada —dijo ella lanzando un suspiro— deberíamos prestar atención a la profesora que luego se molestará y en esta clase no soy muy buena que digamo.

—Primero responde—exigió Guadalupe de forma firme—. Sabes nuestros cumpleaños y nosotros no el tuyo.

—Este mes cumplo años —respondió restándole importancia. No tenía cabeza para pensar en ello, tenía una misión que cumplir y le daba un poco de miedo.

Hace dos días llegó a su casa, logrando recordar lo que había pasado, le costó mucho mantenerse tranquila y resistir esas ganas de llamar a la policía. Todo aparecía en su mente, a excepción de la cara de sus secuestradores.

—Como sea, eso no importa —se dijo a si misma—, después de todo me darán la información. Quien tiene información tiene  el poder.

Se sentó en su escritorio, tiró la piedra hacia arriba, esta se transformó en su pequeño azulejo que empezó a piar con alegría.

—Hm, te llamarás Flama. ¿Te gusta?

El azulejo pió y se posó a su lado.

Se estaba durmiendo, cuando alguien abrió la puerta con brusquedad. Se despertó sobresaltada y bajó de un salto la silla. Al ver que era Candela la que había abierto la puerta se tranquilizó.

—Perdón ¿te asusté? —negó con la cabeza simulando estar relajada, últimamente tenía los nervios de punta—. Te llegó un paquete. Dice que es del colegio —le dijo Candela dándole una caja envuelto en papel madera.

—Gracias —miró el paquete con recelo. No lo abriría en su presencia.

—¿Qué es? —preguntó Candela curiosa, a veces era como una niña.

—Nada, chusma —se rió.

—Claro... chusma —dijo ofendida—. Ah, Candy, sigo sin encontrar mi libro, es muy importante para mi, en serio lo necesito.

—Que no sé ni de qué libro hablas, nunca lo había visto —le respondió indiferente, había aprendido a actuar de esa forma, mucho tiempo.

—Está bien —suspiró, le dejó un beso en su frente—. ¿Sabes que te quiero, no? —la chica asintió con la cabeza. La mayor se fue. <<Normalmente respondería algo, ¿qué le estará pasando?>>

Apenas cerraron la puerta la chica destruyó el papel que envolvía el paquete con sus manos. Allí había un libro titulado "Sociedades y Sectas peligrosas". Lo abrió, en el índice estaban marcados dos renglones con resaltador amarillo. Uno era "La sociedad de las almas corruptas" y el otro "La llama oscura".

Fue directo a la página en el que hablaba de La sociedad de las almas corruptas. Esta era una organización que desde tiempos ancestrales había sido la causante de secuestros de chicos y adolescentes. Estaba conformada por personas muy peligrosas, la mayoría eran caza recompensas que intentaban ganar fama, brujos que traficaban ingredientes mágicos y seres mágicos que el autor no era capaz de nombrar ya que no sabía con exactitud cuales eran. Lo que sí sabía que eran demonios corruptos/impuros, no tenía en claro sus intenciones. Sabía que su líder estaba completamente chiflado.

El párrafo era extenso, la información no muy fiable, necesitaba una constatación de que eso era real. Tomó el diario de secretos, comenzó a hojearlo con cautela, revisando que no se le escapara ninguna información nueva y encontró en él una detallada explicación sobre los demonios mencionados.

"Todos los demonios en sus principios son demonios inocentes: Seres masoquistas que solo disfrutan de causarse sufrimiento y evitan causarles ese sentimiento a los demás, son inestables emocionalmente y muy peligrosos a pesar de sus buenas intenciones. No le harán nunca daño a otro ser si no intentan dañarlos.

Cuando los demonios crecen hay algo que los corrompe y hace que estos amen el sufrimiento ajeno, antes amaban el suyo, ahora el de otros. Se hacen sádicos, adoran atormentar a otros seres y sentirse superiores, son completamente narcisistas. Tienen una hormona dentro de ellos, la cual segrega adrenalina, algo que les es completamente adictivo y sólo pasa cuando sienten la sangre. Es como si que fueran mosquitos, solo que en vez de picar, matan.

Entre ellos está la tercera y cuarta clasificación. Los demonios puros y los condenados, estos..."

Las páginas terminaban ahí, Candy maldijo en voz baja su libro. Bueno, si existían demonios "puros" de seguro que había "impuros", sonaba lógico. Debía leer todo de nuevo más tarde.



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En el texto hay: demonios y angeles, diarios magicos, guerras magicas

Editado: 28.04.2020

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