El diario de secretos

Cap. 15: La tempestad

La minivan color azul saltó en la carretera mal asfaltada. Josefina despertó sobresaltada, el viaje era largo. Había estado tanto tiempo nerviosa que dudó de poder quedarse dormida. Se sentía incómoda viendo a Belén, seguía molesta, no estaba segura de que pretendía que hiciera para remediar su error. Ya se había disculpado cinco veces, no sabía que pretendía, cuando lo descubriera estaba decidido a hacerlo, porque ella lo valía.

Todos dormían, volteó para ver la tercera fila de asientos. Lilim y el abuelo de Candy, quien conducía, eran los únicos despiertos. Se veía de más mal humor que de costumbre.

Su presencia ya no le causaba temor, sino incomodidad.

Podía ver en su rostro que algo no le gustaba, era complicado entenderla, no notaba cuando se preocupaba o se enojaba. 

— ¿Qué te sucede? —se animó a preguntarle.

—Desde hace un kilómetros están intentando entrar en la mente de Candy —dijo y la nombrada empezó a temblar—. Estoy intentando bloquearlos.

— ¿Puedo ayudarte? —le preguntó Josefina.

—No, pero puedes responderme algo —habló mirándola a los ojos—. ¿Por qué si Candy y vos se llevan tan mal queres ayudarla?—esa duda le carcomía la cabeza, no sabía si era de confianza.

—Porque es mi amiga a pesar de llevarnos mal, somos difíciles de entender. Creo que nuestra rivalidad hace que el grupo esté constantemente con algo en la cabeza.

— ¿Por esa razón pelearon con Belén, porque ella es tu amiga? —preguntó. Había notado la incomodidad de ambas.

—No —bufó—, fue porque ella no entiende lo que es tener otras amigas, cuida demasiado las que tiene. A mi me sobran, así que las descuido.

— ¿Y creés que eso está bien? —preguntó levantando una ceja, en serio le sorprendía lo estúpido que fue ese comentario—. Tener muchos amigos no te hace mejor... pero ser buen amigo sí. Se supone que los amigos son la familia que uno elige, si vos preferís descuidar a unos porque tenes otros entonces creo que no mereces ninguno.

Se quedó callada, sabía lo difícil que fue para Belén integrarse al grupo. Cada vez que Ainara le dio su hombro Belén se lo retribuyó con su preocupación, cada vez que Candy y ella se pelearon para defenderla, Belén se quedaba llorando a su lado y cuidando sus heridas, cada vez que Guadalupe la escuchaba, ella la escuchó.

Era una amiga de oro. ¿Por qué le dijo eso? No se lo merecía. Si la quería tanto... tanto que le dolía el dolor que le causó.

—Tenes razón... ella es lo mejor que me pudo pasar, hizo que mi comportamiento cambiara —contestó—. Entendí lo que es estar del otro lado de los abusos...

Lilim sólo se volvió a quedar en silencio. Dándole tiempo para pensar, a pesar de que parecía un ser sin sentimientos era bastante sabia.

Después de unos minutos el cuerpo de Candy comenzó a temblar, Lilim intentó que se quedara quieta, pero no lo lograba. Parecía estar en una pesadilla, su respiración se había acelerado. Despertó de golpe.

—Estamos cerca —dijo intentando regular su respiración—. José, doble a la derecha —era sorprendente lo fría que llegaba a ser la menor con esas personas.

Su abuelo obedeció, el auto dobló y tuvo que frenar de golpe. En medio del camino había una reja. Todas se despertaron sobresaltadas, a excepción de Candela, quién había sido sedada por Candy.

Cuando Lilim y Ainara llegaron a la casa se asustaron por ver el cuerpo inconsciente de Candela. 

—Sé que luego estará furiosa conmigo —le comentó la colorada a Lilim—. No puedo permitir que interfiera en esto, sé que lo hace con las mejores intenciones.

— ¿Puedes contarme qué es lo que haremos allí? —preguntó la demonio.

—Dudo de que quieran seguirme si les cuento lo que haremos.

—Te estamos siguiendo a ciegas, sin siquiera saber lo que enfrentaremos, no creo que esto sea peor que la verdad —habló Ainara mientras dejaba a Candela en el sofá. A la más baja le sorprendió la fuerza que había desarrollado.

—Esto es muy difícil de explicar, es una historia que debe ser contada por dos voces y una de ellas no se encuentra aquí.

En ese momento se metió en su cabeza para intentar entender esa historia, pero no encontraba la información que buscaba, solo retazos de planes que había en su cabeza.

Volvió a la realidad cuando escuchó a Candy hablar.

—Escúchenme, algunas advertencias antes de bajar. Hay que ser silenciosos acá, esto no es un juego, entre enfrentarlos y esconderse prefiero que se escondan. Ustedes, —dijo refiriéndose a sus abuelos— quédense acá, intenten que no les roben el auto. Josefina y Belén, ya que, son rápidas necesito que distraigan a las personas que están de guardia —las nombradas se miraron incómodas—. Ainara, Lilim y yo entraremos. Luis y Guadalupe se encargaran de...—. A Candy se le secó la boca de golpe, siendo interrumpida por si misma—. Cuiden las espaldas de Belu y Jose, que no los maten y prepararse para ayudar a evacuar.



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En el texto hay: demonios y angeles, diarios magicos, guerras magicas

Editado: 28.04.2020

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