El diario de secretos

Cap. 17: Ciega

— ¿Entrenar mis ojos? —interrogó a Lilim con curiosidad, le pareció curioso que mencionara algo así. Nunca escuchó un término semejante.

—Hay muchas cosas que los humanos no pueden ver, eso los protege de demonios, trasgos, ogros, hadas, cualquier tipo de criatura mágica, pero a veces los hace vulnerables ante sus ataques malintencionados. En éste caso te encuentras en muchos problemas niña.

— ¿Y por qué te puedo ver? —le preguntó a Lilim. Tenía la esperanza de que su vista se hubiera acostumbrado a la presencia de ella, así podría ver a los seres que se ocultaban ante los humanos y su vista caprichosa... ¡No se rendiría aunque esté en esos aprietos!

—Porque estoy tomando una forma relativamente humana —respondió Lilim—. Si tuviera mi forma verdadera no me verías—respondió notaba en su voz una tristeza grande. 

¿Pensaba que no ganaría? ¿Acaso la veía como alguien débil?

No permitiría que se decepcionara de vuelta. Ya había sido muy débil en el enfrentamiento con Ainara, había perdido el conocimiento sin siquiera saber la razón.

—No se pongan así —dijo al ver sus caras de tristeza profunda, eso le dolía—. No moriré aquí y ustedes tampoco, ¿no confían en mí?

No les permitieron hablar, el hombre chasqueó sus dedos y el resto quedó paralizado. 

—Basta de preguntas y frases cursis. Es hora de pelear niña.

Subió la guardia, se sentía nerviosa. Sus golpes aún no sanaban, tenía una muñeca esguinzada, unos moretones que hacían un infierno cada movimiento. Intentaba no quejarse, había algo de sangre de su cabeza aún. 

De entre las sombras emergió una figura con capa, su rostro estaba tapado con capucha y la luz no penetraba en ella. Era imposible saber su género, ya que, la ropa era muy grande como para cubrir su contextura. Llevaba un broche en el medio. El emblema de una rosa.

—Reclamo el derecho al protegido —dijo con una voz calmada. Algo que incomodó momentáneamente a Candy y la hizo sentir débil.

—Negado —dijo el hombre con simpleza.

—El desafiante tiene ventaja sobre el desafiado sin previa preparación tiene derecho a la visión de un tercero o a la propia.

El hombre miró a Lilim. No pudo descifrar su reacción, intuyó que era de sorpresa. A Candy, en cambio, se le notaba que no entendía en lo absoluto lo que estaba pasando. Él apretó la mandíbula y gruñó, no podía ser un plan de ninguna de las dos o eso presentía, quien sea que la haya metido sería castigado.

—Si no concedes el derecho, protegido de los ogros, vas a pagar represalias —habló la voz, era femenina y tranquila.

—Concedido...

—Candy —la llamó la chica, se le acercaba con paso tranquilo. Lilim se tensó, pero la nombrada sentía relajada—. Debes hacerme caso, acá hay muchas criaturas mágicas, ninguna de ellas es amigable. Seré tu guía para que no te cacen, solo mantente alerta, debes tenerme confianza.

— ¿Cómo confiar en alguien que no conozco, si ni siquiera confió en mis amigas?

—Debes hacerlo, ahora tu vida depende de mi. No habría venido corriendo hasta ti si no quisiera ayudarte —se acercó a su oído y le susurró. —Yo soy de quién te aviso tu maestra.

La chica volteó, se sentó en una esquina en el piso y se quedó callada. Candy no entendía si iba a ayudarla o que. Quizás era la aliada de la que le había informado su maestra como dijo, quizás era una coincidencia, estaba demasiado nerviosa. Intentó no pensarlo demasiado y ver cómo pelear.

—Deja de mirarme o te matarán —le advirtió ella—. No puedo quedarme por mucho.

Candy volteó, sintió un pinchazo en su estómago, de igual forma dio una patada y se escuchó un chillido.

—Creo que no ves tan mal después de todo, tiene un buen instinto —susurró el hombre.

Eso era horrible, tenía dos enemigos: uno en frente y otro invisible.

— ¿A qué se refiere? —Candy metió una mano en su pantalón y rosó cuidadosamente la piedra azul que siempre llevaba.

—Que no serás tan fácil de vencer —dijo él caminando en círculos relajado, como si meditara su situación. —Pero yo tampoco.

El hombre cayó al piso de rodillas, al instante su piel se empezó a caer, su cuerpo adquirió una tonalidad verdosa hasta llegar al marrón. 

Tenía planeado acercarse a él mientras estaba en el piso, quizás así podría deshacerse de él.

— ¡Candy no te muevas! —habló la desconocida antes de que pudiera dar un paso. —Estás rodeada, un mal movimiento te puede acabar destruyendo.

Ella se quedó quieta, observando como ese hombre poco a poco se desfiguraba y crecía, ya medía el triple que la niña. Su pelo se había caído, su piel se veía escamosa y grasienta. 

Marcos estaba odiando su existencia, tenía a su hermana ahí, peleando por él como siempre, yendo a rescatarlo. Le artaba esecirculo vicioso de ser el débil, quería moverse pero una fuerza más allá de su comprensión se lo impedía.



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En el texto hay: demonios y angeles, diarios magicos, guerras magicas

Editado: 28.04.2020

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