El diario de secretos

Cap. 25: Levantarse de nuevo

— ¡Buenos días Uriel! —exclamó Candy con su voz chillona.

El joven nombrado se levantó rápidamente, se había asustado demasiado hasta el punto de casi ponerse a llorar, se había olvidado que a pesar de que Uriel parecía de su edad en realidad su edad mental era mucho menor.

— ¡Lo siento, Uri! —se disculpó la colorada al ver su rostro tan asustado—. Solo quería molestarte un poquito... nada más. Te traje algo —sacó de atrás suyo una manzana y un jugo de manzanas.

Por alguna razón lo único que le gustaba tomar o comer a Uriel eran esas frutas rojas. Quizás debían tratar de incorporar otras cosas a su dieta.

Al despertar, aquel día, se encontraron con un bebé en el cuerpo de un adolescente, no sabía nada de su pasado. A todos le parecía extraño que su padre tuviera esa extraña espada, pero asumió que no sabía qué era eso. El chico no hablaba, no caminaba, no comía y cuidarlo era muy complicado.

Todo le parecía extraño, el diario, las dos casas, la espada. No tenía idea de que eran esas cosas. Se negaba a creer que sus padres conocían todo ese mundo, no creía que  los hubieran mantenido fuera de eso.

Uriel era un alma que se transformaba en una espada. Al salir de su forma de espada, lo único que delataba que no era humano eran sus ojos y pelo platinado y brillosos. Era bastante alto y parecía tener unos 16 años.

Pero claro, se comportaba como un niño de seis. 

Con ayuda de Candela y unos tés que hacía Night, Uriel maduraba rápidamente, aprendía a comer, hablar, jugar, caminar. Era infantil aún, pero la mejoría no pasaba desapercibida.

El joven degustaba lo que le había llevado la chica, quien lo miraba con curiosidad.

—Pareces tonta —soltó sin más.

<<Había olvidado que los niños son demasiado sinceros >>pensó cruzada de brazos irritada. Candela y Night le habían advertido sobre ese comportamiento. No podía creer que en un momento se había comportado de esa forma.

—Deberías pensar lo que dices, podrías hacer sentir mal a alguien —le comentó sentándose—. Quería hablar contigo sobre algo.

— ¿Qué? —preguntó de forma curiosa.

—Bueno, no sé si lo sabes, pero eres una espada... un chico que se transforma en espada, bueno, realmente no estoy segura si puedes volver a transformarte en espada.  Lo que quiero decir es que me gustaría verificar si realmente lo eres, por esa razón quiero probar si logras hacerlo —se intentó explicar, haciendo un enorme esfuerzo por no sonar confusa. 

—No te entiendo... 

—Hay algo que debo hacer, pero necesito tu ayuda. Hace unos días  he llegado a la conclusión de que tengo que ingresar al bosque que rodean la quinta.

— ¿Por qué? —preguntó.

—Porque creo que hay gente que vive allí y no sé la razón, tampoco entiendo su procedencia... no sé si son peligrosos. ¿Podríamos intentar transformarte en espada? —preguntó.

El chico asintió mientras la miraba.

— ¿Cómo lo haremos? —preguntó.

—No tengo idea, pero ya lo descubriremos.

Tenía todo el tiempo del mundo, la escuela estaba destruida aún, se la pasaba tomando medicaciones para sacar el dolor de las quemaduras. Candela estaba en la universidad, Marcos seguía en su entrenamiento, lo que sería un fin de semana parecía estar haciéndose rutina. Lilim había desaparecido, al parecer se encontraba en una tarea importante.

Ya había molestado bastante a Night durante dos días y Analía tenía mucho trabajo atrasado por jugar todo el día con ella. Ahora solo le quedaba procrastinar o intentar curiosear, lo que la convertía en un dolor de cabeza para el resto.

~Y~

<<Candy tiene el diario... es un hecho innegable>> pensó mientras hacía rodar un lápiz sobre sus apuntes. << ¿Cómo debo actuar en este caso? ¿Quién tiene prioridad? ¿El diario o mis hermanos?>>

— ¡Señorita Gómez! —la llamó su profesora. 

Levantó la mirada, últimamente se encontraba tan ocupada que le era difícil ir a la universidad, tenía muchos problemas, pero amaba esa clase de filosofía. Siempre había querido hacer algo como eso, pero desde chica supo que hasta que sus hermanos no sean mayores ella tenía que aprender a administrar los bienes familiares. El hecho de preguntarse todo, estando en un ciclo sin fin le ayudaría a pasar su eternidad.

Una vez que ellos se fueran para siempre...

No, no debía pensar en eso, encontraría la forma de que su vida se prolongara como la de ella.

—Ven a mi escritorio, por favor —la llamó.

Se levantó sin hacer ruido, su entrenamiento podía hacerla invisible ante todo el mundo, lo que le complicaba sus intentos de no llamar la atención. Hizo algo de barullo intencional al caminar.

—Quería hablar sobre tu exámen. En base a la siguiente frase analiza una situación por la que pases que la corrobore: "el ser humano vive en conflicto" —susurró para que el resto de los alumnos no escuchara.



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En el texto hay: demonios y angeles, diarios magicos, guerras magicas

Editado: 28.04.2020

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