Candela miraba de lejos la pelea entre su hermana y sus amigas. Quedaban unos minutos para que terminaran el ejercicio individual de todas contra todas.
—María —llamó a la entrenadora, ella volteó a verla—. Sé que no sé mucho de estas cosas, pero ¿Ainara no es un demonio? ¿No tendrá mucha fuerza? —preguntó haciéndose la ingenua.
—No te preocupes tanto —habló frívola, aún le costaba aceptar que su nieta la quería demasiado y no podría deshacerse de ella. Según lo que había dicho su nieta ella era como su hermana, aunque no podía tomarla como una nieta, asumía que ese lazo era una amistad que duró muchos años—. No creo que haya liberado la cantidad suficiente de fuerza para... —se vio interrumpida por un sonido muy fuerte.
Candy permanecía a un lado, Ainara era bastante fuerte y casi le daba un golpe directo al pecho. La patada fue dirigida a un árbol cercano, el cual fue roto el tronco de la fuerza que había ejercido.
—Wow, tranquila —le dijo divertida.
<<Creo que el entrenamiento ha servido >>pensó la chica gato sonriendo.
—C-chicas —se sorprendió por lo rápido que había desatado tanta fuerza—. Intenten regular la fuerza que utilizan.
Belén huía con agilidad de Guadalupe, quien la seguía lo más rápido que podía, intentaba hacer dos cosas a la vez, cargar su arco con una flecha y escapar de las cuchillas de su compañera.
— ¡Ah! —gritó Josefina tacleando a Guadalupe.
Ella se tiró al piso, al tenerla encima suyo levantó ambas piernas y la utilizó para impulsarla, haciendo que ruede lejos de ella. Al levantarse ya tenía a Belén frente a ella, apuntándole con su flecha.
—No te conviene hacer esas cosas —le recomendó Belén un poco más confiada.
Guadalupe se tranquilizó al notar que ella estaba en una buena situación de poder, Belén siempre olvidaba que era más fuerte con sus piernas que con sus brazos.
Entrelazó sus extremidades con la de su contrincante, terminó tirándola al piso y sometiendola con su cuerpo.
—Derrotada —sonrió alegre la joven de pelo corto.
—Dirritidi —se burló la peli violeta molesta.
Ainara miraba a su contrincante, quien poseía una espada, en serio se había pasado un poco con su fuerza, había olvidado que ella era bastante más débil, quizás debería pelear más contra Josefina que contra la colorada.
—Es fácil leer tus movimientos —dijo la joven sonriendo.
En ese momento notó que estaba desarmada. Uriel flotaba a su lado sosteniendo a Golden en sus brazos mientras comía una manzana.
— ¿Qué hace él así? ¡Estamos peleando! —exclamó indignada.
—Puedo hacerte perder estando desarmada —comentó relajada.
Se sentía aún más indignada y subestimada, pero mantuvo la calma. Respiro hondo y comenzó a relajarse para poder pensar con claridad, no debía dejarse llevar.
— ¡¿Qué te hace creer que serás capaz de vencerme?! —exclamó lanzándose sobre ella, de un giro la esquivó. Logró incorporarse aunque se llevó un buen golpe en la cabeza, no dejaría que vea como había tenido razón.
—Eres muy obvia —ya no hablaba con arrogancia, sino con tranquilidad e intentando de forma pacífica remarcarle su error—. Si sabes de gatos, también sabrás que su cola indica algunas cosas, la tuya indica cuando me atacarás.
Podría saber eso, pero no como derrotarla, así que se lanzó sobre ella. Esquivó el golpe inicial y detuvo con precisión el que le seguía
—Lo cierto es que estaba fanfarroneando, no sé como vencerte —sonrió mientras se daban un poco de espacio.
— ¡Fuera abajo! —Josefina apareció al lado suyo, tomó su muñeca, su hombro y la tiró al suelo.
La colorada la tomó del pié para derribarla. Vio como la chica gato se tiraba sobre ella, completamente inmóvil se dejó vencer.
—Tiempo —habló María relajada—. Muy bien chicas... Me sorprende lo mucho que han avanzado. Vayan a sacarse la ropa de entrenamiento y a merendar.
Habían pasado una semana desde que las clases terminaron. Las tuvieron que continuar vía online. La única que tenía algunos problemas con el colegio era Ainara, quien tenía que rendir dos materias, pero ya habían pasado a tercer año.
Esa semana se habían lastimado demasiado. Sufrieron algunos accidentes con las armas que aprendían a utilizar, además de que las quemaduras de las dos "heroínas" iban sanando muy lentamente, por lo que les costaba sentir las heridas de tantas anestesias que tenían. Lo que hacía más difíciles cuidarlas.
Varias veces, por hacer tonterías, se habían lastimado, aún no les entraba en la cabeza que esos objetos eran muy peligrosos.