Mis ojos se abrieron hasta el límite, estaba impresionada, y al mismo tiempo lo sentía como algo típico de Susan, definitivamente lo que sea que quería resguardar, el secreto que estaba ocultando, era muy importante, si no, no se hubiera tomado la molestia de poner cientos de obstáculos para acceder a él.
Abrí el alhajero, temerosa de no encontrar nada. Para mi sorpresa, no estaba vacío, contenía otra llave, esta era más vieja y desgastada que la que abría la pequeña caja, no era valiosa, ni siquiera podría asegurar de qué clase de metal estaba hecha, a su lado había una cadena con un enorme dije en forma de corazón abultado, tenía una extraña filigrana grabada en él, era plateado, definitivamente era de plata. Lo revisé por todos lados para evitarme más sorpresas ocultas, pero no había nada más que los dos objetos que había encontrado, ese medallón me recordó al que Jason describió la primera vez que hablamos sobre la ventana, y me pregunté si sería este al que se refería.
—¡Anne! —Escuché que me llamaban a lo lejos, era la voz de Jason, imaginé que estaba en su cuarto y quería hablar conmigo a través de la ventana, dejé el alhajero y sus cosas a un lado, y abrí las pequeñas puertas.
—Aquí estoy —le dije mientras las abría, él estaba de pie frente a la ventana de su cuarto, expectante.
—¿Encontraste algo?, ¿para qué sirve la llave? —Dudaba en contarle lo del medallón, pero decidí que era mejor decirle ahora, que volver a ocultarle de nuevo todo para que se comporte raro conmigo.
—Sí, la llave abría este alhajero —confesé enseñándoselo.
—¿Y qué había dentro?
—Otra llave, y —tomé le medallón mostrándoselo—… esto.
Jason se puso pálido y cambió la línea seria de los labios por una enorme sonrisa, no lo podía sentir, pero podía asegurar que su corazón latía acelerado, estaba extasiado y feliz.
—¡No lo puedo creer Anne! ¡Ese es, es el medallón!
—¿Y esto como nos va a ayudar? —pregunté sin inmutarme, no compartía de la misma forma su entusiasmo.
—No tengo idea, pero Susan siempre estaba con ese medallón, y decía que era importante.
—Bueno, ya te mostré lo que encontré, debo irme ahora.
—¡No, Anne!, no te vayas por favor —me pidió.
—¿Por qué no?
—Sigue investigando, ¿para qué sirve esa otra llave? —Me indignó que me pidiera eso, ¿acaso yo era su sirvienta?, no investigaría cuando él quisiera, de nuevo volvió a salir a flote el Jason que me buscaba solo por la conexión con Susan en la casa.
—Adiós, Jason —sentencié enojada y cerré las ventanas para no darle oportunidad de que siguiera pidiéndome cosas para su beneficio.
Observé la nueva llave que había obtenido, si aquella no había funcionado, seguramente este tenía que ser la llave que abriera el compartimento, la introduje rápidamente con más entusiasmo del que debía, y la giré. Mi sonrisa se ensanchó de extremo a extremo cuando la puertecita se abrió.
—¡No lo puedo creer! —susurré para mis adentros, estaba emocionada, al fin había tenido un logro con todo esto; dentro del compartimento estaba oscuro, pero podía ver entre las sombras un pequeño libro, lo tomé con cuidado porque parecía ridículamente frágil, estaba cubierto de polvo, lo sacudí y eso levantó una nube de polvo que me hizo estornudar. El empaste del cuadernillo era de un rojo escarlata intenso, y estaba hecho de algo que parecía cuero, en la portada solo tenía grabado un corazón con la misma filigrana que tenía el medallón, a la vez que un corazón plateado en relieve con el mismo diseño en su interior. Sentí una enorme felicidad, y sonreí con satisfacción, Susan lo había ocultado muy bien, pero, después de todo al fin logré hallar la pieza clave.
Escuché la voz de mi madre que me llamaba; había llegado. Tomé la llave del compartimento y la volví a guardar en el alhajero, que puse de nuevo en el baúl, guardé la otra llave en mi bolsillo y traje conmigo el diario y el medallón, necesitaba observarlo con más detalle. Los escondí debajo de mi almohada y bajé a recibir a mi madre.
—Hola hija, ¿Cómo estás? —saludó como siempre.
—Estoy muy bien, a decir verdad. —No podía ocultar mi emoción, estaba ansiosa por empezar a leer el diario.
—¿Y a qué se debe? —indagó con una enorme y cálida sonrisa.
—A nada en especial, solo tengo la sensación de que hoy será un gran día —anuncié sonriendo, le besé la mejilla y de nuevo subí al cuarto, no podía esperar más, tenía que empezar a leerlo.
Subí apresurada a mi cuarto, y aseguré la puerta para que nadie me molestara, me sentía como una espía o un detective privado, todo era muy emocionante, no podía pensar en nada más que en leerlo. Lo saqué de debajo de mi almohada, me di cuenta de que el medallón, además de ser un lindo y costoso colgante, también era la llave del diario, me sorprendió que Susan tuviera tantas joyas de metales costosos; aunque, viendo esta casa, se notaba que no era de una mala posición económica.
Suspiré profundo y puse el medallón en el lugar donde estaba el otro corazón plateado, ambos encajaron a la perfección, el diario hizo un “clic” y se abrió, tenía la sensación de que saldría una especie de luz brillante que iluminaria todo, sin embargo, no pasó nada.