El Diario de Susan Lowell (trilogía "Los Diarios")

Kahurangi

Después de regresar, estaba tan cansada que no tenía fuerzas ni para pestañear, dejé el bolso a un lado de mi cama y me desplomé sobre ella. Desperté al día siguiente con mejor energía, descubrí que mi madre me había arropado la noche anterior.

Decidí que dejaría el diario en el armario, ya me había arriesgado demasiado al llevarlo a la excursión, Jason no era tan tonto, tenía la impresión de que sospechaba algo.

Luego de dejar el diario en el compartimento, recordé lo que me había dicho del medallón, así que lo revisé. Dentro solo había una foto de los padres de Susan; esa era la primera vez que los veía, ella era muy parecida a su mamá, la mujer de la foto también era de tez blanquecina y tenía unos enormes ojos azules y su cabello era un poco más oscuro que el de Susan, su padre, por el contrario, era rubio, y según la foto, más alto que la madre de Susan. Los observé un rato, hasta que volví a la realidad, era tarde y estaba retrasada, me vestí adecuadamente para el parque al que iríamos hoy: Kahurangi; la profesora nos había prometido que, si nos comportábamos correctamente hoy, el último día dejaría que nos bañáramos en las hermosas playas del parque Abel Tasman, así que estaba realmente emocionada por el día de mañana. Pero hoy, aunque también llegaríamos hasta la costa; solo para observar, deberíamos tomar notas sobre las plantas del bosque tropical y los animales que allí habitan.

—Ten mucho cuidado —me dijo mi madre cuando estaba por salir.

—Tranquila madre, estaré bien —la tranquilicé.

—Lo sé, es solo que es el segundo parque más grande de Nueva Zelanda y… —Levanté la mano para interrumpirla.

—Mamá, estaré bien —repetí. Me acerqué a ella, abrazándola, entendía en cierto modo su preocupación, pues rara vez nos alejábamos.

Salí de la casa con mi madre despidiéndose desde la puerta, sabía que mis palabras no la habían tranquilizado, y no entendía porque tenía ese miedo cuando ya el día anterior había salido de excursión al Nelson Lakes que es mucho más grande.

Caminé apresurada para poder llegar a tiempo, no vi a Jason ni a las chicas en todo el trayecto hasta el colegio, así que imaginé que ya estaban ahí.

Para mi suerte cuando llegué, aún no habían embarcado todos los alumnos, la profesora me lanzó una mirada rápida de “estás retrasada”, solo me limité a bajar la mirada y subí de prisa al autobús. Todos los puestos estaban ya ocupados, Caroline y Cristine estaban sentadas juntas y me hicieron señas con las manos para saludarme, yo les sonreí distraída mientras intentaba encontrar un asiento disponible, resultó que la única persona con un asiento vacío al lado era Jason, que estaba dos puestos más atrás que Caro y Cris, él me sonreía, esperando a que yo lo viera, suspiré y me acerqué hasta donde estaba, se corrió, dejándome libre el puesto que daba hacia el pasillo del autobús.

—Te estaba guardando el puesto —dijo a modo de saludo.

—Gracias —respondí y me senté a su lado, Jason volteó a mirar hacia la ventana, tenía la vista fija en lo que fuese que estaba afuera, de repente de nuevo empecé a sentirme nerviosa, sabía que algo estaba planeando.

Estuvimos en silencio hasta que el autobús empezó a andar, la profesora empezó a dar instrucciones sobre lo que debíamos hacer y lo que no, recalcó muchas veces que debíamos mantenernos juntos, los caminos del parque eran angostos y se bifurcaban mucho, y no deseaba perder a ningún estudiante, dijo que íbamos a recorrer el famoso sendero Heaphy Track, y que fotografiaríamos la selva y los animales, dio especial énfasis en si observábamos algún caracol, hablaba tan entusiasmada sobre esas criaturas que me pareció demasiado exagerado.

Después de diez minutos escuchándola hablar sobre caracoles y aves, dejé de prestarle atención, observé a Jason, estaba considerablemente tranquilo y no decía ni una palabra, hasta que volteó a mirarme después de unos segundos.

—Oye Anne, ¿has tenido algo de lectura estos días?

— ¿Lectura?, ¿a qué te refieres? —pregunté confundida.

¿Acaso Jason estaba sospechando del diario?

—No lo sé, ayer te vi con un libro y pensé que leías algo. —Sí definitivamente estaba sospechando.

—Era mi cuaderno, y estaba apuntando sobre la excursión —comenté despreocupada sacando el cuaderno de mi bolso, por suerte no había llevado el diario ese día—, míralo, puedes comprobarlo si no me crees.

—¡Oye! Calma, te creo —dijo levantando sus manos en señal de que me creía, yo le sonreí, aunque en el fondo sabía que no era cierto lo que decía, y con mucha razón pues yo tampoco le decía la verdad—. ¿Abriste el medallón?

—Sí, y la verdad es que no tiene nada interesante —le conté sobre eso porque no era información relevante—, solo hay una foto de los padres de ella.

— ¿Nada más? —preguntó con curiosidad, como si esperaba que allí hubiera otra cosa.

—No, nada.

— ¡Qué extraño!, yo esperaba que allí hubiera al menos una pista —se quejó soltando un suspiro.

—Ay Jason, déjalo ir, al menos por un rato, a veces creo que el cien por ciento de tus pensamientos es solo Susan. —No me respondió, volvió a mirar de nuevo por la ventana, mordí mi labio, sentí que le había dicho algo que lo lastimó. —¿Jason?



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En el texto hay: misterio, ciencia ficion, amor

Editado: 08.01.2022

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