El Diario de Susan Lowell (trilogía "Los Diarios")

Rescate

Lo primero que empecé a sentir fue el húmedo y frío suelo del bosque, cuando abrí los ojos me sorprendió notar que ya estaba empezando a amanecer y había dejado de llover. A pesar de que estuve inconsciente por quien sabe cuántas horas, mi ropa y yo estábamos totalmente secas, y donde me encontraba también estaba más seco que el resto del suelo del bosque. El sitio donde estaba ahora no me parecía familiar en lo absoluto, a pesar de que mi orientación no era la mejor del mundo, estaba bastante convencida de que no era el mismo lugar donde creí caer la noche anterior; me sentía aún más desorientada que anoche, y ahora estaba completamente perdida y sola.

Miré a todas partes, ya no tenía la sensación de ser observada o seguida, pero definitivamente lo que había visto anoche no había sido mi imaginación, saqué la brújula de nuevo, estaba cubierta de lodo, pero aún servía, traté de ubicarme con la salida del sol, aunque eso no me ayudaría mucho pues no tenía un mapa del parque y tampoco sabía hacia qué dirección debía ir, pensé en volver al rio, pero no sabía ya donde estaba y lo más probable es que no pudiera regresar por ahí.

Saqué mi celular, quizá y tuviera la suerte de un poco de recepción, pero no había nada, y si no lo hubiera guardado tan bien en el bolso ahora estaría inservible. Avance hacia el norte con la esperanza de encontrar una persona o un camino, me preguntaba como estarían Caroline, Cristine y Jason, si habrían logrado volver o si estarían peor que yo, de una forma u otra esperaba que estuvieran bien. Durante mi caminata tuve suficiente tiempo para pensar en todas las cosas que me asustaban, sabía que apenas me encontraran estaría en problemas, recordé lo preocupada que había estado mi madre el día anterior, seguramente al ver que no volví habrá llamado a todos para que me encuentren; sabía que estaba perdida, pero también sabía que me estaban buscando.

Estaba demasiado agotada como para continuar andando, y hasta ese momento no había notado lo mucho que me dolía el pie, me quité el zapato pues sentía que latía cual corazón desenfrenado, y sentía un dolor punzante que era insoportable, mi rostro se descompuso en una mueca de horror cuando vi que tenía el pie completamente inflamado y de un color violáceo, definitivamente la caída no había sido inofensiva, siendo consciente del dolor ya sabía que no iba a poder avanzar más, y en parte me pareció más inteligente quedarme allí, pues podía estar adentrándome más al bosque.

No sabía qué hacer, el pie me dolía demasiado y ya no tenía agua, el poco que me había quedado me lo había tomado hacia una hora, tampoco tenía comida, pues no esperaba que esto me sucediera, y no había traído absolutamente nada para sobrevivir, me recosté en un árbol tratando de descansar; estaba empezando a quedarme dormida cuando escuché el sonido de un helicóptero, se escuchaba bastante cerca de donde yo estaba, pero no podía verlo, quise levantarme para hacerle señas o gritar, pero el pie no me dejaba hacer muchos movimientos, recordé que en las películas siempre encendían fuego para dar una señal, el único problema es que yo no tenía idea de cómo encender un fuego y tampoco tenía un encendedor conmigo, quise sacar mi celular y ver si esta vez tendría una mejor recepción, pero seguía sin señal, por otro lado se me ocurrió encender la música del teléfono, tal vez no sería mucho, pero si estaban buscándome entonces alguien que estuviera cerca podría escucharla.

 

Después de unos minutos agobiantes, el helicóptero se había ido y no me habían visto ni escuchado, estaba rodeada de muchos árboles, jamás me verían en ese lugar, si quería que eso sucediera tendría que arrastrarme por medio bosque hasta quien sabe dónde.

Siguió pasando el tiempo, si no hubiera sido por mi reloj, habría sentido que fueron siglos, pero en realidad solo habían sido cuatro horas, estaba empezando a llegar el medio día, el bosque, al igual que ayer, de nuevo rebosaba de vida y sonidos, cada movimiento que veía en el suelo me asustaba pues sabía que habían animales rastreros que me atemorizaban, lo que más miedo me daba era volver a encontrarme con una de esas enromes arañas, o con esos famosos gusanos de medio metro, pero por suerte, lo que se movía en el suelo no eran más que pequeños insectos. El dolor no me dejaba dormir, los únicos momentos en los que podía distraerme del dolor era cuando me asustaba de cualquier movimiento en el bosque, aún podía recordar el pánico que sentí anoche cuando creí que me perseguían, todavía no sabía si eso había sido de mi imaginación o si fue real, de cualquier forma fue aterrador.

El teléfono estaba descargándose, así que decidí apagar la música, pues no quería quedarme sin batería, el silencio que vino después de eso fue menos tranquilizador que cuando tenía la bulla del celular, hasta que escuché su voz.

—¡Anne! ¿Anne donde estas? —gritaba Jason, estaba segura de que era él.

—¿Jason? ¡Jason estoy aquí!

—¡Hey!, ¡por aquí! —escuché que le decía a alguien más, escuché otras voces y pasos, no estaban muy lejos de donde me encontraba—. Anne, sigue hablándome, ¿Dónde estás?

—¡Aquí, rodeada de árboles, no me puedo mover! —le grité con todas las fuerzas que pude, volví a encender la música para que se guiaran con el sonido, esperé cinco minutos y divisé a Jason entre los árboles que corría apresuradamente hacia mí.

La emoción que sentí fue indescriptible, el alivio de saber que no iba a morirme sola ahí me embargó, lo abracé cuando estuvo lo suficientemente cerca de mí, él también me abrazó, y por primera vez sentí que realmente era sincero, que estaba tan feliz de verme como yo a él.



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En el texto hay: misterio, ciencia ficion, amor

Editado: 08.01.2022

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