El Diario de Susan Lowell (trilogía "Los Diarios")

Feria

A la mañana siguiente desperté muy tarde, mi madre me trajo el desayuno a la cama, lo cual no me molestaba, el doctor dijo que mi pie estaría bien en una semana porque pudo detener la necrosis a tiempo, y lo que tenía era una pequeña fractura que se curaría sola, de todos modos me aconsejo no ir a la escuela en unos cuantos días, sabía que iba a aburrirme como una completa loca en la casa, pero no me quedaba de otra, Jason me había prometido que me cuidaría, así que lo esperaba en la tarde después del colegio, las muchachas me traerían toda la información que me perdería en la escuela, así que no me preocuparía por nada.

No pude seguir leyendo el diario porque mi madre rondaba de nuevo a cada rato en mi habitación, quería guardarlo antes de que llegara Jason, pues no quería revelarle nada aún. Unas horas después, cuando mi madre se fue a la cocina, aproveché para guardarlo en el armario, no tuve tiempo de meterlo en el compartimento, así que lo lancé a uno de los baúles que estaba allí.

Poco después, tal y como lo supuse, llegó Jason, me prestó lo que habían hecho en clase y en biología especialmente, donde éramos compañeros.

—Tu asiento vacío me pone mal —dijo mientras me miraba copiar la clase en mi cuaderno.

—¿Ah sí?

—Sí, es que me aburro, no tengo a nadie a quien fastidiar, no me queda de otra que prestar atención —bromeó, yo le volteé los ojos y me reí con él—. Anne, ¿Cuándo te recuperaras?

—Pronto, en una semana más o menos. —Esperaba que no me fuera a mencionar de nuevo lo de la investigación, o que olvidara lo de la ventana, hasta ahora me parecía extraño que no me pidiera verla.

—¿Tú crees que yo pudiera ver la ventana por donde hablamos? —preguntó mirándome con ojos suplicantes, ya sabía que me diría algo como eso.

—No, Jason, te dije que sería a mi modo, y mi modo es que yo soy la que manejo todo y tu solo esperas a ser informado.

—No es justo, sé que no me dices todo.

—Sabes una cosa, ni siquiera tu querida Susan confiaba en ti, ¿cómo esperas que yo lo haga? —Me arrepentí de esas palabras a penas las dije, se suponía que yo no tenía forma de saber eso.

—¿Y tú como sabes que Susan no confiaba en mí? —me miró perspicaz, esperando que respondiera, pero no le dije nada—, ¿encontraste el diario?

—No —negué rápidamente, pero cuando me ponía nerviosa, me costaba mantener las mentiras—, si lo hubiera encontrado te lo diría.

—¿De verdad? —inquirió—, ¿sabes que creo?, pienso que quieres llevarte toda la gloria del descubrimiento, como si quisieras regodearme en la cara que Susan murió, o algo así.

Yo levanté una ceja y lo miré:

—Si así fuera, créeme que serás el primero en saber la verdad.

Seguimos hablando sobre eso un rato más hasta que logré distraerlo con la clase de biología, en donde teníamos otro proyecto, juntos, después de unas horas, se fue y yo me quedé terminando de escribir los deberes.

 

La rutina de la semana que estuve en cama fue la misma, decidí hacerle caso a mi madre y descansar, no volví a levantarme para buscar el diario, solo lo hacía para ir al baño, además mi madre me rondaba demasiado como para arriesgarme a que me descubriera, los días pasaron sin ninguna novedad y todo se volvió monótono y aburrido, las ideas para distraerme se me agotaron y cuando al fin no pude más, la semana llegaba a su fin.

Cuando me liberé del yeso del pie fue como cuando un ciego ve la luz por primera vez, se sentía muy bien ser libre de nuevo, mi padre estuvo allí cuando me llevaron al doctor, y pude sentir el alivio de mamá cuando le dijo que podía seguir con mis actividades normales sin ningún problema, me alegró saber que ya no tendría al halcón persiguiéndome todo el tiempo, y la semana que estuve sin leer el diario me dejó más ansiosa aún de lo que ya estaba, pero ese día tuve que reincorporarme a clases, y tenía muchas tareas atrasadas por entregar, por lo que la lectura del diario tendría que esperar un poco más.

Estuve atorada en eso otros tres días más, mi rutina se había distorsionado y me costó volverme a acostumbrar, me encontraba muy pocas veces con las chicas en las mañanas, y a mitad de mañana en el receso tenía que salir corriendo a recuperar alguna hora de alguna clase de un profesor que era poco tolerante.

Mis compañeros, como era de esperar, no me hablaban y todavía me miraban con recelo por causar la cancelación del viaje, la profesora se alivió mucho de verme reincorporada en la clase y cuando me vio casi me abraza de la emoción, pero, solo pienso que está aliviada porque conservó su puesto, más que por mi salud o bienestar. Nadie me decía nada directamente, excepto Ryan, que no dudaba en gritarme cosas como “gracias pierna rota” o al burlarse y echarme papelitos con saliva cuando me veía, era realmente inmaduro, pero no le decía nada, pues nunca me había gustado la violencia, además no merecía mi atención, solo lo ignoraba.

Cristine se había reincorporado primero que yo y estaba muy feliz de verme, pues era la única que no había podido visitarme, a pesar de que ella también fue una de las causas por las que suspendieron el ultimo paseo, la única atacada era yo, y ella era la única (además de Jason y Caroline) que me defendían de las miradas y acusaciones de los demás, la situación era tan tensa que estaba pensando en pedirle a la profesora que lo reconsiderara, a menos hasta fin de curso, pero que lo hiciera.



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En el texto hay: misterio, ciencia ficion, amor

Editado: 08.01.2022

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