El Diario de Susan Lowell (trilogía "Los Diarios")

Encuentro Cercano

Susan pensaba que su abuelo estaba loco, pero por algo había desaparecido y ahora estaba cada vez más segura de que donde sea que estuviera Susan, estaba la gema. No podía creer todo lo que había descubierto, necesitaba saber dónde estaban esos manuscritos.

Claro que no sería fácil encontrarlos, como todo lo de Susan, lo más probable era que estuvieran ocultos en algún compartimento secreto en el armario. El único problema era dónde. Había revisado ese lugar mil veces, de arriba abajo y no había hallado otro lugar secreto. La respuesta debía estar en el diario. Quería seguir leyendo, pero el sueño me vencía, caí rendida después de ojear las páginas del diario.

 

—Ya lo sabe, ¿podemos acercarnos ya? —decía la hermosa voz que había escuchado tantas veces antes, empezaba a acostumbrarme a ella.

—Esta noche se hará.

 

El sonido del despertador me levantó de forma brusca esa mañana, lo apagué con algo de rabia pues estaba muy plácidamente en la cama y no deseaba despertar, de nuevo tenía la sensación de haber soñado algo que no podía recordar. Empezaba a acostumbrarme a eso, sin embargo, seguía molestándome no poder recordarlo.

Hice mi rutina como siempre y me fui al colegio, no sin antes guardar el diario. Mientras lo escondía escuchaba la voz de Jason discutiendo con su madre, al parecer lo regañaba por haberse quedado despierto toda la noche. Sonreí al imaginarme su cara de desagrado.

Salí de la casa esperando encontrármelo con cara de enojo, pero en vez de eso se veía bastante alegre.

—¡Anne! —saludó.

—Cuanta felicidad irradias, ¿a qué se deberá? —pregunté curiosa.

—He descubierto cosas que ni te imaginas. —Me puse nerviosa de repente, ¿a qué cosas se refería?

—¿Qué?

—Susan y yo hablábamos por el correo; como recordarás supongo; bueno mira lo que descubrí —anunció mostrándome una carta, estaba sellada y tenía fecha del trece de junio de 2009.

—¿Qué es eso?

—Es una carta que Susan me envió, no la había visto hasta ahora porque mi madre la había “perdido”. —Resaltó esa palabra como si creyera que su madre se la había ocultado a propósito.

—¿Ya la leíste?

—No, estaba esperando que la leyéramos juntos.

—¿De verdad? Con tus ganas de saber todo lo que pasa creí que ya la habrías abierto. —Me pareció muy extraño su comportamiento, sobre todo con algo tan importante como esa carta.

—A diferencia de ti, yo si comparto toda la información.

No pude evitar mirarlo con cara de pocos amigos, él me sonrió y siguió caminando, llevaba fuertemente el sobre agarrado y no parecía que planeara abrirlo.

—Entonces, ¿la leerás? —Estaba algo impaciente.

 —Cuando estemos en el colegio.

—¿Para qué esperar? Léela ahora. —No entendía por qué lo extendía tanto, él más que nadie deseaba saber las respuestas, esa carta estaba fechada un día antes de su desaparición, yo me moría de ganas por leerla, pero a Jason parecía no importarle esperar, quizá disfrutaba con mis ansias.

—No lo entiendes, esto es muy importante, no podemos leerla andando por la calle, solo espera, búscame en el árbol a la hora del recreo. —No me había dado cuenta de que ya habíamos llegado al colegio, Jason aprovechó para huir de mí antes de que pudiera decirle algo.

Esto me desesperaba, en cierto modo pude sentir como él se sentía todas las veces que lo hacía esperar o no le contaba todas las cosas. A pesar de la culpa que empecé a sentir, aún no le iba a decir nada, aunque él tuviera esa carta. Yo tenía mucha más información que él y estaba segura de que Susan no le habría contado nada en esa carta. Al menos no más de lo que debería.

 

Estuve en la clase de castellano, sin prestarle atención al profesor, desesperada por que llegara la hora del receso. Necesitaba saber lo que había en esa carta, no me convenía que a Susan se le hubiera ocurrido abrir la boca después de un año ocultándole todo a Jason, para que de repente fuera a decírselo todo en una simple carta.

—Anne, ¿estás bien? —me preguntó Caroline que estaba sentada a mi lado.

—Si, solo algo ansiosa —le dije—, oye, perdón por mi comportamiento de ayer, he estado algo alterada.

—Está bien, nosotras te perdonamos. —Cristine, que estaba sentada al lado de ella me miró y sonrió. Me hizo sentir bien saber que contaba con ellas.

La hora pasaba muy lentamente y el receso no llegaba hasta dos horas después, así que tuve que prestarle atención a la clase de matemáticas o reprobaría el curso, pero se me hacía muy difícil entender pues mi mente solo pensaba en esa carta.

—Señorita Taylor —reprendió el profesor cuando me vio mirando hacia la puerta de la salida, faltaban tan solo cinco minutos para que sonara la campana.

—¿Ah? —Fue lo único que le pude decir mientras alzaba la cabeza algo confundida.

—¿Puede decirme cuál es el resultado de la ecuación?

Realmente no le había estado prestando atención a nada de lo que estaba diciendo, miré al pizarrón en busca de tratar de entender algo, pero todo se veía muy confuso, era un mar de números y letras que no llegaba a entender, volví a mirar la cara del profesor que esperaba mi respuesta, volteé a mirar a mis amigas que al parecer tampoco sabían la respuesta.



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En el texto hay: misterio, ciencia ficion, amor

Editado: 08.01.2022

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