El Diario de Susan Lowell (trilogía "Los Diarios")

Confesiones

La cara que puso Jason fue una mezcla entre la sorpresa y el “yo sabía que ocultaba algo”, justo en ese momento sonó el timbre que anunciaba la hora de la salida. Empecé a recoger mis cosas, un tanto insegura si decirle justo en ese momento. Sentí que el timbre fue una especie de señal divina que me gritaba a voces que no le dijera nada. Él me miraba con impaciencia, tanto, que olvidó recoger sus cosas.

Empecé a caminar a la salida, pero Jason me detuvo.

—¡Hey! ¿Qué es lo que me vas a contar?

—Primero salgamos de aquí, Jason, no es algo que pueda decir a la ligera y no puede ser aquí.

—Bueno, vamos a un lugar más privado. —No quería contarle ahora, me debatía entre decirle otra mentira o por fin liberar lo que tanto me había guardado, después de todo él tenía derecho a saber.

—No, aquí no, ¿qué te parece si hablamos por la ventana?

—Anne, por favor no me hagas esperar más.

—Te prometo que te lo contaré, Jason, hazme caso, aquí no es seguro. —Torció la cara en un gesto de desaprobación, pero a regañadientes, aceptó.

—Está bien, pero sabes que no te dejaré en paz ahora, tienes que contarme.

—Lo haré, lo haré —dije asintiendo con la cabeza. Salimos del colegio y al parecer Jason no tenía la intención de separarse de mí durante todo el trayecto a casa. Quería decirle que me dejara tranquila, que podía confiar en mí, pero sabía muy bien que eso era mentira, él se estaba asegurando de que yo no pudiera escaparme y evitar de nuevo contarle toda la verdad, y no estaba tan equivocado, de nuevo estaba dudando si era lo correcto decirle todo justo ahora.

—Chicos, ¿se van con nosotras? —preguntó Cris cuando nos vio caminar juntos por el pasillo hacia la salida.

—No —contestó Jason, me sorprendió que hablara por los dos, no sabía cuáles eran sus intenciones, volteé a mirarlo para tratar de leer su expresión, pero me fue imposible descifrar qué se traía entre manos—. Anne y yo tenemos algo que hacer. —Sonrió y me tomó la mano, Cris soltó una risita y miró a Caroline quién la miró de forma divertida, como si estuvieran viendo la cosa más chistosa del mundo.

—De acuerdo —dijo ella y ambas se fueron mientras secreteaban, seguramente sobre Jason y yo.

—Muy bien, Anne —dijo Jason cuando ya se habían ido—, no puedo esperar hasta llegar a la casa, tienes que decirme todo lo que sabes.

—¿Aquí? Mira Jason, lo que te diré es algo loco, realmente no quiero que nadie nos escuche.

—Ven conmigo. —Empezó a caminar hacia la parte de atrás del jardín del colegio, yo muy pocas veces había estado por ese lugar, si no es que nunca. Sabía que era el sitio a donde las parejitas del colegio iban a hacer cosas que estaban prohibidas en la escuela.

Avanzamos por un pasillo rodeado de flores muy hermosas y luego dimos la vuelta hacia la derecha, a través de una pequeña portezuela de color azul desgastado que desentonaba totalmente con el jardín. Después de la puerta había otro pasillo que daba a un callejón sin salida, el lugar era húmedo y había mucha tierra, muy poca grama y nada de flores. El sitio no era nada romántico, al fondo había unas escobas y palas para la limpieza del jardín.

Jason se sentó en un balde que estaba del otro lado y me acercó uno para que me sentara yo, estaba algo sucio y dudé si era prudente sentarme allí, pero no tenía de otra, la historia era muy larga como para contarla de pie, así que me senté.

—Empieza a hablar —dijo Jason con voz fría, jamás lo había visto tan serio en todo el tiempo en que lo había conocido.

—Bueno…eh, Jason —no sabía por dónde empezar—, no sé cómo explicarte todo esto, sería más fácil si tuviera el diario aquí.

— ¡¿Encontraste el diario?! —exclamó él con un tono de sorpresa.

—Sí, lo encontré y no es todo.

—Por favor dime todo. —Su mirada me suplicaba, podía sentir su ansiedad.

—Bien, empezaré por lo más sencillo, el diario. Verás lo encontré hace meses en realidad, estaba en uno de los compartimentos secretos de Susan, detrás de un baúl, la llave que me habías quitado servía para encontrar otra que lo abría.

—Lo sospeché, por eso te la quité. —Lo miré con ojos desaprobatorios cuando me dijo aquello, él bajó la vista—. Lo siento.

—Bueno, la cosa es que el diario estaba allí, se abre con el medallón que tiene Susan, el de plata. Empecé a leer lo que escribía desde que se lo dieron, al principio no había nada raro, pero a medida que leía me daba cuenta que ella tuvo las mismas experiencias extrañas que yo tengo ahora en su casa, luces extrañas, sueños raros, sensaciones de que la observaban en el jardín, todo eso que ella contaba me pasaba a mi igual.

— ¿Y luego? —Jason me miraba como si estuviera escuchando el cuento más interesante del mundo.

—Y luego, en uno de sus recuentos, hablaba con su abuelo, eso fue antes de que se muriera.

—Sí, recuerdo bien eso, Susan estaba destrozada.

— ¿Ella nunca te dijo nada? ¿No te contó nada sobre su abuelo?

—No, después de que se murió se alejó más de mí, se comportaba raro, no se separaba del diario para nada y luego desapareció. ¿Qué decía en el diario?



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En el texto hay: misterio, ciencia ficion, amor

Editado: 08.01.2022

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