El diario De un ángel

Capítulo 4

Adoro los libros, siempre me ha gustado su olor, su textura y su contenido. Pero, una cosa es sentir amor o aprecio por los libros y otra muy diferente es, estar conforme y feliz cuando te obligan a pasar cuatro horas por día durante un mes de tu vida en una biblioteca, ordenando libros y ayudando a estúpidos estudiantes que van a la biblioteca a buscar un libro que no les importa, solo por parecer interesantes y luego los dejan tirados en cualquier parte para que un pobre estudiante como yo tenga que recogerlos y ponerlos en su lugar después.

Esa fue la brillante idea que tuvo mi profesora de biología para mi castigo.

Todavía recuerdo la sonrisa de suficiencia que tenía en la cara cuando me comento su brillante idea, dijo que ese castigo me ayudaría a aprender a hacer silencio y comportarme en clase.

Al principio, cuando me estaba brindando los detalles con respecto al castigo pensé que, aunque definitivamente mataría a Thalia por meterme en este problema, tuve suerte, ya que mi castigo podría ser peor, incluso podría haber mandado a llamarlos a Ellos y eso sería muy malo. 

Luego, cuando me presentó a la persona que estaría a cargo de vigilarme, pensé que mi castigo en realidad estaba muy entretenido porque tendría una excusa para pasar sola en un lugar lleno de libros sin que nadie me molestara, ya que mi vigilante parecía alguien muy callado, que es justo la clase de persona que me cae bien.

Sin embargo, cuando por fin Salí de la oficina de la profesora y pase alrededor de dos minutos junto a mi vigilante, sola, entendí que mi castigo no era aceptable, ni mucho menos divertido, ya que cuando tenías que estar cuatro horas seguidas en un lugar junto a Cristian Black, la persona más controladora sobre la faz de la tierra, encontrarías más divertido tirarte de un puente a soportarlo a él.

Estoy lanzando un suspiro dramático mientras sigo acomodando los libros del estante en orden alfabético y en mi interior maldigo a la profe de todas las formas posibles, cuando siento una presencia muy molesta a mis espaldas.

-Lo estás haciendo mal- su irritante voz sin emoción me causa un escalofrió que sube por mi columna vertebral.

Me vuelvo para encararlo, cuando me doy cuenta que está muy cerca de mi rostro lo que me provoca un sobresalto que hace que pegue mi cabeza contra el estante de atrás y vuelva a sentir el dolor.

Me pongo una mano en la cabeza mientras le lanzo una mirada amenazante, a la que él responde con una de indiferencia, lo que causa que mi ira suba de nivel.

-Si lo estoy haciendo tan mal entonces hazlo tú-le digo mientras trato de mantener la ira controlada.

Me rodea y empieza a dale vuelta a todos los libros sin decir una palabra, mientras yo me dedico a analizarlo, tiene el pelo completamente negro y liso sujeto en una pequeña cola, su piel es increíblemente pálida, su contextura es delgada sin embargo se nota que debajo de toda esa ropa tiene bastante musculo, mide alrededor de 1.82 así que es demasiado alto comparado a mi escaso 1.60, pero lo más interesante de su apariencia son sus ojos de un café muy oscuro con reflejos color miel si le da la luz directa.

Al final de mi análisis llego a la conclusión de que, si no tuviera esa mirada vacía y ese carácter tan defectuoso seria en definitiva el chico que toda joven quiere tener.

-Deberías estar poniendo atención sobre como ordeno los libros, en vez de estarme atravesando con la mirada- su voz me saca de mi ensoñación y me devuelve a la realidad.

-Yo no te estoy viendo- siento como la ira vuelve a crecer mientras lo tengo cerca, pero que se ha creído, no es como si lo estuviera viendo tan fijamente, bueno si lo estaba viendo pero, hasta donde yo sé somos libres de ver a donde nos dé la gana.

-Si claro, repite eso cien veces y tal vez llegues a creértelo- es un cretino y lo peor de todo es que ni siquiera lo hace a propósito, actúa como si todo le diera igual y no le importara nada, actúa como yo pero sin esfuerzo.

-Solo dime como hacer el trabajo para poder ignorarte el resto de la tarde- Me da una mirada de reojo para continuar haciendo lo mismo sin dignarse a responder.

Siento como mi paciencia está llegando a su límite pero, no puedo perder los estribos, o tan siquiera, no aquí; de modo que me obligo a calmarme y contar hasta cien, mientras tomo profundas respiraciones y cuando me propongo a repetir la pregunta inesperadamente me llega su respuesta.

-Tienes que acomodar los libros en orden alfabético según el autor, y los libros del mismo autor van en orden alfabético según el titulo- Empieza con su explicación sin ni siquiera voltear a verme mientras sigue ordenando los libros -tú los ordenaste según el título y no el autor, por eso está mal.

Cuando termina con su explicación por fin entiendo que hice mal pero, cuando me dispongo a reordenarlos me detiene y con un ligero movimiento de cabeza me da a entender que quiere que me aleje, lo que con todo gusto obedezco.

Me dirijo a la mesa sin prestar mucha atención y cuando llego recojo los libros pero, cuando me voy a dar la vuelta un ligero carraspeo a mi derecha me llama la atención, provocando que vuelva a mirar al rincón de dónde provenía el sonido.

En esa esquina había una castaña de ojos verdes y piel bronceada, en sus manos tenía una revista de moda que al parecer estaba leyendo.



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En el texto hay: romance, drama, ficcion

Editado: 12.04.2019

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