Querido diario:
Lissa quería ir por helado.
Aun cuando habíamos comido casi tres kilos entre cuatro.
Pero le dijimos que sí, y fuimos.
La verdad, me la he estado pasado de maravilla.
Juliet y Morgan son mejor de lo que pensé.
Son la clase de amigas que siempre van a estar cuando quieras hacer algo estúpido.
Cuando llegamos a la heladería debo de admitir que me sorprendí.
La heladería favorita de Lissa es la misma que la de Lion.
Y por primera vez, en mucho tiempo, me permití indagar en los recuerdos.
Mientras esperábamos a que Lissa escogiese los helados, Morgan y Juliet hablaban de algo sobre una broma a los del equipo de natación y yo, sentada, mirando a la nada...
Dejándome indagar por primera vez, ese primer encuentro.
*Flashback*
Necesito helado.
¿Por qué tiene que hacer tanto calor?
¿Por qué no frío?
Amo el frío.
Giro sobre mi cama de manera lenta y perezosa. El ventilador alborota mi cabello, enredándolo.
Odio mi cabello.
Me siento en la cama, mirando el ventilador, mi cabeza comienza a girar al igual que las paletas dentro del ventilador.
—Lily, pareces una loca—la cantarina voz de mi hermana hace que brinque en la cama.
¿En qué momento entro?
Mis ojos recorren la habitación hasta dar con ella, parada en el marco de la puerta, su cabello rubio está atado en un moño muy mal hecho.
—Muero por un helado— le digo.
No tengo ganas de sacarme mi pijama e ir. por lo que espero y que me diga que ya va a ella.
A veces lo hace.
—Yo no iré— me dice. Hago un puchero— .O no, hay una heladería a tan solo dos cuadras Lily, ¡dos cuadras!
Ruedo los ojos. Ya, es que pereza es mi segundo nombre.
Le hago una seña a mi hermana para que salga de la habitación, me sonríe y se va.
Maldita perra, que no venga después a pedirme favores.
Mientras me levanto de la cama, observo mi reflejo en el espejo.
Un par de ojos avellana me devuelven la mirada, coloco un poco de maquillaje en mi cara y luego cepillo mi cabello.
No puedo evitar compararme con mi hermana, Leila.
Sus ojos son verdes y su cabello rubio, a diferencia de mí. Que tengo ojos celestes y cabello rubio rojizo.
Suspiro.
El monstruo debe de salir de su guarida.
°°°
Camino perezosamente.
Antes de salir, busque mis auriculares, por lo que la corta caminata será mejor con un poco de música.
Love the way you lie de Rihanna y Eminem resuena en mis tímpanos.
Observo a la gente, vivo en un lugar con mucha gente, por lo que no es raro que la vereda este llena. Caminar se hace difícil.
Paso junto a mi restaurante favorito "Comer para vivir" sí, bueno, digamos que no es un nombre muy productivo.
Me imagino al dueño del bar pensando "¿Que nombre debo de ponerle a mi bar?" "¿Tal vez un recuerdo de que deben de alimentarse?"
Sonrío para mis adentros. A veces creo que pienso demasiadas estupideces.
Sin darme cuenta, ya estoy frente a la heladería. Me gusta, tiene muchos colores, pasan de rosa pastel a rojo sangre. No es broma.
Me adentro, el lugar no está muy lleno, pero sí que hay mucha gente aquí.
Mientras saco mis auriculares divisos a un grupo de estudiantes de mi instituto, son los del club de ajedrez, ellos no parecen notar mi presencia. Pero yo si noto algo raro, hay un chico nuevo junto a ellos.
¿Por qué me di cuenta?
Tal vez sea la popular y una autentica perra, pero me gusta saberlo todo, en especial quienes integran los clubes; además, lo de la chica mala solo es una máscara, me gustaría poder conversar tranquilamente con ellos, sin malas caras, sin murmullos...
En fin, ya estoy divagando.
Me acerco al mostrador, la joven sonríe, pero al verme esa sonrisa se desvanece.
Se trata de una de las chicas del club de lectura. Me odia por el simple hecho de que no deje entrar a su mejor amiga al equipo de porristas.