El Diario de una Popular

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Querido diario:

He llegado a la recta final.

 

Al momento de la verdad.

 

Solo quedan palabras por decir y luego una vida por vivir.

 

“— Gracias — le murmuro a Melissa.

 

Lion solo me abraza, no le culpo, yo en su lugar me odiaría.

 

Espero a que ambos vuelvan a sentarse.

 

—Para llegar a la fiesta, había que cruzar por las colinas, y todos saben que tienen grandes barrancos y pequeñas rutas— Respiro ondo— Cinco minutos, eso tarde en aparcar, gritarle a Laila que se fuera y que se dejara de meter en mis asuntos, y luego cinco más para entrar en la gran casa — Miro a Lion. — Cuando llegamos todos nos miraban, les habías contado junto con Kristal el mayor secreto de mi hermana, el único que no debía de ser rebelado.

 

Mamá abrió los ojos, sus manos taparon su boca, un claro gesto de la sorpresa.

 

—Podríamos culpar al alcohol — Le digo a Lion. — Pues estabas bastante ebrio, pero sería mejor echarle la culpa a Kristal, ella te impulso a decirles a todos que mi hermana sufría de VIH — Esta vez es papá quien reacciona, bajando la mirada— Te grité, Lion, te dije que te fueras al demonio y salí de ahí, pero Laila había estado detrás de mí todo el tiempo, ¿sabes?, ella estaba mal, comenzó a llorar, tenía un ataque nervioso, la saque de ahí y me lleve las llaves de tu auto — Miro el cielo, despejado— Fue un acto reflejo, a pesar de todo, no dejaría que condujeras. Por ese motivo subí al auto, con Laila, me abroche el cinturón, jamás preste atención, nunca vi que Laila no lo había hecho.

 

—No es cierto… — murmura mamá.

 

—Le habías sacado las llaves de la moto a Laila — Le cuento a Lion, las lágrimas siguen vagando por mi rostro. — Y fuiste tras nosotras… en el barranco, en la parte más angosta de la ruta, te metiste enfrente del auto, te adelantaste y luego te detuviste. Te vi a tiempo para frenar. Pero lo hice tan de golpe, que el cuerpo de Laila salió disparado en dirección al cristal, y yo alcance a golpearte, la moto cayo, tu cabeza golpeo con fuerza el guardarrail, fue un ruido seco, sumado a mi grito — No sé si se entiende lo que digo, el llanto no me permite hablar con normalidad— Llame a la ambulancia, estuve mucho tiempo ahí, te creí muerto hasta que empezaste a vomitar sangre. Llegaron a tiempo, convulsionabas y te salvaron. Laila no corrió la misma suerte — Como puedo, miro a Lion— Yo no tuve la culpa en todo, tú sí. Te quería, pero a mi hermana la amaba, y acabaste con ella por un simple capricho, porque antes de que te subieran a la ambulancia me lo dijiste, el único motivo por el que me seguiste, por tu auto”




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