Daryl y yo caminábamos cansados por una carretera vacía en silencio. Habían demasiados autos a nuestro alrededor y estábamos buscando cosas que nos pudieran ser de utilidad.
Caminábamos en silencio y cuidando nuestros pasos. Daryl revisaba un auto con un Caminante ya inmóvil en el asiento del frente. Abrió la guantera y encontró una pistola, la tomó y la revisó para saber si tenía municiones. Estaba completamente cargada, según me gritó desde su posición.
Yo por otro lado no tuve mucha suerte. Mientras revisaba uno de los autos que estaba vacío no logré encontrar nada, ni siquiera una botella de agua. De repente, fui atacada por un Caminante.
Yo forcejeaba contra él todo lo que pude, intenté agarrar mi navaja que se encontraba guardada en uno de mis bolsillos. Logré tomarla, pero la mano del Caminante me hizo botarlo al suelo junto a los pedales del auto con un movimiento rápido. Me estiré todo lo que pude para tratar de alcanzarla. Lograba tocarla con la punta de los dedos pero no la alcanzaba por el peso del Caminante sobre mí, por lo que tenía que poner mucha fuerza sobre mi brazo izquierdo para evitar que esa cosa me mordiera. Yo lo sujetaba del cuello con fuerza.
Intentaba e intentaba hasta que por fin logré alcanzarla, pero la sujeté desde la hoja de la navaja en vez del mango por lo que mi mano sangraba y su olor entró por las fosas nasales del Caminante hasta llegar a lo que quedaba de su cerebro provocándolo aún más. Con mi mano herida y con lo último que quedaba de mi fuerza lo apuñalé en la cabeza hasta que cayó sobre mí salpicando su sangre sobre mi rostro.
Solté un suspiro de alivio y lo empujé fuera del auto. Daryl corrió en mí dirección justo cuando escuchó mis gritos, pero cuando había llegado yo ya estaba libre del peligro. Sin embargo, miró la herida de mi mano y se me acercó rápidamente. Yo tiré la navaja al suelo y me miró la mano. Vi a Daryl llegar, su expresión a pesar de ser la misma de siempre denotaba preocupación.
...
- ¿Estás bien? -me preguntó mientras tomaba mí mano y examinaba la herida sin mirarme.
- Sí. -le respondí con voz entrecortada.
...
Yo lo vi, su voz era suave y tranquila. Observó detenidamente la herida, soltó mí mano despacio y se fue a buscar algún pedazo de tela para amarrarla a mí mano ensangrentada. La sangre no paraba de salir y yo sentía un fuerte ardor que quemaba todo mí brazo derecho. Daryl tomó una blusa blanca que estaba en uno de los autos más cercanos y la rasgó con fuerza.
Tomó la tira de tela blanca y comenzó a rodear mí mano con ella. Hizo un pequeño nudo en el dorso de mi mano y solté un leve quejido acompañado de una mueca de dolor, que provocó instintivamente que contrajera el brazo hacia adentro.
...
- Lo siento. -Daryl se disculpó.
- Descuida, no hay problema.
...
Él rozó levemente mí mano y por un segundo nuestras miradas se cruzaron detenidamente. Yo me sumergí en sus ojos claros y él en mis ojos marrones, bajó levemente su mirada hacia mis labios y luego apartó la mirada.
Al final sin decir nada, ambos nos pusimos de pie, y continuamos con nuestro camino sin un destino final definido.
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