El Diario de Una Sobreviviente -Parte 2 [daryl Dixon-Twd]

Día 442.

Estaba en la ducha, él entró sin previo aviso al baño. Me asusté tanto que di un grito que más bien parecía un chillido. Gracias al cielo que tenía puesta la cortina de baño sino él me habría visto completamente desnuda.

- ¡Lo siento, lo siento! -me dijo él muy apenado-. No sabía que estabas aquí, yo...

- ¡¿Cómo que no sabías que estaba aquí?! ¡¿Acaso no escuchaste la ducha?! -le interrumpí. Estaba tan enfadada y avergonzada-. ¡Podrías tocar la puerta, ¿no crees?!

- ¡Perdón! ¡Ya te dije que lo sentía! -repitió.
 

...
 

Ella abrió los ojos, un hombre estaba allí observándola. Ella tocó su cabeza e hizo el esfuerzo de ponerse en pie. Había dormido mucho tiempo como nunca antes, se sentía como una persona nueva. Se estiró un poco.

- Me alegra que estés mejor -dijo la persona frente a ella con una amistosa sonrisa.

- A mí también me alegra -él rió ante su comentario. Ella reviso su cuerpo, por todos los bolsillos buscando sus pocas pertenencias y admirando su ropa nueva.

- ¿Buscas algo?

- Mis armas.

- ¡Oh, eso! En Woodbury no aceptamos las armas, por eso las he guardado y cuando te vayas te las devolveré -ella asintió no muy convencida.

Era un hombre alto, caucásico, de cabello castaño oscuro y ojos azules. Lucía apuesto y tenía una sonrisa que convence a cualquiera.

- ¿Cómo te llamas? -ella no respondió-. Está bien, lo entiendo. No confías en mí -dibujó una sonrisa en su rostro.

Esa no era la razón, pero siguió el juego.

- Y ¿usted? ¿Confiaría en un desconocido?

- Si me ha salvado la vida sí -ella lo miró fijamente y viceversa. Ella apartó la mirada.

- No lo recuerdo.

- ¿Perdiste la memoria? -ella bajó la mirada-. Lo siento.

- Ha pasado mucho tiempo ya.

Él no dijo nada. Tan sólo la miro atentamente. Se pasó la mano por la cara mientras pensaba y puso una mano en su cadera.

- Te puedo mostrar el lugar si quieres -ella levantó la mirada y aceptó.

Él le explicaba la manera en que funcionaba el pueblo. Mientras caminaban y él le hablaba las personas que lo saludaban y lo llaman "Gobernador". Ella se limitó a guardar silencio. El pueblo se veía tranquilo, las personas no se preocupaban por nada de lo que había fuera y se veían tranquilas. Él era el líder de todos, con el poder de hacer y deshacer a su antojo. Las personas lo seguían a donde fuera. Ella estaba impresionada y al mismo tiempo horrorizada. Ahora por salvarle la vida, le debía algo a cambio: su fidelidad.

El pueblo de Woodbury era un lugar perfecto y a salvo del peligro. Allí tendría una cama donde dormir cada noche, una almohada, cobijas, comida y protección. Estaría segura allí.

Ella le preguntó cómo había llegado a ese lugar y él le dijo que uno de sus hombres la había hallado en la lluvia, desmayada, temblando de frío y con fiebre alta. Arriesgándose a que ella muriera y se convirtiera en uno de "ellos" la llevó al pueblo para ser tratada. Ella preguntó por sus otras pertenencias, en especial por un cuaderno blanco. El Gobernador respondió que sólo llevaba sus armas en el cuerpo y la ropa mojada. Una de las mujeres del pueblo le trajo ropa seca. Ella agradeció, pero estaba preocupada por su cuaderno. Ella le dijo al Gobernador que necesitaba regresar por él y éste respondió que era muy peligroso que lo mejor era que se quedara allí y que alguien iría por él.

- Yo sé defenderme sola -refutó-. He pasado mucho tiempo allí fuera, sé cómo sobrevivir.

- Y no lo dudo -respondió él-. Pero aún estás débil y necesitas descansar, pero sobretodo recuperar algo de cordura.

Por más que insistió no le convenció y aceptó la ayuda del Gobernador. Luego la llevó a un lugar seguro donde ella podría quedarse el tiempo necesario. Y ella aceptó la hospitalidad del buen hombre. Al menos no tenía de otra.

Mientras iban de camino se encontraron con un hombre que se dirigía hacia El Gobernador.

- ¡Merle! -dijo con una enorme sonrisa El Gobernador. El susodicho observó a la chica. La había visto antes hacía mucho tiempo atrás y la recordaba a pesar de la suciedad de su cara.

- Vaya, vaya, vaya -dijo de forma teatral con su voz ronca-. Miren a quien tenemos aquí.

- ¿La conoces? -preguntó El Gobernador.

- Sí. Sarah Williams -reveló su nombre. Ella abrió los ojos como platos. Esta sorprendida. No había escuchado ese nombre en mucho tiempo que le parecía tan ajeno-. Por tu expresión me doy cuenta que no lo sabías ¿o me equivoco?

Las lágrimas brotaron de sus ojos. Se alejó un poco de los dos hombres. Y cayó al suelo sobre sus rodillas mientras lloraba desesperada.

- Al parecer olvidó su pasado.

- No lo sabía.

El Gobernador se acercó a ella y la tomó por los hombros levantándola del suelo. 

 

 

 

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En el texto hay: romance, zombies walkers, thewalkingdead

Editado: 28.06.2021

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