Día 492.2.

El Gobernador dijo algo sobre una prisión. Allí debe de estar Daryl, tan sólo debo aguantar un poco más.

Estoy demasiado débil como para continuar, pero por Daryl soy capaz de todo.

Incluso, si aún no llego a tiempo quisiera verlo al menos una vez y seré la mujer más feliz del mundo.

Daryl Dixon.

Su nombre se siente tan dulce cuando lo pronuncio a través de mis labios. Yo... yo tan sólo quiero escuchar el sonido de su voz una vez más. Quiero ver sus ojos azules y perderme en ellos para siempre. ¿Qué no daría yo por un beso? Por SU beso.

Daryl... Dixon...

...

Daryl se dirigió hacia el pueblo maldito de Woodbury, buscó por todas partes, pero no hubo rastro de ella. Daryl era considerado como el mejor rastreador, pero por alguna razón no encontró ninguna pista de ella.

Luego cuando creía haber perdido todas sus esperanzas, en la que era la casa del Gobernador encontró algo que perfectamente recordaba. Un objeto que no podría tener nadie más que ella. Un arma de fuego que pertenecía a su padre. La tomó entre sus manos, la admiró por unos instantes y luego la guardó. No se dio por vencido porque ahora más que nunca sabía que ella estuvo allí.

¿Cómo pudo haber sido tan imbécil como para no darse cuenta?

¿Por qué no corrió más rápido ese día? Pudo haberla salvado de ese maldito infierno.

Nada le hizo cambiar su opinión y aun a pesar de la lluvia que caía sobre su cuerpo la buscó sin éxito alguno. Cuando hubo acabo la lluvia volvió a la prisión con provisiones que había encontrado en el solitario pueblo. Se alistó para salir a buscarla de nuevo, pero su amigo Rick lo detuvo y le dijo que lo necesitaba allí con él. Hizo lo posible para evitar que se fuera, pero el terco de Daryl le insistió que era su deber ir a buscarla.

¿Quien sabe en qué condiciones se encontraba? Perdida, sola, desamparada. ¿Estará enferma? No podía dejar de pensar en ella, debía ir en su ayuda. Rick lo detuvo y lo convenció de quedarse un tiempo, ya que no sabía si El Gobernador intentaría algo mientras él estuviera lejos, por lo que en esos momentos iba a necesitar su ayuda. Le prometió que cuando se asegurarán que no había peligro alguno, entonces, sólo entonces, podría irse a buscar a aquella mujer que lo tenía desesperado. Daryl aceptó resignado.


 

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